Opinión

¿Duelo de gigantes?

¿Duelo de gigantes?

¿Duelo de gigantes?

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Ya son varias las solicitudes que he recibido de queridos lectores, para que me ocupe del tema de China, como una potencia que le compite seriamente a la economía estadounidense, en lo que, en ocasiones, tiende a parecerse a un duelo de gigantes. Y comprendo ese interés, que ha dejado de ser simple curiosidad, dada la creciente relevancia de China en el escenario mundial. La rivalidad entre Estados Unidos y China ha escalado en dos áreas que están transformando el mercado global: comercio y seguridad.

En comercio, los precios de las manufacturas en China fueron los más competitivos del mundo durante casi 30 años, lo que llevó a muchas empresas en Estados Unidos a mover su producción a China. Pero en 2016 se inició una gran movilización ciudadana, alentada desde la campaña de Trump por la presidencia, por recuperar esas fábricas y trabajos, convirtiéndose en una agenda política del gobierno anterior que la presidencia de Joe Biden hereda. La administración de Trump buscó hacer más costoso comerciar e instalarse en China, iniciando una guerra de aranceles, a lo cual China respondió subiendo los aranceles para productos estadounidenses.

Esta guerra comercial, en palabras del presidente de la República Popular China, Xi Jinping, en Davos 2021 se percibe como una "nueva guerra fría". Mientras que en el foro Boao para Asia el pasado 19 de abril, Xi Jinping comentó que “el mundo no debería dejarse llevar por el unilateralismo” sino que se necesita “justicia y no hegemonía” en las relaciones entre países. Esta crítica, sin referir directamente a Estados Unidos, fue presentada en el discurso ante las empresas que participan en el foro, entre ellas varios gigantes tecnológicos estadounidenses.

Por otra parte, en seguridad, China ha renovado su potencial militar, ejercitando su dominio sobre su región costera. Esto ha preocupado a países como Corea del Sur, Japón y Taiwán, que vivían una paz relativa con China. Por otra parte, Estados Unidos ha emitido acusaciones de espionaje basado en la colaboración entre las grandes empresas de tecnología y el gobierno de China, dando lugar a sanciones a compañías como Huawei.

Esta rivalidad se ha visto exacerbada por la pandemia. Al cerrar 2020, vimos una rápida recuperación de la economía China, que creció a 2.3% respecto a 2019, mientras que en Estados Unidos el crecimiento cayó a -3.6%. Esto es resultado de las resilientes inversiones en tecnología en China, como la “Belt and Road Initiative” para construir puentes comerciales con Europa y África, la meta de emisiones cero en China para 2060, y “Made in China” 2025 para invertir en industrias exportadoras de alta tecnología. La presidencia de Biden plantea privilegiar lo hecho en Estados Unidos como medida de recuperación. Hoy el proyecto “American Jobs Plan” plantea ponerse a la par en infraestructura; investigación y desarrollo, y economía verde, temas en los que EUA se ha quedado rezagado.

Uno de los campos de esta rivalidad es la telefonía móvil. A partir de 2021 los teléfonos Huawei, y marcas como Xiaomi y Oppo, dejarán de utilizar el sistema operativo Android de Google. En cambio, utilizarán un sistema operativo llamado Harmony, desarrollado por el propio Huawei. Esta es una de las consecuencias no previstas de la guerra comercial, en la cual una orden ejecutiva de Trump en 2019 prohibió que las compañías de telecomunicaciones y tecnología en Estados Unidos comercien hardware, software o servicios con empresas sospechosas de espionaje.

Huawei es el segundo fabricante más grande de smartphones después de Samsung, por lo que para el mercado chino, la decisión de Huawei era cuestión de tiempo. Hoy en día, la tienda Google Play y muchos servicios de Google no están disponibles en China. Las medidas proteccionistas han sido emuladas por otros países como Reino Unido, que ha prohibido la entrada de Huawei en las licitaciones para el despliegue de la red 5G en este país. Así mismo, Australia y Nueva Zelanda han establecido medidas para limitar la entrada de la empresa.

Un segundo tema es el avance en ciudades inteligentes. En Beijing, la “Citizen Social Service Card” es una tarjeta virtual que integra documentos de identidad, seguridad social, condiciones de salud e información educativa. Por otra parte, Shanghái tiene una plataforma de servicio público en la nube: ”Citizen Cloud”, donde están disponibles 104 servicios públicos. En tercer lugar, Shenzhen surge en la costa enfrente de Hong Kong como una ciudad industrial para llevar a cabo aquellas manufacturas que no podían realizarse en la isla; la cual hoy es hogar de empresas de alta tecnología como Huawei y Tencent, y posee el mercado de electrónica más grande del mundo. Las ciudades inteligentes son un tema que se ha desarrollado más lentamente en Estados Unidos, y que posiblemente veremos crecer, como parte de la inversión en infraestructura prevista por el gobierno de Biden.

Un tercer espacio donde están sucediendo grandes inversiones es en energías renovables, hacia la meta de una China con emisiones cero para 2060. China tiene acceso a recursos limitados de petróleo, por lo que dependió de las importaciones de combustibles fósiles durante la década pasada. Esto ha creado un problema ambiental en el país y la percepción de que es necesario reducir la dependencia de las importaciones de energía. Por esta razón, China ha buscado otras fuentes, como la energía nuclear y las renovables.

Así, China es el generador más grande de energías renovables, lo cual se puede explicar por las grandes plantas hidroeléctricas que ya existían en el país, pero también por la introducción de energía solar y de viento que ha crecido aceleradamente en los últimos tres años, lo que llevó a China a la generación agregada de 790GW por energías limpias en 2019, casi el doble que en Estados Unidos. Asimismo, el país asiático posee un plan nacional para transformar todos los vehículos del país a autos eléctricos o híbridos para 2035.

El nuevo plan de infraestructura de Biden “Amercian Job Plan” plantea contrarrestar el rezago de Estados Unidos con grandes inversiones en energías renovables para la red eléctrica, estímulos para empresas de este sector, inversión en agua potable, y en una flota de autos eléctricos. Esto generará una economía libre de carbono para 2050. Éste es uno de los planes más ambiciosos para renovar los servicios básicos de este país desde la década de los sesenta, pero el plan aún deberá aprobarse en el Congreso ante un escenario de deuda derivado de los rescates por la pandemia.

Dado todo esto, viene a mi mente aquella pregunta que suele hacerse para ilustrar lo que puede suceder a quienes rodean a dos gigantes en duelo. ¿En una pelea entre dos elefantes, quien sale más perjudicado? El pasto, es la respuesta. Viene al caso, pues ahora nos toca ver si somos o no parte del pasto perjudicado por ese duelo de gigantes o si sabremos aprovecharlo. Ya veremos.

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