Opinión

Crítica a la "Guía Etíca para la Transformación de México"

Crítica a la

Crítica a la "Guía Etíca para la Transformación de México"

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

El 26 de noviembre, el presidente Andrés Manuel López Obrador, dio a conocer La Guía Ética para la Transformación de México. El primer párrafo de la “Presentación” señala: “El comportamiento apegado a normas éticas es indispensables para vivir en armonía con nuestra conciencia y para el bienestar y buen funcionamiento de las parejas, las familias y las amistades, las vecindades y multifamiliares, los barrios, las ciudades, los ejidos, las comunidades, las organizaciones civiles, las empresas, las instituciones, los países y hasta la comunidad internacional. En cambio, el abandono de tales normas conduce más temprano que tarde a las conductas antisociales, al desprecio de la ley, a la destrucción de la paz y a la desintegración en todos los niveles de la sociedad.”

A continuación, se afirma que el reforzamiento de los valores éticos evita la espiral degenerativa de la civilización a la barbarie. Gracias al sentido ético se facilitan los acuerdos y se impulsa “el desarrollo de sociedades fuertes, libres y justas. Mientras más se extienda en la sociedad el sentido ético, mayores serán el bienestar y la armonía social, habrá una mejor convivencia y será menor la necesidad de perseguir delitos.”

Enseguida, la “Guía Ética” la emprende contra lo que llama el régimen neoliberal que, en realidad, se conoce como “modelo de desarrollo neoliberal” porque no se trata en sí de una forma de gobierno, sino de una estrategia económica. De acuerdo con el documento presentado por el Jefe del Ejecutivo el neoliberalismo se cimenta “en valores como la competitividad, la rentabilidad, la productividad y el éxito personal en contraposición a la fraternidad y a los intereses colectivos; predicó que la población debía acomodarse a los vaivenes de la economía, en vez de promover una economía que diera satisfacción a las necesidades de la gente; los más altos funcionarios dieron ejemplo de comportamientos corruptos y delictivos y de desprecio por el pueblo y hasta de la vida humana.” Se dice que el dogma neoliberal tuvo como consecuencia un declive moral generalizado en el país.

No obstante, los autores del texto pasaron por alto la distinción básica entre moralidad y legalidad; una separación que es fundamental para entender la construcción del mundo moderno y el laicismo. Me explico: durante el Medievo estaba permitido que tanto la autoridad civil como la autoridad eclesiástica (que muchas veces actuaban al unísono) juzgaran a las personas no solamente por lo que hacían, sino también por lo que pensaban. Incluso podían infligir castigos corporales a los infractores.

Autores como Cristian Thomasius (1655-1728) e Immnuel Kant (1724-1804) establecieron que la autoridad pública únicamente podía exigir el apego externo a las normas jurídicas; en cambio, los individuos son responsables solamente frente a su propia conciencia de sus actos morales; los deberes para consigo mismo frente a los deberes para con los demás. Forum internum y forum externum. De esta manera, surgió la formalidad del derecho moderno; la interioridad es un espacio que queda reservado a las personas.

Así nació el liberalismo jurídico-político, fijándole linderos a la Iglesia y al Estado. Esas autoridades no pueden entrometerse en la conciencia de las personas, mucho menos imponer sanciones. Es más, esta argumentación es la que establece la separación entre la autoridad espiritual y la autoridad civil. De allí nacieron las libertades civiles como la libertad de pensamiento, la libertad de expresión, la libertad de prensa, el pluralismo y la tolerancia.

Por ese motivo, la frase con la que empieza la “Guía Ética” (y toda la Guía en sí), viola el pensamiento liberal: “El comportamiento apegado a normas éticas es indispensables para vivir en armonía con nuestra conciencia.” (Guía Ética). Pero, la conciencia de cada uno de nosotros no es de la incumbencia de la autoridad pública. Esa es una frontera infranqueable entre la soberanía individual y la soberanía del Estado. Si esa barrera es rebasada entonces ya no nos encontramos en un régimen liberal-democrático, sino en un Estado totalitario o en un Estado teocrático. En estos dos últimos casos los gobiernos trasgreden la individualidad y convierten a las personas en masas a las cuales se les impone una sola verdad so pena de sufrir persecuciones, cárcel, tortura y muerte.

En otro fragmento de la “Guía Ética” se lee: “La Cuarta Transformación de la Vida Pública Nacional se ha propuesto erradicar la corrupción, construir un Estado de Bienestar y de derecho…Para cumplir tales propósitos es obligado impulsar una revolución de las conciencias, esto es, construir una nueva ética humanista y solidaria que conduzca a la recuperación de valores tradicionales mexicanos y universales y de nuestra grandeza mexicana.”

El humanismo (Eramo de Rotterdam, 1466-1536, La educación del príncipe cristiano) y el solidarismo (Guillermo Malavassi-Vargas “El sentido cristiano de la solidaridad” son tendencias conservadoras, contrarias al juarismo liberal que tanto pregona Andrés Manuel López Obrador.

Benedetto Croce (1866-1952) fue mucho más claro. En su libro Ética y política (Bari, Laterza, 1954, p. 105) escribió: “la honradez política no es otra cosa que la capacidad política.” ¿Dónde están los resultados de su gobierno señor López Obrador? ¿O anda más distraído edificando su teocracia populista?

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