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Crónica de un ¿fracaso? anunciado

Cuando se anunció la histórica cumbre de Singapur entre los dos líderes, el escepticismo reinaba en el ambiente, pero ¿y si Trump, con su nula ortodoxia, lograba abrir una puerta que parecía cerrada?

Crónica de un ¿fracaso? anunciado

Crónica de un ¿fracaso? anunciado

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Hace dos años, en apenas semanas, pasamos de ver a Donald Trump amenazar a Corea del Norte con borrar al país del mapa con el poderío de su ejército (ergo, matando a millones de personas en nombre de la paz y la democracia) a lanzar alabanzas inauditas a Kimg Jong-Un, que había pasado de ser el “hombre cohete” a un líder brillante.

Cuando se anunció la histórica cumbre de Singapur entre los dos líderes, el escepticismo reinaba en el ambiente, pero ¿y si Trump, con su nula ortodoxia, lograba abrir una puerta que parecía cerrada?

A inicios de la década de los 2000, la dictadura estalinista mantuvo diálogos multilaterales por años, incluso en un inicio formaba parte del Tratado de No Proliferación de armas nucleares, claro está, cuando aún no tenía la bomba nuclear.

Aquellas pláticas terminaron diluyéndose como azúcar en agua cuando el lastre de la hambruna y crisis de los noventa en Norcorea pasó y el país vio que podía pisar el acelerador de su programa nuclear. La estrategia dibujada por el antiguo “querido líder”, Kim Jong-Il, quedó clara: Hacer creer a sus vecinos que estaba dispuesto a negociar cuando su país pasaba ciertas necesidades, para levantarse de la mesa luego cuando ya no lo requería.

Y el proceso iniciado por Trump contaba con una dificultad mucho mayor, dado que la hermética nación, desde 2011 bajo la batuta de Kim Jong-Un, ya contaba con un arsenal nuclear, aunque pequeño, respetable. Lejos de ser un loco, Kim sabe perfectamente ahora, y lo sabía hace dos años, que sus armas nucleares son su mejor garantía de supervivencia.

Trump ignoró el escepticismo de los expertos, pero tras la histórica y positiva cumbre de Singapur en junio de 2018, en la segunda, en Hanói en febrero de 2019, las cosas se complicaron cuando vio que sería muy complicado lograr que Pyongyang renunciase a su armamento nuclear. El diálogo se estancó. Y ayer, Norcorea dijo “basta” una vez más al diálogo, quitando de la mesa de negociación precisamente esta oportunidad de desnuclearizarse.

El presidente de EU reaccionó al anuncio con calma. Incluso estando mucho más loco que Kim, Trump sabía que en este diálogo tenía mucho que ganar y poco que perder. Al fin y al cabo, lo más normal del mundo era que las negociaciones fracasaran, y cualquier avance era un éxito inmediato, aunque, como así parece ser, todo terminara en nada.

Es por esto que el fracaso de las negociaciones con Corea del Norte no supone un problema real para las perspectivas del republicano de reelegirse en 2020 (más allá de la poca relevancia que la política internacional tiene en el marco mental estadunidense de cara a las presidenciales). Es más, es posible que recuperar la posibilidad de coquetear con la opción de masacrar a la pequeña dictadura, al menos de palabra, resulte atractivo para un Trump en campaña.

marcelsanroma@gmail.com