Opinión

COVID-19: la casa siempre gana y agandalla

COVID-19: la casa siempre gana y agandalla

COVID-19: la casa siempre gana y agandalla

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Me parece que serían pocas las voces y las plumas que a estas alturas de la epidemia del Covid-19 en diversas partes del mundo, no vean el terrible reflejo del capitalismo que se encamina a otra crisis similar a la de hace doce años, con una serie de agravantes de la que no es posible desentenderse, aunque hay todavía un puñado de locos seriales que quieren culpar al Gobierno de una pandemia que comparte una de las características del corporativismo financiero: su carácter global.

La crisis del capitalismo concentrador encontró en esta pandemia un mecanismo que le permitió extenderse hacia las partes más vulnerables de la sociedad mundial, recursos artificiales de respiración para ampliar por otros años un modelo de crecimiento que se encuentra en jaque y que se está llevando la sostenibilidad del planeta entre sus fofas e inútiles piernas.

Los sectores más débiles pagan los platos rotos y los sectores medios aspiracionistas entran en un espiral de terror que no les permite ver con claridad lo que sucede en su entorno. Algunos sin darse cuenta, y otros por un puñado de monedas, como sucede con los bien llamados borolaboots (lerdos, vulgares y dignos de conmiseración), están contribuyendo a la oxigenación artificial de un modelo que entre otras de sus nefastas consecuencias depositó en el libre mercado los servicios más elementales que una sociedad requiere para prosperar, como son la salud, la educación y la seguridad.

El pánico y el trastorno con los que muchos están actuando por un nuevo virus con un bajísimo grado de mortalidad, en relación con otras enfermedades pandémicas y con las miles de personas que mueren diariamente de hambre en el mundo, es otra cara de la crisis del Covid-19.

Ejemplos de esta locura y ceguera, que tiene desde luego muchos matices, los podemos encontrar por dos de cada tres piedras que levantemos en nuestro peregrinar por el mundo virtual, dado que algunos nos podemos dar el lujo de estar en cuarentena.

Uno muy lamentable son las compras de pánico de papel higiénico, mercado que en México, dicho sea de paso, está monopolizado por Claudio X González. El departamento de policía en Newport, USA, tuvo que recurrir a las redes sociales “para pedir a los ciudadanos que no llamaran al número de emergencia si se quedaban sin papel higiénico: ‘Sea ingenioso, tenga paciencia. Hay una escasez de papel higiénico, sin duda. Pero no llame al 911. No podemos traerle papel’” (El economista). Así se manifiesta el miedo ante un modelo que está en decadencia.

Un caso patético que se dio a nivel nacional fue el de un tal Carlos Miranda, quien subió a sus redes un video, replicado por el narcoborolismo, en el que se observa a un pésimo actor, en medio de varios “cofs, cofs” de la más pedestre utilería, afirmar que se contagió, sin viajar al extranjero, de Covid-19 y urgiendo a la población al inmediato confinamiento. El tipejo en cuestión no tiene ningún síntoma visible de deterioro en su salud. Como este caso se vendrán en avalancha varios, porque desde luego que la enfermedad manifiesta una curva ascendente.

Será responsabilidad de todos mantener a raya a la verdadera pandemia, que encuentra en el miedo y la desinformación su más preciado caldo de cultivo.

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