Opinión

Edición independiente y acomodaticia. Charla con Juan José de Giovannini

Edición independiente y acomodaticia.  Charla con Juan José de Giovannini

Edición independiente y acomodaticia. Charla con Juan José de Giovannini

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Esta charla se la debía a los lectores de Crónica de Hoy y las palabras que la preanunciaron en su momento merecen recuperarse para darle contexto a la entrevista con un apreciable colega editor. “Quiero hacer un merecido elogio a la editorial E1 que sabe curar bien sus trabajos y escoger a sus autores. Me dio gusto saber que el editor y me imagino que un poco todólogo de esa microempresa asentada en Guanajuato, es Juan José de Giovannini.” Eso anoté entonces a partir de la reseña de la novela Edén de Juan Luis Nutte y desde entonces tenía ganas de entrevistar a Juan José. He aquí el resultado de nuestra conversación

—“La edición –comenta Bhaskar y a mí me gusta citarlo con no poca frecuencia– es acomodaticia. Es una actividad que siempre cambia. Los editores a veces no llegan a comprender la inestabilidad de su profesión a largo plazo, la cual, tras la imagen propia del libro, es turbulenta y requiere abundantes dosis de adaptación, improvisación y flexibilidad. Un poco de perspectiva budista no está mal: debemos reconocer el cambio y lo efímero como la base de todas las cosas.” A mí esa visión me gusta. Aunque yo imagino al editor “acomodaticio” como un buen navegante ¿no te parece? Tiene algo que le permite librar temporales. A quien no soporto es al editor permanentemente quejoso. Con o sin temporales. Y yo no te ubico en ese segmento.

—Concuerdo con lo que dices. En este caso o el término “acomodaticio” tiene el sentido exacto: designa a aquellos que “se avienen a todo fácilmente”, como dice el diccionario. Lo que nos lleva al “sentido acomodaticio”. Es decir, aquello que no tiene un significado único y se adapta de la mejor manera a su contexto.

La adaptación, la improvisación y la flexibilidad, que menciona Bhaskar, para algunos significa descuido e ineptitud, sin embargo, concuerdo contigo, en realidad son verdaderas virtudes con las que deben contar, entre otros profesionales, los editores. En mi caso, el proyecto editorial que dirijo nació justo cuando los nubarrones de la pandemia se veían a lo lejos y entró en actividad plena cuando comenzó el distanciamiento social en todo el mundo, un hecho, por cierto, cuya magnitud aún estamos lejos de entender.

Sin embargo, iniciamos con mucho optimismo y nos entusiasmamos porque nuestras primeras actividades fueron tres presentaciones, presenciales, en la FIL Minería. Las tres con la sala llena. Fue muy oportuno, porque muy poco tiempo después ya fue imposible realizar cualquier actividad para congregar personas. Tal vez para algunos eso se transformó en un muro. A nosotros el nuevo contexto, nos abrió los ojos y nos hizo ver que las personas estaban dirigiendo su vista, con mucho más atención, a los medios virtuales. Con las presentaciones virtuales es posible ser escuchado en varios países.

En nuestro caso, tenemos vínculos con autores sudamericanos y eso nos permite que nuestras publicaciones se conozcan al menos en Bolivia, Argentina, Uruguay y Chile. Conseguir esto, hace algunos años, no habría sido sencillo. Los editores deben ser capaces de librar el temporal e incluso aprovecharlo. La imagen del editor aquejumbrado nos acompañó durante décadas. Creo que ya es una figura que va quedando atrás. Después de todo, ser editor es dedicarse a publicar y promover los libros que te gustan, los libros que consideras que deben circular, aunque sean perturbadores y mal recibidos. Y eso es ya en sí mismo enriquecedor.

—¿Cómo tomaste la decisión de llamarle E1 Ediciones?

—El nombre de E1 Ediciones surgió en una conversación con mi amiga Julia Cuéllar. Durante una larga charla en la que dejamos llevar nuestra imaginación en la creación de un proyecto destinado a la edición de libros electrónicos consideramos que deberíamos pensar en un nombre muy corto que fácilmente quedara en la memoria de las personas.

Hace algún tiempo las siglas, las iniciales, se comenzaron a utilizar mucho. Ahora ya no tanto. En ese momento consideramos que la letra E correspondía tanto a edición como a electrónico, además de que tipográficamente a mí siempre me ha gustado. Por otro lado, el dígito 1, nos lleva al inicio, al comienzo de algo. Eso, me parece, es siempre muy estimulante. Ahora esas grafías tienen un significado para mí y el grupo de amigos que somos los autores y lectores que conformamos el proyecto.

–Háblame de la diferencia en función de tu experiencia en E1, entre el libro impreso y el digital. Algunos colegas asumen que con la desmaterialización del sustrato y los nuevos canales de distribución, la historia de la edición está por llegar a su fin. ¿Qué opinas?

Cuando hablamos de papel o de tinta electrónica nos estamos refiriendo a soportes del libro. En realidad el libro desde su origen siempre ha sido un objeto virtual. Un libro es un gesto, un cúmulo de palabras seleccionadas y ordenadas por una persona o un grupo. Ese conjunto de palabras tiene un sentido orgánico que se ha perfeccionado a lo largo de la historia, pero de ninguna manera depende de su soporte. Por eso el lema de E1 es “libros más allá de sus soportes”.

Es muy sencillo ejemplificar lo anterior. Pensemos en alguna escultura de Miguel Ángel. Si un loco la destruye, la obra maestra desapareció. Pero si quemamos un ejemplar del Quijote, no habremos hecho desaparecer a la novela de Cervantes. Es más, podemos incinerar ejemplares de las obras completas de Goethe y eso no impedirá que siga existiendo su enorme novela Las afinidades electivas. Algunas virtudes de los libros digitales son que podemos adquirirlos de manera inmediata, podemos subrayarlos, hacer anotaciones en ellos, y socializar luego esas anotaciones, consultar los diccionarios integrados o vinculados a redes. Un libro en papel no tiene esas ventajas, pero te comunica una experiencia sensorial que no tiene sustituto.

Respecto a que los nuevos canales de distribución amenacen a la edición, creo que es algo que se pensó inicialmente, sin embargo cada vez queda más claro que no se trata sólo de publicar y ofrecer un libro. Aunque parecería que cualquiera puede poner a circular sus escritos, eso no garantiza nada. Algunas de las labores del editor consisten en elegir una obra, cuidarla convenientemente y buscarle al lector adecuado. Eso no lo ofrece un sistema de publicación inmediata como el que ofrece, por ejemplo, Amazon, un sistema por cierto diseñado para obtener ganancias no por la venta de ejemplares al público, sino por el servicio ofrecido a los autores.

–De todas las modalidades de lo que se ha dado en llamar libro digital, veo que le has apostado al texto fluido vía Epub. Platícame tu experiencia editorial para incursionar en este formato que a mí me parece muy atractivo.

—Creo que es muy importante poner en la mesa que existen posibilidades de generar un Epub, que para mí es el formato más adecuado y cada vez más universal, pero sin necesidad de pagar un servicio mensual de InDesigne, que la verdad no es algo barato. En realidad lo que yo encontré y utilizo mucho son programas libres, no piratas, que te permiten generar y cuidar un libro electrónico. El resultado es tan bueno como el que puedes obtener con las aplicaciones de Adobe.

El curso que ofrezco tiene esa finalidad, enseñar a utilizar esos programas. Se llama “De Word a Epub” porque también me parece muy importante mostrar que el mayor cuidado que le podamos dar a un libro, como editores, es precisamente a partir de word, pues es ahí donde se corrige, se corta, se añade, hasta dejar un escrito definitivo, en acuerdo con el autor. Lo que viene posteriormente es algo, por cuanto a Epub se refiere, en lo que no debes ocupar demasiado tiempo. Esto para mí es muy importante.

–¿Qué hace click en ti para publicar un libro? O dicho de otra manera, háblame de cada click de los tres libros con los que te sientas más satisfecho.

—Te hablaré aquí de casos en concreto como me lo pides. Uno de los libros con los que me siento más satisfecho es Líneas de fuga. Muestra de poesía mexicana contemporánea (1960-1986), realizada por Iván García. El principal motivo es que los criterios para hacer esta selección de poemas es sumamente singular y además, desde mi punto de vista, completamente acertados, pues se centran en la eficacia poética, no en nombres ni trayectorias.

Como dice Juan Alcántara, se trata de “una estrategia crítica que bien puede calificarse de contracanónica, antioficial y postmexicana”. Por otra parte, me alegró mucho publicar el relato “Taxi”, de José Andrés Sánchez Exeni, pues en cuanto comencé a leerlo encontré en él un ritmo vertiginoso, imparable, que me resultó completamente seductor. Además, este libro fue el inicio de la serie Formato del Sur, que está dedicada a publicar textos de autores sudamericanos que no son conocidos en nuestro país.

También puedo decirte que El libro de los sueños, de Rosa Durán es un texto escrito en prosa que te lleva a profundidades poéticas. Cuando lo leí me llevó a entender por qué los sueños son una extensión de la vigilia y la manera en que, en ocasiones, hay una deslumbrante lucidez en ellos. En realidad de cada uno de los libros podría decirte alguna singularidad, pues eso es lo que yo busco, eso es lo que me convence de publicar un manuscrito.

–Por último, para ti: ¿qué no es una editorial independiente y por qué?

—Te contestaré esta pregunta en pocas palabras. Una editorial independiente no es aquella que puede imprimir miles o decenas de miles de ejemplares de un título y distribuirlos de manera simultánea en varios continentes. Eso sólo pueden hacerlo los grandes grupos editoriales. Por otra parte, tampoco es una editorial independiente, desde mi punto de vista, aquella que explora lo que un público mayoritario desea leer y luego le sugiere a sus autores producir obras acordes a esos intereses colectivos. ¿Por qué? Pues, porque la labor de una editorial, según yo lo veo, es encontrar autores que están interesados en realizar una obra personal, aunque eso no los lleve a tener los máximos reflectores.

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