Opinión

Educación, más recursos, menos demagogia

Educación, más recursos, menos demagogia

Educación, más recursos, menos demagogia

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Se rasgan las vestiduras por la contrarreforma educativa los dirigentes de los partidos y las organizaciones políticas que llevaron la educación nacional al estado de postración en que se halla. ¡Pudor, señores!

Los mismos —o sus herederos— que durante décadas condujeron al desastre mediante la astringencia presupuestaria a la educación y otros planes y programas sociales, de alcance general, para beneficiar en cambio a los sectores más pudientes.

E igual, mediante la cleptomanía y la prestidigitación que hicieron esfumar partidas destinadas a este sector estratégico y reaparecerlas luego en las gordas carteras de políticos y funcionarios o en tesorerías partidistas y de campañas electorales.

Semejante manejo de la educación nacional desembocó en el establecimiento de una insana relación entre el gobierno y las organizaciones sindicales y corrientes gremiales, en particular el SNTE y la CNTE.

A los líderes de estas fuerzas sindicales los regímenes del PRI y el PAN les llenaron el buche de oro y los cooptaron a base de sueldos regios, puestos burocráticos, posiciones legislativas, comisiones laborales, aviadurías.

Y, asimismo, les aceptaron pliegos de peticiones desorbitados, que implicaban menoscabo de la educación, aunque no beneficio salarial directo para las bases docentes: plazas automáticas, días económicos, horarios laxos, prestaciones diversas. ¿La educación? Bien, gracias.

Por esta vía se llegó al deterioro y aun al abandono del sistema educativo, a la insuficiencia en la cobertura, la masificación y la infraestructura deplorable; a la existencia de planteles sin herramientas pedagógicas elementales —gis, pizarrón, mesabancos.

Se llegó al funcionamiento de escuelas sin agua ni baños, aulas sin ventanas, o con  grupos de niños laborando a la intemperie en las zonas más pobres, urbanas y rurales. Para no hablar de la total privación de tecnologías modernas y efectivo e imprescindible acceso a la cultura.

Tal manejo de la educación, implantado como estrategia para comprar el consentimiento de líderes magisteriales ante la corrupción y el uso politiquero del sistema, en efecto pretendió ser mínimamente corregido mediante la reforma impulsada por Peña Nieto.

Se trató, sin embargo, de un tardío afán de transformación, promovido sólo cuando el gremio magisterial ya había dado muestras de veleidad electoral y hasta de aberrante —o pragmático—  acercamiento aun al PAN. Partido nacido en 1939 para intentar atajar los programas del cardenismo, entre éstos la orientación de la educación pública.

Es de larga data la manipulación del sector educativo. Anterior incluso al charrismo sindical de Carlos Jonguitud ­Barrios, en los 70, y de su sucesora, Elba Esther Gordillo. Lideresa ante quien Vicente Fox y Felipe Calderón —tan amnésicos y lengüilargos ambos—, en sus respectivas gestiones, se mostraron obsequiosos, prestos siempre a cargarle el neceser repleto de finos cosméticos.

Desde esa posición de correligionarios de los responsables históricos del desastre educativo, legisladores del PRI, PAN, PRD y MC han hecho toda suerte de desfiguros para tratar de impedir el reversazo de la reforma peñista.

Se han visto patéticos en este lance René Juárez Cisneros, Juan Carlos Romero Hicks, Laura Rojas, Verónica Juárez, entre otros, tratando de descarrilar la contrarreforma y de poner el tema en manos de la Corte.

El salto atrás de la reforma, según la dislocada lectura de la oposición, significará la pérdida de la rectoría del Estado y un golpazo brutal al orden legal, al sacrosanto estado de Derecho. Y el regreso a la venta y herencia de plazas, y la basificación masiva hasta de iletrados, no sólo el pase automático de la normal al salón de clases.

Según el criterio opositor, acabará con la evaluación de los educadores, un ejercicio indispensable para elevar la calidad de la enseñanza, y por consiguiente, del perfil laboral y la formación cívica de los mexicanos.

Una evaluación, vale la digresión, que de haber sido aplicada en otros ámbitos del gobierno de Peña quizá nos hubiera ahorrado algunos desaguisados. Por ejemplo, el escándalo de Rosario Robles, presa por profesionalmente incompetente: no se percató de archimillonarios fraudes que —a decir de la Fiscalía—ocurrieron en sus narices.

Para no hablar de la eventual evaluación en Ética de la extitular de Sedesol, sancionada por haber falseado su declaración patrimonial.

Sostienen los legisladores de oposición que la contrarreforma significará el uso del magisterio como cantera electoral —¿de dónde tan conocedores?— del presente gobierno, con miras a la eternización del régimen.

Y que, por si fuera poco, implicará un retroceso democrático de medio siglo en la división de poderes, la constatación de que en el Congreso nomás los chicharrones del Peje truenan.

Pobres. Sienten nostalgia anticipada de la indiscutible independencia y autonomía de los tiempos en que batían el pandero legislativo Manlio Fabio Beltrones, Emilio Gamboa, Ernesto Cordero, Luisa María Calderón. O, más atrás, Gustavo A. Madero y Luis Alberto Villarreal; Humberto Roque, Enrique Jackson, Diego Fernández de Ceballos.

No nos dejemos engañar. Se puede dar por descontado que al gobierno de la 4T le interesa tener el control total del sector educativo para fines tanto nobles como perversos; pero, en modo alguno, eso significa que a los dirigentes de la oposición los desvela el propósito de poner la educación nacional a la altura de la de Finlandia.

Les exaspera en realidad el ya no ser ellos quienes mangoneen y usufructúen el sector educativo.

Sector cuyas calamidades no se resolverán sólo con la evaluación de maestros ni con evitar el pase automático, sino con la atención realmente integral de todas sus insuficiencias. Algo que requiere una inyección de recursos a la altura de la crisis que lo agobia.

No hay buenos en esta película. Mas la elaboración del Presupuesto Federal 2020 dará la medida del interés de las distintas fuerzas políticas, tanto la oficial como las de oposición, por mejorar la educación nacional.

Veremos si están dispuestas a sacrificar recursos destinados a sus clientelas electorales y grupos y sectores históricamente más beneficiados, en aras de abultar en serio la partida para educación. O si ésta sólo les interesa para echar discursos y combatir al gobierno.

Quienes por ahora hacen aspavientos deberán tener presente. a la hora de confeccionar el Presupuesto, esta inexorable realidad:

Sin dinero suficiente —realmente suficiente—, ni aun docentes egresados de las más prestigiosas universidades del mundo o genios que hayan solventado cuanto examen de evaluación se pretenda, podrán obrar el milagro de rescatar la educación de su condición de desastre. Sostener lo contrario es simple demagogia.

aureramos@cronica.com.mx…