Opinión

CELAC: se les aguó la fiesta

CELAC: se les aguó la fiesta

CELAC: se les aguó la fiesta

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

En la VI Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) que tuvo lugar el 18 de septiembre, en el Palacio Nacional de la Ciudad de México, estuvieron presentes dieciséis jefes de estados; treinta y tres países son los que la conforman. Hubo ausencias importantes, sobre todo la de Brasil que abandonó este foro desde 2020.

Aunque hubo llamados a la unidad y la concordia, los dados estaban cargados: el invitado especial a las fiestas patrias que, se suponen, son celebraciones netamente nacionales, fue un personaje extranjero, el presidente de Cuba Miguel Díaz-Canel quién, además, hizo uso de la palabra el día 16 delante de las Fuerzas Armadas.

Curioso: ese día el Parlamento Europeo aprobó un documento en el que condena “la violencia y represión extrema ejercida contra los manifestantes, defensores de derechos humanos, periodistas independientes, artistas, disidentes y líderes políticos de la oposición por parte del gobierno cubano a raíz de las protestas del 11 de julio de 2021.” La protesta comenzó, pacíficamente, en San Antonio de los Baños, a unos 30 kilómetros de La Habana. Aquello se esparció como reguero de pólvora por todo el país. Díaz-Canel fue el primer instigador a la violencia al proclamar: “La orden de combate está dada, a la calle los revolucionarios.”

¿Acaso la invitación a que el dictador cubano hablara delante de las Fuerzas Armadas es un mensaje de advertencia para los disidentes mexicanos?

Con individuos de esa calaña, es decir, además de Miguel Díaz-Canel, Nicolás Maduro de Venezuela, era obvio que el llamado a la unidad y la concordia iba a saltar por los aires: Mario Abdo Benítez, Presidente de Paraguay comenzó su alocución diciendo: “Mi presencia en ningún sentido representa un reconocimiento al gobierno del señor Nicolás Maduro.” El autócrata venezolano gritó: “¡Ni del mío para el tuyo!

En su oportunidad, Luis Lacalle, Presidente de Uruguay sostuvo: “Cuando uno ve que en determinados países no hay una democracia plena, cuando no se respeta la separación de poderes, cuando desde el poder, se usa el aparato represor para callar las protestas…debemos decir que vemos gravemente lo que ocurre en Cuba, Nicaragua y Venezuela.”

En su intervención oficial, Nicolás Maduro, retó a Mario Abdo Benítez: “Ponga usted la fecha, el lugar y la hora, para un debate sobre la democracia, en Paraguay, en Venezuela y en América Latina.”

Allí está el meollo del asunto porque en realidad América Latina y el Caribe sufren una profunda división entre dos bloques: el bolivariano y las democracias liberales. Las democracias liberales como bien lo caracterizó el presidente uruguayo, se distinguen por: la separación de poderes, el respeto a las libertades civiles. Pero también por el reconocimiento de la competencia electoral libre y equitativa.

En contraste, en el comunismo (Karl Marx) practicado por Cuba, donde el sujeto político fundamental es el proletariado, no puede haber un sistema de partidos, ni derechos civiles, hay una asfixiante intromisión en la vida privada; no puede haber otro sistema ideológico más que el pensamiento oficial; no puede haber disidencia y si esta se presenta, es aniquilada inmediatamente.

En el populismo (Ernesto Laclau) practicado en Venezuela, Nicaragua y México, donde el sujeto político fundamental es el pueblo, los sistemas de partidos tratan de ser debilitados o quedar como simples membretes; la disidencia es acosada (a veces discretamente otras veces de manera descarada), se interpreta la historia a conveniencia de quien está en el poder. Se hace énfasis en los mecanismos propios de la democracia directa como la consulta popular, el referéndum, el plebiscito. Y, sobre todo, hay una conexión inextricable entre “el pueblo” y el líder. Quienes están en contra son catalogados como el no-pueblo (aunque sean la mayoría de los ciudadanos).

Como dijo el dictador húngaro Viktor Orbán en su discurso del 26 de julio de 2014 en Baile Tusnad, la populista es una democracia no-liberal.

Sería bueno que se pudiera dar ese debate entre Mario Abdo Benítez y Nicolás Maduro para ver qué malabares retóricos inventa el tirano venezolano con el fin de hacer pasar su régimen de terror por democracia.

Coincido, como Raúl Trejo, en referencia a la CELAC: “Lo más relevante en términos políticos y mediáticos fue el respaldo del presidente mexicano a los tiranos de Cuba y Venezuela…López Obrador quería mostrarse como promotor de una gran alianza latinoamericana. Terminó exhibiéndose como socio de dictadores.”

Desde que comenzó el estudio de las relaciones internacionales con Tucídides (454 a.C.—398 a.C.) quien analizó la disputa entre dos bloques de ciudades-estados: uno comandado por Atenas (la Liga Delos); el otro por Esparta (La Liga del Peloponeso) cada bloque trató de influir en las Polis del bando contrario tratándolas de convencer para que adoptaran el sistema de gobierno de ese grupo oponente.

Así, lo que vimos en el debate entre los miembros de la CELAC (reflejo de la lucha política que impera en América Latina y el Caribe) es la disputa entre el bloque bolivariano y el bloque de países que enarbolan la democracia liberal.

La lucha por la democracia liberal se está registrando entre países y dentro de los países latinoamericanos y caribeños.

Al optar por el bloque bolivariano, Andrés Manuel López Obrador traicionó a Benito Juárez quien afirmó solemnemente: “La democracia es el destino de la humanidad; la libertad, su brazo indestructible.”

jfsantillan@tec.mx