Opinión

Del mestizaje versus la descolonización

Del mestizaje versus la descolonización

Del mestizaje versus la descolonización

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Todos los países han construido símbolos patrios, mitos acerca de su historia. No sólo me refiero a la mitología inicial de las culturas, a sus dioses y versiones del cosmos y del surgimiento de la humanidad sino a los mitos sobre cómo se formaron y consolidaron las naciones a partir de la modernidad y, desde luego, cómo caminaron tiempo después. Las historias de la cultura popular también han participado. El caso es que en los países los actos heroicos (los niños héroes), los héroes (el Pípila, Hidalgo,) que “nos dieron patria” se concibieron para definirnos. Todos los relatos posibles pueden tejerse y alimentarse según las épocas. La revolución en México creó los suyos propios a partir de la Independencia.

Más allá de por qué requerimos estas narraciones para constituir un concepto sobre el inicio, sobre el arranque primigenio, nos topamos con amplias y múltiples versiones de cómo hemos entendido en nuestro país nuestra mexicanidad. Hoy, por ejemplo, la Cuatroté quiere imponer una “narrativa” de nuestra Historia. La “descolonización” del Paseo de la Reforma interrumpe por completo un discurso. La famosa avenida brotó durante el trágico imperio de Maximiliano de Habsburgo, a partir de los conceptos urbanísticos europeos. Terminado el imperio del austríaco, el mismísimo presidente Benito Juárez continuó con el proyecto, pero le cambio de nombre del Paseo de la Emperatriz a Paseo de la Reforma. Lo comprendo muy bien. El proyecto no debía interrumpirse, pero sí resignificarse conforme a la noción de república. Respetó, como explica el doctor Zavala, que las esculturas explicaran los momentos más importantes de la nuestra Historia de manera cronológica (ver, Nieves, Beatriz, “El paseo de la Reforma en la mirada del doctor Silvio Zavala”, Revistas.inah.gob.mx, 2013). La primera glorieta estuvo destinada a Cristóbal Colón, la segunda al drama de la Conquista con la efigie de Cuauhtémoc y, al final, el monumento a los Niños Héroes. Entre mitos y verdades me parece muy pertinente. En el Paseo de la Reforma se congregaban momentos álgidos de nuestra Historia, verdaderos o no. Cabe mencionar aquí que le doy las gracias a mi amigo el doctor en física Pedro Bosch Giral, que sabe de todo, por haberme remitido a Silvio Zavala.

Pero el caso es que ya no será así. Tener a Cristóbal Colón al inicio del Paseo resulta colonizante, según la doctora Beatriz Gutiérrez Müller, esposa de Andrés Manuel López Obrador, y de la doctora en ingeniería Claudia Sheimbaum, regenta de la ciudad.

El doctor Zavala acariciaba la idea de que la Diana Cazadora se pasará a otro sitio, en tanto que no correspondía con el planteamiento histórico. Pues sí, pero quizá ya adquirió derechos de cultura popular y urbana de estar ahí. Ahora aguardamos una escultura descolonizante que reinterprete nuestra saga histórica. Según parece, ya no será la enorme cabeza de Tlali, cuyo rostro pretende ser olmeca y su nombre náhuatl, después de la incontinente crítica en las redes sociales. Ahora no sabremos con qué habrán de sustituir la escultura de Cristobal Colón y la de sus frailes evangelizadores hechas por el francés Charles Cordier en el siglo XIX y que no se avienen con el registro autóctono de Mesoamérica. Cualquiera que este sea: la Coatlicue o el misterio de Kukulkan .

Hasta aquí, la preocupación descolonizadora de la 4T me parece divertida: el esfuerzo de quitar el sustrato (indeleble) de Europa en nuestra cultura contemporánea para que seamos entonces verdaderamente indígenas., como proponen la nieta de un alemán y la hija de judíos venidos de otras tierras. En lo personal, me parece maravillosa la mezcla de culturas, la presencia en México de judíos askenazis europeos, de sefaradís árabes, turcos, búlgaros etctéra, de otras inmigraciones como la española, la alemana, francesa, italiana o la que sea. The more de merrier , me imagino que diría Shakespeare.

En cambio, lo que mucho resalta es el tufo discriminatorio que comienza a colgarse de algunos jóvenes y, desde luego, que impregna las redes sociales: el extraño retorno de las castas. “Eso suena muy whitemexican, muy blanqueado” frente ¿a qué? Los verdaderos mexicanos oscuros de piel. ¿La raza cósmica?

No lo sé, pero, a lo mejor, no está del todo mal, pensándolo bien. Los mexicanos, como nación, hemos sido discriminadores y racistas. “Hay que mejorar la raza”, decía el papá de una amiga de la adolescencia. ¨No es la falda en sí sino el color lo que te aprieta”, le decía la madre a su hermosa hija que quería ser güera güerísima oxigenada. Quizá en esto es en lo que debamos reflexionar. México es el mestizaje por excelencia ¡Qué maravilla! Hagamos de eso un festejo no un descabezadero de estatuas en aras de descolonizar, porque, a estas alturas, se tendría que dar rewind a la Historia para mantener impolutas las culturas de Mezoaméricana, que eran muchas y diferentes. Yo le rendiría homenaje a la Malinche: bella, inteligente, políglota y hábil diplomática; símbolo del mestizaje.

“Ya todos hablaban las lenguas de todos y habían fundado sin darse cuenta una tercera nación ciega a su propia belleza que nunca nadie ha podido entender”, escribe Álvaro Enrigue en su extraordinaria novela Muerte súbita, (Premio Herralde, Anagrama, 2013).

Así es el mestizaje, ciego a su propia belleza.