Opinión

Educación cooperativa: principios y valores en el desarrollo de competencias y la humanización de las actividades económicas

Educación cooperativa: principios y valores en el desarrollo de competencias y la humanización de las actividades económicas

Educación cooperativa: principios y valores en el desarrollo de competencias y la humanización de las actividades económicas

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Uno de los grandes valores de cada persona es la solidaridad, como parte de su naturaleza cooperativa, la cual implica un aspecto fundamental que le permite asimilar información, integrarla a su formación y ejercerla como parte de su educación, siendo esta última la que genera un sello propio en su actuar y con la que puede impulsar cambios y transformaciones en sus condiciones de vida, y, desde luego, en lo relativo a su comunidad.

Lo anterior implica también un sistema basado en la ayuda mutua y la solidaridad, que abre el panorama a la formación de la doctrina y la ideología de la cooperación, elementos esenciales que refieren a la educación cooperativa, la cual consiste en el fomento de hábitos y desarrollo de competencias para pensar, actuar, proyectar y evaluar de acuerdo a los principios y valores cooperativos.

En los ámbitos académicos se entiende que esta educación es el método pedagógico que rige y guía la formación del ser cooperativo, la creación, funcionamiento y desarrollo particular de una forma de organización supeditada en una filosofía que busca generar conciencia sobre la importancia de la asociatividad de los individuos, con la finalidad de lograr bienestar y mejorar la calidad de vida bajo esquemas que garanticen una mayor participación de sus integrantes en todas las formas democráticas posibles.

Puede decirse que la educación cooperativa constituye un medio y un fin que procura dignificar a la persona y elevar su nivel de vida; lo que se busca es garantizar la presencia de mejores individuos en cuanto a sus relaciones humanas, personales y sociales. Es a partir de la educación como los individuos pueden llegar a comprender que la cooperación es una herramienta eficiente para generar mejores condiciones de vida y para prosperar colectivamente.

Ahora bien, si consideramos  la educación cooperativa como estrategia para el desarrollo, tendríamos que analizar la manera en la que los individuos logran participar democráticamente en todos los procesos socioeconómicos desarrollados y cómo aprenden continuamente conceptos, técnicas y herramientas de gestión que les permite administrar eficiente y legítimamente su organización.

Entre los elementos diferenciadores con los que cuentan las cooperativas se encuentran sus valores, que además trabajan en conjunto y armonía con sus propios principios. Dichos valores se pueden encontrar en categorías relacionados con la “empresa cooperativa” y con los “individuos asociados”.

Por un lado, los valores relacionados con la dimensión empresarial se describen como ayuda mutua, autorresponsabilidad, democracia, igualdad, equidad y solidaridad; por otro, los valores éticos relacionados con los individuos cooperativistas se describen como honestidad, transparencia, liderazgo y responsabilidad.

Por lo que se refiere a los principios cooperativos, éstos pueden verse como la columna vertebral de la gestión empresarial cooperativa y de su posterior impacto en la sociedad. La cooperación no sólo es una herramienta valiosa, sino un instrumento vital para la generación de rentabilidad social, bienestar, prosperidad económica y calidad de vida para todos los individuos.

El desarrollo educativo, en la cooperativa, debe formar individuos hábiles en el manejo de su organización, conocedores de la gestión, las finanzas, los riesgos, la planeación o la dirección económica, pero también debe generar herramientas e instrumentos que les permitan desarrollarse humanamente en el aprovechamiento de sus competencias para volverse más sensibles ante las necesidades de las personas, y frente a los grandes talentos y oportunidades que cada individuo posee.

Tal vez la educación desde básica y media superior y superior que muchos recibimos apenas fue suficiente para avanzar en algunos periodos académicos y sobrevivir en el mundo laboral, fácil o complejamente. Pero el afán de competitividad y la ubicación de múltiples factores materiales por encima del individuo, hizo que gradualmente la sociedad se olvidara de formar “seres humanos” para dedicarse a generar y educar en las maquinarias para el trabajo y en la mayor utilidad de los factores productivos.

En síntesis, la Secretaría de Educación Pública debe incorporar en sus planes de estudio la educación cooperativa, toda vez que con ello se enarbolaría un modelo de gestión humano que permita apreciar la riqueza de las personas en su conjunto y no de forma individual, y, a su vez, generar elementos de riqueza colectiva sostenible.

En el ámbito de la economía actual, la educación cooperativa contribuye al desarrollo de la organización como un nuevo paradigma de ventaja competitiva en la sociedad, poniendo a disposición de los asociados instrumentos de gestión que permiten aprovechar las oportunidades existentes en contextos globalizados o en escenarios de apertura y libre comercio.

Es la educación cooperativa la que permite presentar a la solidaridad, que mencionábamos al principio, como un proyecto posible de sociedad, sostenido por un modelo de gestión que gire alrededor de la persona y fortalezca progresivamente sus valores éticos y humanistas.