Cultura

Diamela Eltit: Tuve oportunidad de irme de Chile, pero no pude

GALARDÓN. La ganadora del Premio Internacional Carlos Fuentes a la Creación Literaria en el Idioma Español 2020 señala en entrevista que durante la dictadura de Augusto Pinochet encontró fuerza entre la voz colectiva de todos los artistas que decidieron quedarse en su país

Diamela Eltit: Tuve oportunidad de irme de Chile, pero no pude

Diamela Eltit: Tuve oportunidad de irme de Chile, pero no pude

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Diamela Eltit (Santiago, 1947) se declara una eterna fan de José Donoso, una mujer respetuosa de los lenguajes populares y una autora que no abandonó Chile durante la dictadura de Augusto Pinochet porque encontró fuerza entre la voz colectiva de todos los artistas que decidieron quedarse en su país.

Crónica presenta una entrevista con la ganadora del Premio Internacional Carlos Fuentes a la Creación Literaria en el Idioma Español 2020 (otorgado por la Universidad Nacional Autónoma de México y la Secretaría de Cultura Federal), realizada antes de la pandemia.

-¿Cuáles fueron sus motivos para no salir de Chile en los 80?

-La verdad es que no sé si fue positivo o negativo, no tengo cómo saberlo. Me quedé. Sí tuve la posibilidad de salir, sí, me aceptaron para hacer un doctorado en Michigan, un doctorado en literatura, pero no pude irme. Vivíamos en una comunidad de artistas, visuales y escritores que estuvimos muy cercanos, eso hacía que todo tuviera un sentido.

-¿Cuál fue su relación con José Donoso?

-Tengo muy buenos recuerdos de él, fuimos amigos. Yo era una fan de Donoso, sigo siendo su fan, especialmente de El obsceno pájaro de la noche que es su novela más amplia y de El lugar sin límites, que también es una película hecha en México. Tengo la mejor impresión de Donoso, era un hombre volcado a la literatura, volcado a la lectura y ésa fue su vida, nunca se desplazó de ahí. Lo recuerdo con mucho cariño, sigo pensando en sus libros.

-El cuerpo está presente en tus obras, ¿es el reflejo del dolor?

-Creo que el cuerpo siempre ha sido muy asediado por cualquier sistema en todos los tiempos, en la conquista o en la post colonia. Siempre el cuerpo y, en especial, el cuerpo de la mujer, ha sido muy asediado.

“El cuerpo es inalcanzable. Nunca hemos alcanzando nuestro cuerpo porque lo que propone el sistema es inalcanzable. Uno nunca tiene el cuerpo completo, uno a veces tiene una mano, un pie, pero no tengo una noción entera de mi cuerpo. Mi cuerpo también es un territorio de ficción”, responde.

-Hoy, ¿somos cuerpos vendibles?

-Claro, parte del sistema vive del cuerpo, tratando de rehacer el cuerpo masculino y femenino. Hay una zona de enriquecimiento de los sistemas, antes fue el corsé, ahora es el quirófano. No ha habido un momento en que el cuerpo no haya estado en el centro de la captura económica y psíquica.

-¿El lenguaje es un patrimonio?

-Pienso que hay varios espacios para la lengua. Uno es el espacio académico, la academia de la lengua sigue regido por la academia española de la lengua, pero también hay otros espacios que son los que subvierte el lenguaje académico.

“En Chile alguien te puede decir ‘ojalá que no haiga calor’, en vez de que ‘no haya calor’, es muy común en los sectores menos ilustrados y me parece muy valioso porque es una comunidad entera la que construyó ese lenguaje, quebrando las normativas, las academias y la académica misma. Tengo un gran respeto por los lenguajes populares”, señala.

Eltit vivió en México durante los años 90 del siglo pasado, tiempo en que entabló amistad con Margo Glantz, Elena Poniatoswka, Carlos Monsiváis y Carmen Boullosa, y momento en el que también aprendió a hablar mexicano.

“Cada país alterado es un lenguaje del español. Aprendí mexicano cuando estuve en México. No estoy segura que sea español el idioma que nosotros hablamos, sino que hablamos mexicano, argentino, chileno…todos los lenguajes están intervenidos y eso me parece fascinante, ver cómo se rompe ese colonialismo del español”, expresa.

La también Premio Nacional de Literatura de Chile 2018 viajó en 1990 a México como agregada cultural, donde finalizó su novela Vaca sagrada, además elaboró, junto a la fotógrafa Paz Errázuriz, un libro documental sobre amor y locura, El infarto del alma.

“Ya había pasado por el espacio de psiquiatría, de gente internada en el psiquiátrico. No soy una persona maternalista, no me siento superior a nadie. Paz Errázuriz me contó que estaba haciendo un libro y descubrió que había parejas en el psiquiátrico más emblemático de Chile, entonces me invitó a escribir, le dije que no escribiría sobre sus fotos sino sobre el amor”, narra.

Eltit fue al psiquiátrico, estuvo un día entero y vio lo que tenía que ver: enfermos crónicos y pobres que no iban a salir y que no querían salir porque ya no sabían vivir fuera del psiquiátrico.

“Era más bien una cuestión de sobrevivencia, de cosas mínimas: ella le da una taza de té y él un pan con mantequilla, eso era todo lo que podían pactar. No es el amor como lo entendemos nosotros, el amor romántico, era la alianza bajo la forma de sobrevivencia. Fue muy interesante y leí mucho acerca de cómo se había escrito sobre el amor en español, vi textos medievales y poesía mozárabe”, recuerda.