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Cómo una octogenaria jueza de la Corte Suprema se convirtió en un icono pop en Estados Unidos

A Ruth Bader Ginsburg la fama le llegó tras cumplir los ochenta años, completamente por sorpresa. De estrella de internet pasó a verse representada en Saturday Night Live, y finalmente, un documental elevó su vida entera dedicada al feminismo y a los derechos civiles a la gran pantalla

Cómo una octogenaria jueza de la Corte Suprema se convirtió en un icono pop en Estados Unidos

Cómo una octogenaria jueza de la Corte Suprema se convirtió en un icono pop en Estados Unidos

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

“La gente me pregunta, en ocasiones: ¿Cuándo habrá suficientes mujeres en la Corte (Suprema)? Y mi respuesta es: Cuando haya nueve”. Son nueve en total. Estas palabras, que pronunció en 2015, definen a Ruth Bader Ginsburg y su carrera en el sistema judicial estadunidense: De una de las únicas siete alumnas en su promoción de 500 alumnos en Harvard en 1956 a ser apenas la segunda mujer en llegar al más alto tribunal del país más poderoso del mundo.

Ruth Bader Ginsburg falleció el 18 de septiembre a los 87 años víctima de un cáncer, el cuarto en poco más de una década. Su muerte ha provocado un terremoto político en EU, dado que ofrece la posibilidad al gobierno de Donald Trump de nombrar a un tercer juez conservador para un cargo vitalicio en menos de cuatro años. Esto provocará un desequilibrio ideológico en la Corte Suprema que puede tener consecuencias fatales para los derechos civiles en Estados Unidos durante más de una generación. Empezando por los derechos reproductivos, claro.

DE GINSBURG A RBG

Sin embargo, la muerte de Ginsburg va más allá de lo judicial y de lo político, puesto que con su muerte, el país pierde al que es, probablemente, el icono pop más improbable de su historia. Tras la muerte de Ruth Bader Ginsburg, o Notorious R.B.G. (La notoria R.B.G.), cientos, incluso miles de personas desafiaron a la pandemia para rendir tributo a su memoria en la escalinata misma de la Corte Suprema en Washington.

Entre ramos de flores y carteles, destacaba el rostro de Ginsburg ataviada con el collar que elegía para los días en que iba a discrepar del fallo de la Corte, y con una corona de oro y las letras R.B.G. escritas en una tipografía típica del hip hop. Y es que RBG tomó su nuevo nombre, del influyente rapero Notorious B.I.G., fallecido en 1997. “Ambos tenemos en común que nacimos en Brooklyn”, presumía ella.

¿Pero cómo terminó una jueza octogenaria de la Corte Suprema de Justicia de EU caracterizada como rapera en playeras y cartelería de todo tipo? Es más, ¿cómo uno de los trabajos que cualquier joven podría considerar como de los más aburridos del mundo terminó generando tanto furor entre la juventud progresista del país?

“DISIENTO"

La explicación la encontramos en otra popular imagen que retrata a RBG y que estaba presente en las ofrendas: La de su cara, con los ojos censurados con un cartel que reza: “I dissent” (disiento). Y es que Ginsburg, una mujer de origen en la clase media-baja de Brooklyn, Nueva York, hizo su carrera a base de disentir. Disintió cuando se resistió a acatar el machismo rampante del patriarcado extremo de mediados del Siglo XX y decidió dedicarse, primero a la abogacía y, cuando vio que nadie la contrataba por ser mujer, a la magistratura. Disintió cuando a inicios de los años setenta formó parte de los fundadores de la icónica Asociación Estadunidense por los Derechos Civiles (ACLU), en su grupo dedicado a los derechos de las mujeres.

Con su ejercicio legal feminista en la ACLU, disintió incluso del propio feminismo eligiendo a hombres como herramienta para ejercer sus causas feministas ante la Corte Suprema. Por ejemplo, defendió que un hombre que había quedado viudo debía tener derecho a percibir la pensión de viudedad que reservaban a las mujeres. Porque las mujeres eran vistas como las únicas encargadas del hogar que, sin su hombre, perecerían en la tarea. Y ganó. En total, como abogada feminista en los años setentas, ganó cinco de seis casos en el Supremo.

Pero lejos de ser una idealista, Ginsburg fue pragmática, y cuando alcanzó el rango de jueza federal de EU, se ganó una fama de moderada tal que, cuando Bill Clinton la nominó para el Senado en 1993, su candidatura se aprobó con holgada mayoría. Dentro de la Corte, trató de mantener el mismo perfil, pero a medida que la corte se fue escorando hacia la derecha, bajo el mandato de George W. Bush, el disentir de RBG brotó de nuevo. Y con cada voto particular que emitía, con cada ensayo que escribía disintiendo, su…. notoriedad creía.

DE LA CORTE AL CINE

Uno de estos casos fue el que convirtió a Ruth Bader Ginsburg en Notorious RBG. En 2013, la Corte Suprema anuló una cláusula de la Ley de Derecho del Voto que obligaba a algunas jurisdicciones con un historial de discriminación a pedir autorización federal para hacer cambios en sus procedimientos para votar. Ginsburg escribió un voto particular, en el que afirmó que “la triste ironía de la decisión responde a la absoluta incapacidad (de la corte) de entender por qué (esta ley) demostró ser efectiva”.

Shana Knizhnik, una estudiante de segundo año de la Escuela de Derecho de Nueva York, reaccionó al fallo, y al escrito de Ginsburg, creando una cuenta en la red social Tumblr con el nombre Notorious RBG. Era la época dorada de Tumblr, y su cuenta creció y creció.

Tal empezó a ser la fama de Ginsburg, que el histórico programa satírico Saturday Night Live, de la cadena NBC, comenzó a imitarla y a convertirla en protagonista de múltiples sketches. La entrañable y sorprendente amistad de Ginsburg con el juez conservador Antonin Scalia, fallecido en 2016 –él decía de ella: “No hay nada que no te pueda gustar (de Ginsburg)… excepto su visión de la ley, claro”—, derivó incluso en una ópera, y más adelante, en 2018, la vida de RBG llegó a la pantalla grande, con el título “RBG, jueza icono”, que logró una nominación a los Oscar en la categoría de mejor largometraje documental.

Así fue como toda una vida dedicada a la lucha por los derechos de las mujeres y los derechos civiles en general llegó al gran público y convirtió a Ruth Bader Ginsburg en un gigantesco icono del progresismo millennial y centennial, que transcenderá incluso a su muerte. En el tráiler de su documental, mirando a cámara con su habitual mirada penetrante y con una media sonrisa, RBG mandaba un mensaje para las nuevas generaciones: “No pido ningún favor para mi sexo; todo lo que pido a nuestros correligionarios es que quiten sus pies de nuestros cuellos”.