Opinión

Desmantelar la democracia

Desmantelar la democracia

Desmantelar la democracia

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Mi expresa gratitud para los que me leen.

La amplia aceptación que encontró en el público mi artículo “La decepción y la esperanza” (La Crónica,16-03-21), me confirma en la idea de que muchos ciudadanos mexicanos que apostamos por una democracia con perfil social para México advertimos, con amargura, que el actual gobierno federal no satisface ese proyecto.

Creo que hoy es evidente para todos que la democracia no es el valor que guía al presidente López Obrador. Por el contrario. Este presidente está desmantelando, progresivamente, las instituciones que fundan el orden democrático.

El eje de su política ha sido concentrar poder en su persona. Ha aplastado los derechos de las minorías y ha socavado la regla básica de la deliberación democrática con un mecanismo tramposo de comunicación (las mañaneras) que le permite dominar el espacio público.

La democracia es no sólo el gobierno de la mayoría, es también el gobierno que funda su acción en el diálogo racional y el reconocimiento del otro. El presidente no escucha a nadie. No dialoga, descalifica, insulta, ofende y sostiene un discurso de odio que, en vez de unir, divide a los mexicanos.

La pulsión por acumular poder define su personalidad. Obedeciendo esa pulsión ha hecho colapsar el principio de la división de poderes y ha sometido a su voluntad tanto a los líderes del poder judicial como los del poder legislativo.

Nuestra joven democracia está enfrentando una insólita prueba. El presidente de la república, cabeza del poder civil –nada más y nada menos--, ha militarizado al país pasando por encima de las reglas democráticas, de las leyes y de los valores que heredamos de héroes, como Francisco I. Madero Y Benito Juárez, a quienes el Supremo suele mencionar, demagógicamente, en sus diarios discursos.

La militarización del país es un agravio a las víctimas del 2 de octubre de 1968 que, cincuenta y dos años después, esperan justicia. Es también una falsa salida al problema de la seguridad pública. Al acudir al ejército el presidente rehúye enfrentar los retos que implica la creación de una policía civil moderna, de alta calidad y formada para actuar en un orden democrático. Para AMLO carece d importancia que la militarización atropelle principios de ética democrática, niegue valores históricos y pisotee nuestra tradición civilista.

La militarización es parte del culto al facilismo y a la arbitrariedad que ha creado AMLO. No hay rigor ni seriedad en sus decisiones. Tampoco toma decisiones que impliquen cierto riesgo para su imagen pública. Prefiere, por ejemplo, ofrecer una educación de segunda clase en vez de emprender la difícil tarea de empoderar a los maestros con altos salarios y con una formación inicial y continua de calidad.

El presidente López Obrador está destruyendo los equilibrios de pesos y contrapesos del estado democrático. En esta lógica se inscribe su ofensiva contra los organismos autónomos. Es el caso de la supresión del Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INEE) y es asimismo el caso de los ataques presidenciales contra el Instituto de la Trasparencia (INAI) y contra el Instituto Nacional Electoral (INE).

El desmantelamiento de la democracia tiene su coronamiento en la abstención de AMLO a echar a andar una poderosa reforma educativa que tenga como eje la formación de ciudadanos para la democracia mexicana del futuro. Los niños y jóvenes de hoy deben aprender los principios y valores de la democracia, precisamente para evitar que se repita la experiencia populista que hoy padecemos.