Opinión

El COVID-19 discrimina y es racista

El COVID-19 discrimina y es racista

El COVID-19 discrimina y es racista

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Constantemente hemos oído y repetido que el coronavirus no discrimina ni respeta fronteras, ni clases sociales, ni género ni raza, sino que ataca por igual. Pero ahora que la pandemia se extiende y la realidad ha salido a relucir, estamos viendo que aquí los afroamericanos están resultando infectados y muriendo en números triste y ofensivamente desproporcionados.

La idea de que todos estamos en esto juntos y todos corremos el mismo riesgo, ya no parece cierta. Como ejemplo Louisiana, donde el 70 por ciento de quienes han muerto contagiados del virus ha sido de la raza negra, pese a que los afroamericanos constituyen sólo el 32 por ciento de la población del estado.

Similar situación se está dando en ciudades como Nueva Orleans, Detroit y Chicago. En Nueva York, los afroamericanos constituyen el 22 por ciento de la población total, pero son el 28 por ciento de los que han muerto; mientras que los hispanos integran el 29 por ciento de la población, pero son el 34 por ciento de quienes han fallecido por este mal.

Cifras provenientes de Michigan, Illinois y Carolina del Norte claramente indican que los afroamericanos están en mucho más riesgo de contraer el coronavirus en su forma más severa, terminando en muerte.

Para los expertos, el terrible efecto que el ­COVID-19 está teniendo entre la población negra es debido principalmente a que viven en más pobreza y tienen más problemas de salud. Con frecuencia carecen de seguro médico y de medios económicos para atenderse. Históricamente sufren de enfermedades como asma, diabetes, hipertensión y obesidad, condiciones que dificultan la recuperación.

Cuando las autoridades por fin recomendaron aislarse y quedarse en casa para evitar contagios, los afroamericanos en gran número, al igual que muchos latinos, no pudieron ni pueden darse ese lujo. En las grandes concentraciones urbanas, sólo el 20 por ciento de los trabajadores de raza negra ha podido trabajar desde su casa, comparado con un 30 por ciento de sus contrapartes blancos, de acuerdo al Economic Policy Institute, cuyas cifras también revelan que sólo una de cada cinco personas negras y uno de cada seis hispanos, puede darse el lujo de trabajar desde su hogar.

Cuenta también la desinformación que al principio se dio, cuando se indicaba que el coronavirus era para los viajeros, aquellos que van y vienen del extranjero , cosa que la población afroamericana poco hace. O que era para los jóvenes universitarios que viajan a la playa en primavera, o que era un “virus chino” como el presidente Trump lo llama. Ahora sabemos que ataca principalmente a los que están más expuestos, más frágiles y más enfermos.

Y es que quedarse en casa es definitivamente un privilegio que no todos tienen. Si su trabajo es limpiar casas o cuidar niños, o atender un anciano o ser cocinero de restaurante, o chofer o albañil, ¿cómo pueden trabajar desde su casa? Tienen que usar transporte público, interactuar con otra gente, exponiéndose aún más.

En este país, muchos con salarios fijos que todo lo que necesitan para trabajar desde casa es una laptop, se quejan de haber tenido que cancelar planes de Semana Santa y fiestas, pero hay infinidad de otros, y no sólo aquí sino en México y la India para citar dos lugares, donde hay gente que tiene que elegir entre quedarse en casa con el riesgo de hambre o ir a trabajar con el riesgo de ­contagiarse.

Definitivamente el coronavirus no ataca a todos por igual. Información proveniente de más de cien países alrededor del mundo, deja claro que se ensaña con los adultos mayores, en donde los efectos del ­COVID-19 son los peores, por la condición de su corazón, sus pulmones y sus condiciones ­inmunológicas.

Y qué decir del género. El COVID-19 también resulta sexista, ya que está no sólo infectando, sino llevándose más las vidas de los hombres que de las mujeres. En Lugares como Italia a una tasa de 7.2 contra 4.1; mientras que en China fue de 2.8 contra 1.7.

En cuanto a desigualdad y racismo, ­¿cómo pueden aquí los afroamericanos aislarse cuando familias enteras habitan en un cuarto?, ¿cómo comprar comida para dos semanas cuando viven al día? y ¿como obedecer lo de taparse la boca y naris cuando la policía los detiene confundiéndolos o para asegurase que no son miembros de bandas criminales que se cubren el rostro para cometer fechorías?

Es claro que el COVID-19 no ataca a todos igual.

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