Aunque quisiera escribir sobre otros temas, la verdad es que con tantos traspiés cometidos por el actual gobierno, resulta imposible. No ha existido una sola semana del año que concluye, sin que la impericia de la clase política se traduzca en hechos bochornosos para el país. Ahora el diferendo con Bolivia muestra las graves limitaciones de Marcelo Ebrard, no solamente por el equipo de bajo nivel que formó para acompañarlo en la Cancillería, sino por los recurrentes errores de estrategia que avergüenzan a México. Al parecer se ha olvidado cómo funciona la diplomacia en los asuntos globales. Sería el caso de que revisara las teorías clásicas sobre la diplomacia, formuladas por Harold Nicolson (Diplomacy, Oxford University Pres, 1939), concebidas como la gestión de las relaciones internacionales mediante la negociación y la cooperación. Su comprensión y análisis es fascinante porque de ella depende que se construya la paz o se desate la guerra, se legitime o desprestigie a un gobierno o a un régimen político, que se construyan lazos que fortalezcan relaciones o que se fracturen vínculos interestatales.

Este sexenio inició con el pie izquierdo, cuando se extendió invitación para la toma de posesión de López Obrador a distinguidos tiranos. Pudimos observar que lo acompañaron cuestionados políticos como Nicolás Maduro, célebre por la represión que ejerce sobre la población venezolana y por mantener en la cárcel a centenares de prisioneros políticos, a Miguel Díaz-Canel representante de Cuba, quien recibió el gobierno de manos de los hermanos Castro quienes gobernaron sucesivamente ese país dando continuidad al régimen cerrado y sin libertades que existe en la isla desde 1959, o Daniel Ortega, quien estableció un régimen autoritario gobernando Nicaragua durante tres periodos entre 1985 y 1990, para posteriormente, tomar abusivamente el poder desde 2007 buscando perpetuarse por medio de la represión hasta 2022.

Desde su inicio la 4T mostró su sometimiento a Donald Trump, quien obligó a detener los flujos migratorios centroamericanos con la amenaza de aplicar aranceles a las exportaciones mexicanas, por lo que se desplegaron 26 mil elementos de la Guardia Nacional en las fronteras para la protección de EU. No pagamos el muro deseado por ese presidente, pero el gobierno mexicano si se creó una valla militar para impedir el paso de los migrantes. Le siguió la cuestionada firma del T-MEC que dejó mal sabor de boca a población cuando se supo que dicho tratado incluía la figura de “observadores laborales”. La premura de López Obrador por informar algo a la población a un año del inicio de su mandato, generó gran decepción cuando se conocieron las condiciones que imponía ese acuerdo comercial. Los indignos casos del cónsul en Las Vegas, Víctor Barreras, acusado de abuso sexual y del embajador en Argentina, Ricardo Valero, quien renunció al cargo por robarse un libro, deterioraron aún más la imagen de México.

Ahora pagamos las consecuencias del pésimo manejo del asilo otorgado a Evo Morales, quien huyó de Bolivia con la ayuda del gobierno mexicano para escapar de las consecuencias del fraude electoral que intentó llevar a cabo para mantenerse en el poder por un cuarto periodo consecutivo. Llamó la atención la manera como el expresidente boliviano abandonó nuestro país, prácticamente sin despedirse, para refugiarse en Argentina después de ser tratado como un héroe por parte de la alta burocracia. Incluso, Claudia Sheinbaum le entregó las llaves de la Ciudad de México como si se tratara de un líder demócrata.

La crisis con Bolivia debilita las aspiraciones políticas de Marcelo Ebrard, quien ha demostrado ingenuidad al aceptar las directrices de su jefe respecto a que “la mejor política exterior, es la política interior”. La estrategia diplomática que justificó durante años la política de no intervención en los asuntos de otras naciones, ya no es funcional en las actuales condiciones porque deteriora nuestra imagen internacional como país de vanguardia, respetuoso de los derechos humanos y solidario con los pueblos de otras naciones que aspiran a la democracia.

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