Opinión

Don Benito Juárez y AMLO

Don Benito Juárez y AMLO

Don Benito Juárez y AMLO

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Mañana, 21 de marzo, se cumple el CCXIV aniversario del natalicio de don Benito Juárez. El presidente Andrés Manuel López Obrador se trasladará al lugar donde nació el Benemérito de las Américas, San Pablo Guelatao, Oaxaca. Como se sabe, López Obrador ha hecho de Juárez la figura señera de su gobierno, así como lo había hecho de su lucha desde la oposición. Entre los apotegmas que el tabasqueño menciona con más frecuencia del presidente Juárez están: “Nada por la fuerza, todo por la razón y el derecho”; “Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz.” No obstante, AMLO echa mano de esas frases a conveniencia e incluso las ha tergiversado flagrantemente.

La primera frase, “Nada por la fuerza, todo por la razón y el derecho”, le ha servido para abstenerse de usar la fuerza pública contra los bloqueos, los múltiples vandalismos e incluso la vergonzosa rendición frente al Cártel de Sinaloa al liberar a Ovidio Guzmán, hijo de El Chapo Guzmán, a fines de octubre de 2019.

Otra violación flagrante a ese dicho juarista fue cuando AMLO sostuvo enfáticamente: “Si hay que optar entre la ley y la justicia, no lo piensen mucho, decidan en favor de la justicia.”

Para corregirle la plana, dejo la palabra a don Benito Juárez: “Bajo el sistema federativo los funcionarios públicos no pueden disponer de las rentas sin responsabilidad; no pueden gobernar a impulsos de una voluntad caprichosa, sino con sujeción a las leyes.” (Cita tomada de: Andrés Henestrosa, Los caminos de Juárez, México, Fondo de Cultura Económica, 2019, p. 30)

De una parte, es evidente que López Obrador ha gobernado con base en impulsos de su voluntad caprichosa; de otra parte, allí está el desmentido “deben sujetarse a la ley” porque en las repúblicas, la soberana es la norma jurídica, no el poder. De allí nace el concepto “estado de derecho.”

La segunda frase, “Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”, López Obrador ha recurrido a este principio para retirarse del grupo de Lima, el cual, explícitamente, trabaja con el propósito de que Venezuela regrese a la democracia. Lo que está detrás de esta postura es el respaldo al régimen de Nicolás Maduro. AMLO también ha recurrido a este famoso dicho juarista para no entrar en controversia con las múltiples declaraciones que Donald Trump, presidente de Estados Unidos, ha hecho en contra de México.

La devoción que López Obrador le profesa a Juárez es tal, que lo trata de imitar en muchos de sus comportamientos: llevar una vida austera, vestir con sobriedad y tener como domicilio el Palacio Nacional (allí falleció Juárez el 18 de julio de 1872).

Claro que identificarse con el prócer oaxaqueño rinde buenos dividendos políticos: en la memoria colectiva, Juárez ha quedado grabado como símbolo del nacionalismo mexicano, de la dignidad nacional, el triunfo de la república frente a los intentos de imponer el Imperio de Maximiliano y, sobre todo, la victoria de los liberales sobre los conservadores. Pero, en especial, Juárez representa el triunfo del laicismo sobre el clericalismo.

Sin embargo, cada vez queda más claro que Andrés Manuel López Obrador recurre a la figura de Benito Juárez para fines de propaganda política, no para ser fiel a la esencia de su legado. Es público y notorio— y así lo evidenciamos en nuestra pasada entrega “El conservador eres tú” 13/03/2020— que AMLO está recurriendo al apoyo de los grupos evangélicos para impulsar su campaña de “transformación espiritual” de la sociedad mexicana. Allí hay un traslape entre la autoridad civil y la autoridad eclesiástica, cosa que combatieron a brazo partido Juárez y los liberales.

López Obrador insulta y descalifica a todo aquel que no está de acuerdo con él llamándolo despectivamente “conservador”; pero, eso es un contrasentido porque el tabasqueño es un conservador nato. Frente a esta “transformación espiritual” que está en marcha, habría que recordarle que los liberales pudieron llevar a cumplimiento una clara distinción entre la autoridad civil y la autoridad espiritual; entre la moral y el derecho. Lo dejaron asentado en normas jurídicas como la Constitución de 1857 y las Leyes de Reforma, en especial la expedida el 12 de julio de 1859, que trata sobre la separación entre la Iglesia y el Estado (Ralph Roeder, Juárez y su México, México, Fondo de Cultura Económica, 2019, p. 311).

Un punto importante, Juárez no estuvo solo: formó parte de un grupo selecto de hombres de ideas y de acción, los liberales. Ellos lograron dirigir política e ideológicamente al país, aparte de que, como dice Arnaldo Córdova, “habían cumplido su misión histórica, al abatir, mediante luchas prolongadas y cruentas, a los elementos sociales conservadores y retardatarios que se oponían al progreso del país.” (La ideología de la Revolución mexicana, México, ERA, 1973, p. 16).

Los liberales del siglo XIX conformaron un verdadero y propio “Bloque Histórico” para usar el concepto acuñado por Antonio Gramsci. En contraste, López Obrador y su Cuarta Transformación no tiene ni personas sobresalientes ni ideas coherentes, sólo un batiburrillo de ocurrencias.

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