Opinión

Educación dual y no microuniversidades

Educación dual y no microuniversidades

Educación dual y no microuniversidades

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Raúl Rojas González

Miembro del SNI Nivel III

El presidente López Obrador dijo a finales de 2018 que “hay unos que estudian hasta en universidades del extranjero … y van allá a aprender malas mañas”. Se aprenden también muy buenas cosas y lo puedo afirmar porque soy uno de aquellos que han estudiado en el exterior. El vivir otra realidad social y apreciar como funciona el mundo más allá de nuestras fronteras, es sin duda una poderosa lupa que nos ayuda a comprender mejor la realidad nacional. Hay muchas experiencias internacionales exitosas que pueden ayudarnos a hacer mejor las cosas. Como dice el dicho, a veces los árboles impiden ver el bosque. Una visión mas global nos ayuda a reconocer el lugar que ocupa México en el contexto mundial y el lugar que, potencialmente, podría adquirir si aprendemos a innovar.

Para ser más preciso, una de las “muy buenas mañas” alemanas es el sistema de educación dual, que deseo comentar en estas páginas y me parece, sería útil en México.

En Alemania no todos los estudiantes que terminan con la escuela media (en total doce años de escolaridad, desde el primer grado de primaria) deciden ir a una universidad. Alemania tiene tres pilares educacionales: las universidades, las escuelas politécnicas y las escuelas de oficios.

Las universidades funcionan como las que tenemos en México. Las escuelas politécnicas (que ahora se han rebautizado como “universidades de ciencias aplicadas”) ofrecen títulos de ingeniería que se adquieren en menos tiempo y con menor rigor que en una universidad. Por otro lado, en las escuelas de oficios se pueden aprender carreras cortas de mucha utilidad para la sociedad: mecánico, plomero, chef, empleado bancario, etc. Para ingresar a la escuela de oficios se requieren dos años de escolaridad menos que para la universidad.

Una cosa importante en esta modalidad es que los estudiantes de las escuelas de oficios son al mismo tiempo aprendices. Una persona que desea convertirse en mecánico, por ejemplo, puede ser contratada por una empresa como Siemens, que le paga un salario mensual y que se compromete a capacitarlo.

El Estado, por su parte, le da un lugar al aprendiz en una de las escuelas de oficios, a la que dicho aprendiz acude tal vez dos días a la semana. Se trata entonces de un modelo de responsabilidad compartida entre la iniciativa privada y el Estado. La mayor parte del costo lo asumen las empresas que quieren contar con trabajadores altamente calificados. Los aprendices tienen un sueldo del que pueden vivir y el único costo para el Estado es proporcionar dos días de educación más general y teórica en las escuelas de oficios.

Veamos como se refleja esto en las estadísticas. En Alemania el 31% de los jóvenes acude a una universidad o politécnico. En Estados Unidos lo hace casi el 50%, pero la realidad es que muchos egresados de la universidad nunca ejercen su profesión. Acaban trabajando en otro tipo de actividades. Con ese porcentaje de 31% de jóvenes universitarios, Alemania se encuentra muy por debajo de países como Japón (60%), Canadá (61%), y Corea (70%). Sin embargo, Alemania es un país desarrollado y es, junto con China, el mayor exportador del mundo. La razón es que en Alemania el porcentaje de la población que después ejercerá oficios varios es canalizado desde el principio (y no después de pasar por una universidad) a las escuelas profesionales donde se califican en su área.

En Alemania se capacitan cada año miles de aprendices en las escuelas de oficios. Firman un “contrato de aprendizaje” con las empresas en donde se comprometen a asistir a la escuela de oficios de 8 a 12 horas por semana, en uno o dos días. A veces se compacta la presencia en las escuelas de oficios en bloques de tres semanas a lo largo de un trimestre. Las escuelas de oficios dan seguimiento al avance de los aprendices, quienes después de dos o tres años tienen que aprobar un examen de certificación administrado por las Cámaras de Industria y Comercio de las diversas ciudades. Un electricista alemán tiene, al ser certificado, ya varios años de experiencia y además los conocimientos teóricos necesarios para ejercer su profesión.

Otra cosa interesante es que a las personas que se han certificado, se les abre la posibilidad de establecer su propia empresa de plomería o de mecánica, en la cual pueden emplear también aprendices. Esta relación entre los “maestros” y los “aprendices” en Alemania ha permitido, por un lado, contar con obreros y artesanos de excelencia y, por otro,  otorgarle una gran importancia a las llamadas PyMES en el concierto de la economía alemana.

En 2015/2016 había en Alemania alrededor de 1.4 millones de aprendices registrados en las escuelas de oficios. Además, un millón de estudiantes asistían a la escuela de oficios sin tener un contrato con alguna empresa. En los dos sistemas de educación hay cerca de 5.3 millones de personas estudiando; 2.9 millones de jóvenes en las universidades y otros 2.4 millones en las escuelas de oficios.

Esto explica porque Alemania es una economía exitosa a pesar de no tener al 60% de sus estudiantes en las universidades, como en Japón. A la larga no existen en la economía tantos puestos de trabajo que requieran un título universitario.

El gobierno mexicano ha planteado dos iniciativas, que desconectadas me parecen muy poco útiles e incluso hasta contraproducentes. Por un lado, el gobierno pagará en el marco del programa “Jóvenes construyendo el futuro” becas mensuales de 3,600 pesos para que se capaciten los jóvenes sin trabajo (limitadas a un año).

Por otro lado, se pretende establecer 100 universidades “micro” que ofrecerán una a tres carreras como máximo. ¿Por qué no mejor avanzar hacia el establecimiento de algo como la educación dual en México? De hecho, ya existen antecedentes. La Secretaría de Educación Pública formuló en 2013 el Modelo Mexicano de Formación Dual (MMFD) que se estableció en 2015 con un acuerdo secretarial.

Ya hay diversos colegios de educación profesional que participan en estos programas. Son aún pocos, pero su número ha estado aumentando. Los estudiantes que participan reciben una beca-salario de formación dual.

Las becas planteadas por el gobierno de López Obrador son financiadas completamente por el Estado y en los hechos representan un subsidio a las empresas que vayan a participar. Los aprendices no tienen además ningún complemento educativo externo a las empresas. Las microuniversidades que se quiere establecer van a languidecer al no estar integradas en un plan más amplio.

López Obrador ha planteado “hacer más” con el mismo dinero. Aquí hay una verdadera oportunidad de hacerlo: fortalecer las escuelas de oficios del CONALEP y sus similares para avanzar además en un plan de educación dual sustentado en la inversión de la iniciativa privada y no en dádivas indirectas del Estado a empresas a través de personas.