Opinión

El bailongo

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La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

"Se va a poner sabroso el AMLOfest!”. Así dijo Andrés Manuel López Obrador cuando anunció que el lunes 1 de julio, al cumplirse el primer aniversario de su victoria en las elecciones presidenciales, organizaría un festival musical y rendiría un informe de gobierno. El evento fue amenizado por los mariachis de la Secretaría de la Defensa Nacional, Margarita, La Diosa de la Cumbia, el flautista Horacio Franco acompañado por Víctor Flores, así como por la Banda Sinfónica de Tlaxiaco, Oaxaca. Y luego vino el discurso.

Que yo recuerde, nunca antes había sucedido que un Presidente de la República hubiese celebrado el aniversario de su triunfo electoral, y menos aún que presentase un informe de gobierno frente a una multitud.

AMLO quiere romper los antiguos protocolos e imponer un nuevo estilo: renunció a vivir en Los Pinos y abrió la antigua residencia oficial al público; desapareció el cuerpo de las Guardias Presidenciales y lo incorporó a la Sedena; le retiró las pensiones a los expresidentes, cuyo monto era de 500 mil pesos mensuales.

Habló 90 minutos para exponer lo que él considera los logros más importantes de su administración, y también aprovechó para lanzar un mensaje político como la promesa de que antes de diciembre “arrancará de raíz el régimen corrupto.” Además, afirmó: “¡no habrá marcha atrás! Mensaje que se presta a muchas interpretaciones: ¿Acaso eso significa que su Cuarta Transformación tiene una ­aspiración transexenal?, ¿que estamos destinados per secula seculorum a vivir nosotros y las generaciones futuras de mexicanos en el sistema que él está fundando? Y entonces, ¿dónde quedará el orden republicano que se basa, esencialmente, en la rotación de los cargos?

Por aquí y por allá, soltó frases que suenan a verdaderas y propias amenazas contra la democracia liberal que nos ha costado tanto trabajo construir. Por ejemplo: “una cosa es la prudencia y el respeto a las libertades, y otra la indefinición”. Se puede decir lo mismo con otras palabras: “mejor establecer la definición, aun a costa de sacrificar las libertades.” Eso tiene un cariz alarmante. Va otra frase incluida en este “informe”: “En las causas de la justicia no somos moderados, somos radicales.” En vista de que ya había sostenido que la justicia está por encima de la ley, es obvio que al hacer menos  la ley, quien dicta qué es la justicia es él. Pues bien, cuando el poder se pone por encima de la ley aquí y en cualquier parte se llama autocracia; es el poder personal que actúa por fuera de la norma jurídica y que en las tipologías de las formas de gobierno está clasificado como un régimen repulsivo.

Si se pudiésemos resumir en una palabra este inusitado informe esa palabra sería “contradictorio”. Me explico: en uno de los tramos el Peje afirmó: “Empiezo por informarles que ya no se tolera, ni se permite la corrupción desde la Presidencia de la República. Están prohibidos el nepotismo, el amiguismo, el influyentismo y cualquier otra práctica propia del antiguo régimen.” Falso: no hay otra explicación de la presencia de Román Meyer Falcón al frente de la Sedatu, y de Luisa María Alcalde Luján a la cabeza de la Secretaría del Trabajo, que el amiguismo.

Va otra contradicción: el tabasqueño sostuvo: “Se ha garantizado la libre manifestación de las ideas, el derecho a disentir, la libertad de creencias y la libertad de prensa.” Pero, allí está el hostigamiento que a diario sufrimos quienes no pensamos como él. Un caso emblemático es el de Octavio Rodríguez Araujo, quien hace unos días escribió un artículo en Facebook en el que anunció su retiro del periodismo después de 50 años de ejercicio ininterrumpido. El motivo, según explica Rodríguez Araujo, se debe a la serie de amenazas que ha recibido por parte de fanáticos lopezobradoristas. Ni siquiera en los tiempos más duros de la represión posterior al 68 le ocurrió esto.

Valga otro ejemplo de las contradicciones en las que cayó López Obrador en su discurso del 1 de julio: “No luchamos por construir una dictadura, luchamos para construir una auténtica, una verdadera democracia. Estamos a favor del diálogo, de la tolerancia, de la diversidad y del respeto a los derechos humanos.” Pero resulta que, por primera vez, desde su creación, hace 29 años, un Presidente de la República no recibe el informe de actividades de la Comisión Nacional de Derechos Humanos. Luis Raúl González Pérez, titular de ese órgano autónomo, lamentó que el titular del Ejecutivo federal, no haya abierto un espacio en su agenda para escuchar la grave situación que guardan las garantías fundamentales en el país.

Por lo que hace al tema de querer construir una democracia auténtica y verdadera, lo que hemos visto, hasta ahora, es que a López Obrador le encantan las votaciones a mano alzada, algo así como las consultas de kermés, para luego decir, éste fue un auténtico ejercicio de democracia directa. Cuando bien se sabe que la votación a mano alzada no es un ejercicio democrático sino autocrático.

Si seguimos por este camino, AMLO nos va a “llevar al baile.”

Twitter: @jfsantillan

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