Opinión

Discriminación racial: batalla de dos frentes para la NFL

Discriminación racial: batalla de dos frentes para la NFL

Discriminación racial: batalla de dos frentes para la NFL

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Tras el asesinato del afroamericano George Floyd, a manos de un policía blanco de nombre Derek Chauvin, en la ciudad de Minneapolis, Minnesota, y que ha levantado la irá de millones de personas no sólo en Estados Unidos sino en todo el mundo, incluso con manifestaciones que reclaman justicia por parte de atletas de diversas organizaciones deportivas, la NFL no puede hacerse a un lado y sólo emitir un simple comunicado de condena e indignación.

No, es momento de que la Liga deportiva más poderosa del planeta y con una población afroamericana del 64 por ciento entre sus jugadores, debe reaccionar de verdad ante el problema de racismo que, aunque se trate de ocultar, permanece en la cultura estadunidense.

UNA LIGA DE COLOR

Es verdad que la NBA es la de mayor porcentaje de atletas de raza negra con 75%, sin embargo, la NFL es la liga que promueve y se jacta de llevar a cabo una mayor campaña social que las demás organizaciones deportivas en EU. No en vano, ante tan deplorable acontecimiento, Roger Goodell, el comisionado de la Liga, señaló que “existe una necesidad urgente de acción”, y agregó que “la reacción de los protestantes a estos incidentes refleja el dolor, ira y frustración que tantos de nosotros sentimos. Reconocemos el poder de nuestra plataforma en comunidades y como parte de la fábrica de la sociedad americana”.

Muy bien, en palabras suena estupendo, pero en acciones, ¿cuándo realmente la Liga comenzará a hacer algo al respecto y no de manera aislada como sucedió hace ya casi cuatro años, un 27 de agosto de 2016, antes de iniciar un encuentro entre San Francisco y Green Bay, cuando Colin Kaepernick, entonces mariscal de los 49ers, se mantuvo sentado en la banca mientras se entonaba el himno nacional de EU?

Dicha acción surgió como protesta ante la ola de violencia desatada por policías blancos hacia gente de piel negra. A la semana siguiente, Kaepernick subió de tono su manera de protestar al poner una rodilla al piso mientras se entonaba el himno nacional. Aquello fue escalando de nivel y en poco tiempo fueron decenas de jugadores los que se manifestaban de la misma manera.

REVOLUCIÓN INCONCLUSA

Como se recordará, aquello provocó una estridente polarización en toda la Unión Americana y el mismo presidente Donald Trump señaló que si fuera dueño de alguna franquicia despediría de inmediato a quien hiciera aquello.

El clímax llegó cuando el mismo Jerry Jones, propietario de los Vaqueros de Dallas, bajó al campo y con las manos entrelazadas con los jugadores puso rodilla en piso durante el himno.

Días después una llamada de Trump a Jones puso las cosas en su lugar. El con-tenido de aquella llamada fue públicamente suavizado y conforme transcurrió el tiempo fueron cada vez fueron menos los jugadores que protestaron de aquella forma, quedando sólo Kaepernick y algunos más. Aquella fue la última temporada del pasador en la NFL, ningún equipo le ofreció una oportunidad. Nunca se aceptó, pero la realidad es que los dueños se coludieron para congelarlo.

Durante, antes y después, Goodell jamás externó un comentario a favor o en contra y el paso del tiempo de a poco fue borrando aquella huella hasta desaparecer.

CON OTRO ENFOQUE

Ahora, y con mayor intensidad, resurge ese descontento social ante el racismo persistente en EU. La NFL, a través de su comisionado, ha alzado la voz, y es de esperar que realmente haga algo significativo y no sólo verbal sino de acción.

Si analizamos la protesta anteriormente señalada de Kaepernick y de quienes lo siguieron, no fue la más adecuada en un país en el que existe un adoctrinamiento casi religioso hacia los símbolos patrios, porque es muy diferente protestar contra la violencia de la policía de raza blanca hacia los afroamericanos y las políticas del gobierno dirigido por Trump y otra muy diferente contra una nación como tal. En un país con ese grado de patrioterismo (que no patriotismo) como sucede en Estados Unidos, darle espalda a una bandera o a un himno es como una ofensa nacional que incluye a todos sus habitantes. Y aunque el contexto fuera otro, ja-más lo iban a reconocer como tal.

Porque siendo sinceros y poniendo un ejemplo sencillo aquí en México, imaginemos que para protestar contra las actuales decisiones políticas y económicas del gobierno la gente quemara banderas o bostezara durante el himno nacional. Es obvio que los protestantes serían señalados y tachados de traidores a la nación, aunque el contexto fuera en realidad estar en contra de un presidente y no de un país.

Astutamente, Trump se agarró de ahí, volteó la situación a su favor y causa, y de paso dejó sobre el cuello de los dueños de la NFL la guillotina de su amenaza. Es entonces cuando se explica el destierro a Kaepernick.

Ahora se espera que sea diferente, y que con una mayor creatividad y sensibili-dad civil, la Liga como organización proteste de una manera que unifique y no divida a toda una sociedad. Con acciones que vayan desde el comisionado, dueños, coaches y jugadores (estos últimos serán los más participativos), y además permanezcan para lograr esa verdadera presión social.

CONTRADICCIONES

Sin embargo, antes de eso, debe ser la misma NFL la que debe convencer a tra-vés de hechos y no sólo palabras, después de todo no podemos olvidar que la Liga siempre ha estado matizada por un cierto racismo que, se acepte o no, existe en su seno.

Por citar ejemplos, recordemos que sus comisionados siempre han sido de raza blanca; asimismo, hay que destacar que de los 32 dueños de franquicias nin-guno es de raza negra; de la misma manera, de los 32 coaches sólo cuatro son de las minorías: Brian Flores (Miami), Mike Tomlin (Pittsburgh) y Anthony Lynn (LA Cargadores) y Ron Rivera (Washington), es decir, 87.5% son de raza blanca.

Y qué agregar de los jugadores más emblemáticos de cada equipo, los quarterbacks, donde 24 son blancos y apenas 7 de color (Lamar Jackson, Baltimore; Tyron Taylor, LA Cargadores; Dak Prescott, Dallas; Dwayne Haskins, Washington; Teddy Bridgewater, Carolina; Kyler Muray, Arizona, y Russell Wilson, Seattle, es decir 78% contra 22%. No podemos pasar por alto que en 100 años de la NFL, apenas en las últimas dos décadas se les dio una verdadera oportunidad; sólo a finales del siglo anterior abrieron la puerta otros como Doug Williams, Warren Moon o Randall Cunningham, cuando aún existía cierta reticencia a seleccionar pasadores de color. Cabe señalar que estos tres jugadores llegaron a la NFL en 1979, 1984 y 1985, respectivamente, lo que significa que en 14 años no seleccionaron a ningún mariscal negro sino hasta 1999.

Por otra parte, ¿qué hay de la resistencia de los dueños a contratar entrenadores y directivos de color? Dicha conducta derivó en la creación de la llamada Regla Rooney (creada por Dan Rooney, padre del actual dueño de los Acereros, Art Rooney II) que obliga a todos los propietarios de equipos en la NFL a entrevistar a candidatos de las minorías raciales para esos puestos.

Lo anterior nos deja ver que la Liga no esta tan libre de pecado como para arrojar la primera piedra, pero ésta puede ser una buena oportunidad para comenzar a demostrar que, tal como lo dice Goodell, “la NFL forma parte de la fábrica de la sociedad norteamericana”, y ahora está justo en el sitio ideal para actuar, generar un cambio y convencer.

fernando.argueta1967@gmail.com