Opinión

Covid-19 y pobreza

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Covid-19 y pobreza

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

La pobreza es un fenómeno tan antiguo como la sociedad misma. A lo largo de la historia las élites han incrementado su riqueza propiciando la depauperización de amplios sectores de la población. En las sociedades contemporáneas este fenómeno es complejo, porque en diversos momentos de su evolución ha llevado a situaciones de disrupción social que han afectado la estabilidad sistémica. El día de hoy la extensión de la pobreza preocupa a ciertos sectores de las élites desde una perspectiva moral y no como un asunto de justicia.

En el presente la presencia de la pandemia ha agravado la pobreza de sectores de por sí ya en una situación delicada de marginación social. Los datos del incremento de este fenómeno son alarmantes. El Banco Mundial calcula que la pandemia ha empujado entre 88 millones y 115 millones de personas más a la pobreza extrema en 2020. Estima que la cifra total llegará a los 150 millones para 2021, eso dependerá de la profundidad de la contracción económica.

Por otra parte, según cálculos del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), unos 207 millones de personas se sumarían a las filas de la población que vive por debajo de la línea de pobreza como consecuencia de la crisis económica resultado de la pandemia de COVID-19, para elevar así a mil millones la cantidad de personas que estaría en esa situación en 2030.

La pobreza extrema, definida como la situación de quienes viven con menos de?1.90 dólares?al día, probablemente afecte al 9.1?% o el 9.4?% de la población mundial en 2020, según el Informe Sobre Pobreza y Prosperidad Compartida (Poverty and Shared Prosperity Report), que se publica cada dos años. Esa tasa representaría una regresión a la registrada en 2017, que fue del 9.2?%. Si la pandemia no hubiera convulsionado el mundo, la tasa de pobreza habría descendido al 7,9?% en?2020, según se preveía.

Si bien menos de la décima parte de la población mundial se ubica por debajo de la línea de sobrevivencia de?1.90 dólares?al día, cerca de la cuarta parte vive con menos de?3.20,?y más del 40?% de los habitantes del mundo (casi 3 mil 300?millones de personas) se sitúa por debajo de la línea de los?5.50.

Según informe publicado, por ONU Mujeres, en 2020, la pandemia sumirá a 96 millones de personas en la pobreza extrema en 2021, 47 millones serán mujeres y niñas que vivirán con 1.90 dólares o menos. En consecuencia, el número total de mujeres y niñas en pobreza extrema se elevará a 435 millones.

El aumento de la pobreza ocasionado por la pandemia profundizará la brecha de pobreza entre los géneros. Esta situación se refleja con mayor intensidad entre las personas de 25 a 34 años, es decir, en su período productivo y de formación de la familia. En 2021, se prevé que, en el mundo, habrá 118 mujeres de 25 a 34 años en situación de pobreza extrema por cada 100 hombres del mismo grupo etario, y este índice podría elevarse a 121 mujeres pobres por cada 100 hombres pobres en el 2030.

Desde UNICEF recuerdan que el número de niños que viven en una situación de pobreza multidimensional se ha disparado 15%, hasta alcanzar aproximadamente los 1200 millones; al menos 24 millones de niños corren el riesgo de abandonar la escuela; y miles más podrían morir cada día si la pandemia sigue debilitando los sistemas de salud.

Si pasamos a revisar la situación de la pobreza por conglomerados de países, nos encontramos con que, según los datos de la ONU, los 47 países menos desarrollados representan menos del 1.3% del Producto Interno Bruto (PIB) mundial pese a ser hogar de mil 60 millones de personas. En 2019, el PIB per cápita promedio en esas naciones fue de apenas mil 88 dólares en comparación con un promedio mundial de 11 mil 371 dólares.

Por su parte la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) estimó que el año pasado la tasa de pobreza alcanzó a 33.7 por ciento de la población y la tasa de pobreza extrema a 12.5 por ciento. Ante esta situación los Gobiernos latinoamericanos implementaron 263 medidas de protección social de emergencia en 2020, que alcanzaron casi a 50 por ciento de la población (326 millones de personas).

Según la ONU, sin esas acciones la incidencia de la pobreza extrema habría alcanzado 15.8 por ciento y la pobreza 37.2 por ciento de la población. Además, el nivel del PIB per cápita regional de 2020 fue igual al de 2010. América Latina nuevamente enfrenta una década perdida, como la vivida en 1980.

Otra repercusión, es que la crisis ha traído aparejada una modificación de la estructura social en América Latina. El número de pobres se ha incrementado, los pobres de ayer, ahora son más pobres y la clase media se ha depauperado de manera relevante, pues el sector más bajo de esta clase pasó de ser el 20.4 por ciento de la población, en 2019, al 9.1, en 2020. Lo cual significa que cerca de 100 millones de personas sufrieron una movilidad económica y social descendente.

En el caso de México, diversas fuentes han estimado que aproximadamente 10 millones de mexicanos cayeron en una condición de pobreza extrema de ingresos, lo cual no les permite adquirir la canasta básica de alimentos. Antes de la contingencia sanitaria, 25 millones de mexicanos tenía carencia alimentaria y casi el 50 por ciento de la población carecía de una dieta balanceada (Coneval).

Para 2020, la pobreza por ingreso se calcula en 70.9 millones de personas, equivalente al 56.7% de la población. En contraste, en 2018, 61.1 millones de mexicanos ganaban por debajo de la línea de pobreza, lo cual representaba 48.8% del total de habitantes. La pobreza extrema por ingresos aumentó entre 6.1 y 10.7 millones de personas, para llegar al total de 31.7 millones de mexicanos, un 25.3% de la población.

La disminución del PIB de México, en 2020, fue del 8.5%, la más pronunciada desde 1932, pero no se puede dejar de lado el impacto de la pandemia sobre la economía. Los pronósticos de crecimiento para 2021 varían desde, el conservador 4.3% del FMI al 6.7% del Banco de México. Es obvio que, para ningún país del mundo, por relevante que sea el crecimiento del PIB, le será suficiente para recuperar el nivel de antes de la pandemia. La recuperación económica será larga y lenta.

La pandemia ha hecho inocultable y ampliado las grandes brechas estructurales en el mundo, aunque hay regiones y países donde la situación es más delicada. El desconocimiento y ausencia de alternativas para salir de la crisis ocasionan una situación de incertidumbre, no sólo económica, sino social, de salud y política. La situación amerita una reconfiguración de las relaciones económicas y políticas a nivel global y, al interior de las naciones se requiere la construcción de un nuevo pacto social, que sólo puede darse a través de la concertación.

El Banco Mundial afirma que la pandemia, los conflictos armados y el cambio climático son los tres factores cuya confluencia está impulsando la crisis actual y extenderá su impacto hacia el futuro, es necesario agregar la desigualdad social como causa y, no sólo como efecto. En el artículo anterior (21 de febrero) analizamos el incremento de la acumulación de la riqueza durante la pandemia. Las élites no tienen conciencia de que la pandemia ha colocado a la sociedad en una encrucijada. De no transformarse las relaciones globales para terminar con los conflictos armados, de no detenerse el deterioro de la naturaleza y la desigualdad económica y social, el deterioro de las relaciones sociales y el daño al planeta nos llevarán por derroteros inciertos.

*Profesor UAM-I,

@jsc_santiago

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