Opinión

Carta para Andrés Conesa Labastida, CEO de Aeroméxico

Carta para Andrés Conesa Labastida, CEO de Aeroméxico

Carta para Andrés Conesa Labastida, CEO de Aeroméxico

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

El amor y la compasión son necesidades, no lujos. Sin ellos la humanidad no puede sobrevivir

Dalai Lama

Es simplemente ponerse en el lugar del otro, y tratar de resolver o aliviar su dolor o sufrimiento.

Me dirijo a usted de esta forma, aunque limitadamente para lo que correspondería, Dr. Conesa, al no haber hasta la fecha reacción o debida respuesta a la denuncia interpuesta por varios medios conducentes —carta a su persona, queja ante la CNDH y exhibición del caso en redes sociales— tras el inaceptable, improcedente, innecesario y cruel trato aplicado a dos clientas de su servicio, que además sufrieron la perversa y evidente complicidad de su personal con el de la zona de revisión de equipaje del Aeropuerto Internacional CDMX, perdiendo por ello el vuelo 656 que a las 21:50 horas del pasado 11 de septiembre las llevaría a Costa Rica, donde las aguardaba un congreso de discapacidad infantil y uso de Perros de Asistencia.

Dado lo anterior y habiéndose iniciado los hechos en el mostrador de la línea aérea a su cargo es que lo concibo responsable, ya que como CEO de AEROMÉXICO, coincidiremos, queda obligado a lo propio, sin omitir que por su conducción pública pudiera apostarse a su caballerosidad y don de gentes, recordándole de paso que la vida en cualquier momento puede voltearnos la suerte de tener buena salud e integridad física.

Con ello no le estoy deseando ningún mal; solo intento situarlo en la condición por la que protesto enérgicamente y por la que espero de la empresa las correspondientes investigación y sanción; una disculpa pública a las afectadas, y la reparación del daño debido los gastos no previstos que el evento ocasionó.

Le cuento que hago el reclamo bajo la certeza de conocer el particular trabajo que la humana afectada desarrolla pro-fe-sio-nal-men-te por la niñez más desvalida, ya que Carolina Pallares Trujillo no solamente es Médico Pediatra con dos posgrados (uno en Neurología Neonatal y otro en Estimulación Múltiple y Temprana, Neurodesarrollo y Técnicas de Neurofacilitación), sino que además y desde hace varios años —de ahí mi intromisión en su vida— asiste profesional y exitosamente sus terapias con perros especialmente preparados para diversos propósitos relativos, siendo incluso usuaria de CAROLA, educadísima e impecable Golden Retriever con 27 kilos de peso y 6 años de edad, cer-ti-fi-ca-da e identificada internacionalmente como Perro de Alerta Médica, que no de apoyo emocional.

Esta maravillosa criatura, sépaselo, fue capacitada para advertir a la doctora, con casi 15 minutos de antelación, cuando le sobrevendrá una crisis epiléptica, motivo por el que DEBEN permanecer juntas 24/7, lo que implica que también sea su compañera en los viajes de aprendizaje y enseñanza, como fue el caso, y por lo que su usuaria previno cumplir los requisitos y contar puntualmente con los documentos que les permitieran viajar juntas en cabina, mas…

No contó con que se toparían en el mostrador de AM con un energúmeno que al parecer responde al nombre de Brigitte Ramírez, y que sin la menor preparación, de forma extremadamente prepotente y soberbia, terminó provocando que las referidas perdieran el vuelo tras retenerlas por dizque documentación faltante, y seguramente encargar su posterior revisión meticulosa.

Perdieron tiempo oro mientras les esculcaban a fondo el equipaje, solicitando incluso e indebidamente el retiro del peto que le indica a la perra estar en tiempo de servicio.

Asimismo obligaron casi a desnudarse por completo a la doctora, a quien también le fue prácticamente arrancado el vendaje que por protección sanitaria cubre el catéter exterior que porta en su brazo izquierdo (para control médico de la Hipoplasia Medular Autoinmune que padece), comentándole a la vez improperios tales como que a lo mejor lo usaba para drogarse. A manera de corolario le saquearon los medicamentos de uso indispensable, expulsando incluso las tabletas de los empaques individuales, dado lo cual, inutilizándolas. Por fin…

Después de librar el conducido paso y escuchando que insistentemente la voceaban, Caro Pallares reempacó como pudo y junto a su perrita emprendió carrera hasta la puerta del avión donde fue recibida por una azafata que bajo un grado de perversión increíble las esperó, pero solo para cerrarles la puerta en plena cara. Hay muchos más detallitos pero ya no cuento con espacio, por lo tanto, la pelota queda en su cancha…producciones_serengueti@yahoo.com
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