Opinión

¿Cómo se lograron vacunas tan rápido?

¿Cómo se lograron vacunas tan rápido?

¿Cómo se lograron vacunas tan rápido?

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

El martes de la semana pasada la mujer británica Margaret Keenan de 90 años fue la primera persona en el mundo en ser vacunada contra el SARS-CoV-2, no como parte de un proyecto de investigación, sino como parte ya del programa de vacunación abierta en el Reino Unido. El mismo martes, nuestro gobierno anunció en la conferencia de la mañana un esbozo del programa de vacunación. Algunas personas han manifestado su desconfianza por la rapidez con la que se logró esto, en buena parte por desconocimiento del tema.

Este es un logro enorme que probablemente no mucha gente pueda darle la dimensión que tiene y que, como sucedió con la llegada del hombre a la luna, lo sentimos como un triunfo de la humanidad. Y lo es. Pero, no hay que confundirse. No hay que irse con la finta, como decíamos en la primaria. Este es en efecto un triunfo de la humanidad, pero de esa fracción de la humanidad que desde hace muchos años decidió invertir en investigación científica básica. Sin esa inversión previa a lo largo de los años, esto no hubiera sido posible. Hagamos a continuación una reflexión al respecto.

El mundo supo de la existencia de una nueva enfermedad respiratoria originada en China cuando terminaba el 2019. Unas semanas antes de que termine el 2020, tenemos no una, sino varias vacunas ya probadas con éxito. El virus se esparció por el mundo como un chisme en la alta sociedad y se han registrado un poco más de 68 millones de casos, con un millón y medio de muertes, para una mortalidad del 2.2%. De seguir así, terminarían por infectarse los 7.5 mil millones de personas que, con esa tasa de mortalidad, significaría 165 millones de muertos. Hoy podemos pensar que no se va a llegar a ese extremo, gracias a la generación de vacunas a una velocidad inusitada y a otras medidas.

A los 10 días del 2020 el RNA del virus causante de COVID-19 ya se había secuenciado en su totalidad. No solo de un paciente, sino de muchos. Ya se conocía con precisión la estructura primaria de todas las proteínas que componen al virus y en ese momento se decidió iniciar lo necesario para hacer una vacuna. Esto fue posible gracias a que muchos años atrás los gobiernos de países que invierten en ciencia decidieron secuenciar por completo el genoma humano y, tomaron esa decisión, en una época en la que secuenciar 300 pares de bases de DNA se hacía en forma manual, llevaba 5 horas de trabajo y se sabía que el genoma humano tendría alrededor de 3 mil millones de pares de bases. Como el DNA hay que secuenciarlo en ambas hebras, para asegurar la fidelidad del resultado, eso significaba secuenciar 6 mil millones de pares de bases. Pero, quienes decidieron invertir en eso sabían, como lo demostraron los megaproyectos como el Apolo o el Manhattan, que cuando se invierte en un gran objetivo científico, surgen en consecuencia tecnologías nuevas que aceleran el proceso. Secuenciar el genoma humano llevó varios años, se hizo entre muchos laboratorios y costó 2.7 mil millones de dólares. Hoy en día hay laboratorios con tecnologías y robots que pueden secuenciar el genoma humano completo en un solo día. Hace 30 años secuenciar un millón de pares de bases costaba 10 mil dólares y hoy cuesta un centavo de dólar.

Fijarse el objetivo de secuenciar el genoma humano resultó en secuenciar además el genoma de centenares de especies, desde los virus hasta mamíferos y por lo tanto, cuando se secuenció el SARS-CoV-2 se tenía un cúmulo de conocimientos enorme para compararlo y entenderlo. Por eso se supuso de inmediato que la proteína SPIKE es la que interacciona con el receptor de membrana para internalizarse en la célula, lo que fue rápidamente corroborado por estudios de biología estructural en laboratorios que tenían la infraestructura necesaria, previamente instalada con fines científicos. Gracias a eso se determinó que, una vacuna útil contra el SARS-CoV-2 tendría que ser aquella diseñada para generar anticuerpos contra la proteína SPIKE. Aunado a esto, se corroboró que los anticuerpos de sobrevivientes de COVID que son capaces de neutralizar al virus están dirigidos en contra a la proteína SPIKE.

Por otro lado, la metodología y tecnología para hacer vacunas basadas en RNA lleva más de diez años desarrollándose. Múltiples laboratorios y empresas han invertido muchos recursos en este asunto, en la mayor parte de las veces sin mucho éxito. Sin embargo, aparece el SARS-CoV-2 y ni mandado a hacer. La tecnología para desarrollar vacunas en base a RNA parece que se hubiera desarrollado esperando a este virus. Tanto Pfizer, como la empresa Moderna de Cambridge Massachusetts, rápidamente construyeron una vacuna con esta base, hicieron las pruebas necesarias en células, en roedores, luego en macacos y finalmente en humanos en fase I, luego la fase II y la fase III en un tiempo récord. Esto se debió también a que las agencias que usualmente toman mucho tiempo para autorizar este tipo de estudios lo hicieron también en forma expedita.

Queda demostrado de nuevo que la inversión en la ciencia paga con creces. En muchas ocasiones no se sabe cuando lo hará, pero sabemos que el conocimiento generado eventualmente sirve de algo y que la infraestructura creada con el objetivo de generar conocimiento también servirá de algo. Como nuestro país se ha negado a invertir en serio en ciencia, ahora nuevamente tendremos que comprarles a esos países el producto terminado que nosotros no pudimos hacer. Más enriquecimiento para ellos, más pobreza para nosotros. Ojalá y lo que todo el mundo ha atestiguado, en relación con el desarrollo del conocimiento alrededor del COVID, sirva para que los tomadores de decisiones dejen de expresar su inconformidad con la inversión en un proyecto científico, porque no les parece que vaya a producir resultados útiles inmediatos. Finalmente, conocer el estado del desarrollo científico en el mundo y el tamaño de la amenaza que es el COVID para la humanidad, hace que uno entienda claramente como fue posible hacer una vacuna tan rápido y que se estén iniciando programas de vacunación en todo el mundo.

Dr. Gerardo Gamba

Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán e

Instituto de Investigaciones Biomédicas, UNAM.