C.C.P. Lilly Téllez , senadora de la república
"De lengua me como un taco” sería una buena manera de describir algunos de las promesas de campaña más recurridas por parte de candidatos de todos los partidos. Cuando los procesos electorales se acercan, todos quieren donar salarios, acabar con privilegios y sepultar el fuero a la vez. Existen villanos favoritos, a los que todos los políticos y aprendices de ellos necesitan atacar, como lo son los partidos políticos y los recursos que les otorga el Estado, o más bien dicho los mexicanos.
Por mucho tiempo los recursos de los partidos políticos, fueron cajas negras, poco se sabía de donde venía y lo que se hacía con estos dineros. Particularmente en la época de dominio priista, los recursos de los diferentes comités, llegaban por debajo del agua. Nadie sabía, a ciencia cierta, su origen o su monto, menos en qué se gastaba gran parte de ellos.
Luego, en la etapa democrática, vendrían los nuevos partidos políticos. Algunos de sus fundadores entendieron el esquema del financiamiento público, que aunque fiscalizables, resultaron una mina de oro. Ejemplo de esto fue la familia Riojas y su Partido de la Sociedad Nacionalista, que a través de empresas familiares, se convirtieron en los grandes beneficiarios a título personal de recursos públicos que debían ser utilizados en actividades de su instituto político.
Con fraudes o sin ellos, los montos que recibían los partidos anualmente escandalizaban a la sociedad, cada vez menos identificada con sus causas o su ideología, mucho menos con sus objetivos políticos, más personales que sociales. Algunos hablaron de reducir o quitar el financiamiento, pero fueron voces que no tuvieron eco entre los grandes tomadores de decisiones del país, ya que era a quienes menos convenía.
Luego vino el terremoto de septiembre de 2017. Al tiempo se discutía el presupuesto para los partidos y las elecciones de 2018. La bomba tronó y los partidos fueron blanco de los ataques de la sociedad mexicana, inmersa ésta en las historias de desgracias personales y materiales consecuencia del sismo, exigiendo la ayuda del gobierno y apuntando hacia los recursos asignados a los partidos.
Los líderes de los partidos necesitaban mandar un mensaje de solidaridad y empezaron a hacer entre ellos una especie de puja para ver quien daba más. Lleno de triquiñuelas, artificios financieros, juegos de conceptos y saludos con sombreros ajenos. La buena voluntad fue llamarada de petate.
Será difícil oponerse a esta propuesta presidencial, para cualquier partido será costoso y muy complicado argumentar por qué no apoyarían tal iniciativa, de cortar por lo menos a la mitad los más de 5 mil millones de pesos que recibirían los partidos en 2020. Quizá esta vez, el taco no podrá ser de lengua.
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