Alto al fuego y embargo de armas. Éstos son los pilares del acuerdo al que llegaron ayer los aliados internacionales que apoyan al gobierno libio respaldado por la ONU y a las fuerzas rebeldes.

El acuerdo se selló en una conferencia internacional en Berlín, la primera vez que se reúne a los países considerados “actores relevantes” en el país norteafricano, rico en petróleo: Rusia y Egipto, que apoyan al coronel rebelde Jalifa Hafter, y Turquía e Italia (la antigua potencia colonial), que apoyan al presidente del Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA) de Libia, Fayed al Serraj.

No obstante, ni Hafter ni Serraj firmaron el acuerdo, y ni siquiera se vieron las caras durante la conferencia, dadas sus diferencias.

Sin embargo, la anfitriona de la reunión, la canciller Angela Merkel, consideró un gran avance el acuerdo.

“Se puede decir que la Conferencia de Libia supone una importante contribución a los esfuerzos de paz de la ONU”, aseguró Merkel en rueda de prensa al término de la Conferencia de Berlín.

“Peligrosa escalada”. Por su parte, el secretario general de la ONU, António Guterres, indicó que se ha logrado un acuerdo “muy importante” porque la escalada de la violencia en los últimos días era “extremadamente peligrosa”.

El documento apuesta por una tregua “duradera” y “verificable” e insta a todos los actores a cumplir de forma “unívoca” con el embargo de armas. Merkel recalcó que el embargo de armas debe ser “fuertemente controlado” para su cumplimiento y celebró que los aliados de ambas partes se han comprometido a no enviar más tropas y armamento a Libia, como ya habían hecho Rusia y Turquía.

Además de evitar una guerra civil inminente, el acuerdo busca evitar el riesgo de conflicto regional o el resurgimiento del Estado Islámico.