Opinión

El arte de los aviolus y su reconocimiento educacional

El arte de los aviolus y su reconocimiento educacional

El arte de los aviolus y su reconocimiento educacional

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

El próximo domingo 28 de agosto celebraremos el día de las abuelas y los abuelos, que más allá del fomento al consumo y de su contribución a la reactivación del comercio, o del banal y efímero festejo, debemos hacer de la ocasión el reconocimiento merecido a su fortaleza en la pandemia y al compromiso en el confinamiento. Vayan pues dedicadas estas líneas, fundamentalmente, a los adultos mayores.

Hasta principios de este siglo el tema de la vejez se encontraba dentro de los asuntos públicos como un tema emocional y de calidez, conminando a las familias y a la sociedad el brindar a los adultos mayores la atención y cuidados necesarios para su salud física y mental. Así mismo, se promovió el uso de espacios públicos para organizar actividades ocupacionales y recreativas, sin embargo, los apoyos económicos eran muy limitados, otorgándose, fundamentalmente, a través de la tarjeta de identidad del Instituto de la Senectud (INSEN), con la que se podía obtener descuentos y viajes turísticos.

A principios de los años dos mil, en la Ciudad de México, durante el gobierno del licenciado Andrés Manuel López Obrador, la situación de los adultos mayores de 70 años tuvo un cambio sustancial, un impulso y orientación distinta al otorgarles un apoyo económico universal, equivalente a medio salario mínimo mensual.

Esta política pública se extendió a otros beneficios, como los descuentos en el pago de impuestos y servicios (predial y agua), la gratuidad en el transporte público no concesionado (metro, trolebús, metrobús), el acceso a medicamentos, y el otorgamiento de servicios de atención médica a domicilio, prestaciones a las que tuvieron derecho también las personas mayores de 65 años de edad.

Con la administración actual, el apoyo mensual otorgado se incrementó y el modelo se desplegó a todos los estados de la república, obteniendo un reconocimiento en la ley como un derecho universal, y su consolidación en una política pública permanente.

A pesar de que, por esta vía económica de beneficio directo o indirecto, los adultos mayores fueron revalorados, aún perduran prácticas de violencia física, emocional y patrimonial hacia ellos. De acuerdo a los datos del Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México, en un 200 % se han incrementado las llamadas, denunciando ser víctimas de algún tipo de violencia o del abandono por parte de sus familiares.

Resulta urgente, entonces, el asegurar la tranquilidad y la salud física y mental de los adultos mayores. Nuestra responsabilidad comienza en reconocer que hoy somos una sociedad en la que existe una distribución de grupos etarios en la que podemos apoyarnos mutuamente, pero también en aceptar que somos una sociedad que está en pleno proceso de envejecimiento.

Lo anterior, en este día de la abuela y el abuelo, nos debe llevar a una reflexión con el más profundo sentido de la otredad y la alteridad que nos permita conocer no sólo sus necesidades, sino reconocer en ellos a los grandes eslabones generacionales del vínculo familiar; a los referentes imprescindibles de la cultura y de la historia inmediatas, y, sobre todo, a los educadores que en la cotidianidad de compartir su experiencia vital y extraordinaria, ponen en práctica los conocimientos más significativos de su existencia.