Opinión

Derechos Humanos; ¿y la muerte?

Derechos Humanos; ¿y la muerte?

Derechos Humanos; ¿y la muerte?

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

El empeño de contención emprendido por la Guardia Nacional en la puerta del sur (“...estamos usando a México y sus soldados...” ha dicho Donald Trump, autor intelectual del muro y el sellamiento fronterizo), ha provocado, según el vicepresidente de la Cámara de Diputados, Porfirio Muñoz Ledo, salvajismo y violaciones contrarias —entre otras—, a la declaración de Marraquesch para refugiados y migrantes temporales, del cual este país es signatario.

Y los tratados internacionales —como el consecuente Pacto Mundial sobre los Refugiados—, tienen tanto valor jurídico como la Constitución de la República.

Dice el dicho documento:

Los objetivos (Acnur, México) del acuerdo, en esencia, son:

“1. Aliviar las presiones sobre los países que acogen refugiados;

“2. Desarrollar la autosuficiencia de los refugiados;

“3. Ampliar el acceso al reasentamiento en terceros países y otras vías complementarias;

“4. Fomentar condiciones que permitan a los refugiados regresar voluntariamente a sus países de origen con condiciones de seguridad y dignidad”.

Por otra parte el acuerdo, sin capacidad vinculante, como suele suceder en este tipo de convenciones, quiere ir más allá de lo simbólico y declarativo:

“El pacto mundial dimana de los principios fundamentales de humanidad y solidaridad internacional y tiene por objeto poner en práctica los principios de distribución de la carga y la responsabilidad para proteger y asistir mejor a los refugiados y apoyar a los países y las comunidades de acogida.

“El pacto es de carácter totalmente apolítico, también por lo que respecta a su aplicación, y está en consonancia con los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas. Se sustenta en el régimen internacional de protección de los refugiados, centrado en el principio fundamental de no devolución, y constituido esencialmente por la Convención de 1951 y su Protocolo de 1967.

“Algunas regiones también han adoptado instrumentos específicos que se aplican a sus respectivos contextos. El pacto mundial se rige por los instrumentos internacionales de derechos humanos pertinentes, el derecho internacional humanitario y otros instrumentos internacionales en la materia.

“Se complementa, en su caso, con los instrumentos para la protección de los apátridas”.

Y ya si se habla de esta carencia de patria, se debería también observar la condición de los “amátridas” porque el manoseo de este asunto en la frontera del sur ha llegado a graves límites de cinismo.

Hay una declaración muy seria de la Comisionada Nacional de los Derechos Humanos, la señora Piedra (El Universal), quien ha disminuido las evidencias de agresividad de la guardia, y el peso de las violaciones y el olvido de cómo la Constitución protege a quien esté en nuestro país por el sólo hecho de llegar a la tierra mexicana.

No ha estado en peligro la vida de nadie.

Esa parece una explicación propia del jefe de los granaderos. Los golpes, gases irritantes, barreras de escudos, empellones, derribos, persecución y acoso no son ni degradantes ni inhumanos. No son, según ella, violatorios de ningún Derecho Humano: son simplemente “gajes del oficio”.

Es como decía un viejo jefe de redacción de mis comienzos como reportero: “si no hay muerto, no hay nota”.

Pero esta columna quiere colaborar con quien no haya tenido tiempo de leer los documentos de este pacto para los refugiados. Son algunas sugerencias y estrategias de Naciones Unidas.

“...El rol del grupo mundial de respuesta para las personas refugiadas puede incluir:

“— fortalecer la capacidad de las autoridades locales y nacionales para recibir grandes cantidades de refugiados, incluso apoyando la preparación y los planes de contingencia a nivel nacional y local —idealmente esto incluiría a los ministerios competentes, así como actores de desarrollo y del sector privado;

“— monitorear las señales de alerta temprana que activen el inicio de las medidas de preparación, y fortalecer las actividades de prevención;

“— ampliar las alianzas existentes y desarrollar nuevas alianzas, incluso con la defensa civil y los Estados con capacidades de respuesta comprobadas;

“— desarrollar paquetes para la respuesta a emergencias, incluyendo el apoyo técnico para los gobiernos que acogen refugiados;

“— identificar y preparar de antemano las medidas de mitigación para gestionar el impacto de las emergencias de refugiados en las comunidades y economías locales; y

“— ampliar la capacidad de reserva para incluir a los actores de desarrollo y de otros ámbitos, incluyendo expertos de seguridad, y garantizar la complementariedad y la coordinación entre los mecanismos de reserva...”

En ninguna parte de esta estrategia, como se ve, hay espacio para el escudo, la corretiza, la macana y la granada de gas lacrimógeno.

Twitter: @CardonaRafael
rafael.cardona.sandoval@gmail.com
elcristalazouno@hotmail.com