Opinión

Cuando veas las barbas de tu vecino cortar...

Cuando veas las barbas de tu vecino cortar...

Cuando veas las barbas de tu vecino cortar...

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Lo entregó todo al fuego,

que no hace distinción

entre los culpados y los que no lo son.

Lucius Mestrius Plutarchus

Ignoro si la razón asiste a la frase atribuida a Harry Houdini, respecto a que el fuego es, de entre LOS ELEMENTOS, el más terrible, mas sin duda sí que lo fue durante el cierre de año, cuando mostrando músculo en Australia hizo víctimas de su absoluto poder a millones… sí… mi-llo-nes de animales que terminaron ardidos o muertos por asfixia o con lesiones permanentes que los invalidarán para la vida libre y los que la libraron, aunque se hayan refugiado en lo más profundo de la tierra, cuando salgan, si salen, de no ingeniárselas, especialmente los endémicos, perderán la vida ante la desaparición del ecosistema al que pertenecían. El caso es que…

Habiéndome programado para iniciar las colaboraciones de este 2020 con el mejor de los ánimos, me vi forzada a tomar otro rumbo principalmente por tal episodio y por otro, que al igual me mantiene consternada. El primero, tan solo de pensar en el sufrimiento, angustia y dolor físico de esas tantísimas criaturas que encima de que el violento fuego se ensañó con ellas en el sudeste australiano, topaban con alambrados de púas que les impidieron seguir su carrera a fin de no ser alcanzados por las demoniacas llamas, mas inútilmente, quedando entonces como estatuas de ceniza a la espera de que el soplo de una ventisca, cuya real pretensión era otra, dejara al descubierto su endeble esqueleto. Ver asimismo a los tiernos koalas —para peor los de Isla Canguro, población sana respecto a la clamidia (infección bacteriana de transmisión sexual que particularmente los afecta dejándolos ciegos, infértiles o muertos) que presentan casi el 90 % de estos animalitos en el resto del continente— que por cientos buscaban salvarse aunque fuera a manos humanas, dedicadas, eso sí y por entero, a su salvación o por lo menos a que fuera menos dolorosa su agonía. En fin, que no superado aquel apocalipsis sobrevino tragedia sin parangón en plena Noche Vieja, cuando se informó acerca del incendio en la Casa de Monos del zoológico de la ciudad de Krefeld, en Alemania, a causa de una cretinísima acción de tres mujeres, que provocaron con la misma la muerte de una treintena de animales: cinco orangutanes, un chimpancé, dos gorilas de llanura, entre ellos el dignísimo MASSA, considerado el más viejo de Europa, ya con 45 años de edad, además de otros monos pequeños y aves, y todo, porque las infantiloides señoras, ya bastante creciditas, tuvieron a bien “lanzar” al cielo sus deseos de Año Nuevo metidos dentro de farolas chinas que el viento llevó hasta el recinto que resguardaba a esos inocentes que terminaron su vida abrasados, puesto que simplemente para sus confortables camas el material utilizado es altamente inflamable. Como a las responsables se les reconoce haber confesado voluntariamente su tarugada, a la que se suma haber adquirido los artefactos por internet bajo conocimiento de que su uso está prohibido en casi todo el territorio teutón, las autoridades decidieron reservar sus generales en conocimiento más que nada del odio que sobre ellas se levantó.

Lo anterior me hace especial circo en el alma, porque pese a que por dos experiencias vividas personalmente —una tras el incendio de unas viejas caballerizas que había en la Primera Sección de Chapultepec y otra por suceso similar acontecido en el hospital veterinario del Zoológico— fui especialmente exigente y meticulosa para que todos los recintos planeados para la reconstrucción de este último sitio contaran con sistemas contra fuego, cuando muchos años después de terminar mi administración y a fuerza de una situación que quiero borrar de mi memoria, reingresé precisamente a la zona interna de grandes primates, di cuenta de que las mangueras de los hidrantes ahora eran “lianas" en los exhibidores de algunos pequeños primates; que de los extintores no quedaba uno, y que de la instalación para los hidrantes solo quedaba como recuerdo una vieja y oxidada carcasa roja. Siendo así, solicito… exijo… encarecidamente a la jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum y a la secretaria de Medio Ambiente Marina Robles, que como responsables máximas de los zoológicos capitalinos ordenen la revisión de tal equipo en las tres instalaciones y actúen en consecuencia.

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