De crecimiento a crecimiento...
"Crecemos según nos trate la vida"
Kate MortonRecordando hace algunas semanas a aquel supersecretario de Hacienda, Antonio Ortiz Mena, que me recordó un estupendo escrito del también economista Vidal Llerenas, me temo haber decepcionado aún más a los amables lectores con las cifras que alcanzó el crecimiento del PIB nacional actual en comparación con el de la época del Desarrollo Estabilizador:¡6.8 por ciento, promedio, entre los años 1954 y 1970...!
Pero llegó Echeverría y nos despachurró…Dato necesario para la gente joven:
¿Por qué ocurrió el regocijo presidencial del inicio de este agosto? Claro, por el ruido de las calificadoras y los organismos financieros, propios y extranjeros, que si bien estimaban como destino inminente oootra vez la recesión económica luego del anuncio inicial de cero crecimiento, el gobierno se salvó por el ya conocido casi microscópico de 0.1 por ciento, a ocho meses escasos de ascender al Poder.
A la mañana siguiente, en su entrevista mañanera, un feliz Jefe de Estado lució tan exaltado que, con el peso de sus otros datos, elevó el crecimiento oficial del PIB a ¡0.3 por ciento..! y reiteró que cuando llegue al final de su sexenio, entregará un país que habrá crecido —más que casi todo el resto del planeta…— a un ritmo de ¡3 por ciento anual...!El presidente López Obrador ha afirmado que considera la época del Desarrollo Estabilizador como la ruta que su gobierno debiera tomar, pero es muy probable que si él sigue tomando decisiones como las que mañana le voy a enumerar, ni con el modelo económico estadunidense logre los éxitos que aspira dejarle al país cuando (¿…?) entregue el poder, como lo hizo LEA, quien entendió corregir como repartir dinero a raudales y dejar que la corrupción, nunca ausente de la vida mexicana, se abriera mayor espacio; y para rematar las esperanzas populares decidió que ocupara el gran sillón su viejo amigo José López Potillo, de manera que ambos se convirtieron en los depredadores principales del —México—Revolucionario y enfangaron sus administraciones de manera, que como ejemplos de buen gobierno, nunca más fue posible considerarlos.Quede aquí lo anterior para desear que usted, como nuevo secretario de Hacienda y responsable principal de los dineros del país, decida en negativo si retoma alguno de esos modelos y abra un nuevo camino, de dignidad y decencia, que no le llene de billetes sus arcas personales, sino que abrillante su calidad de hombre limpio.
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