Opinión

El derecho a migrar

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El derecho a migrar

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Aunque la movilidad geográfica es un fenómeno que acompaña desde siempre la historia de la humanidad, actualmente las migraciones internacionales se imponen como uno de los principales factores de transformación de nuestras sociedades.

El enorme flujo migratorio en busca de asilo que se observa en las fronteras norte y sur de nuestro país, sobre todo de haitianos, hondureños y guatemaltecos, pero también de otras nacionalidades, se corresponde con las inmensas oleadas de migrantes y refugiados que buscan encontrar un mejor futuro en diferentes regiones del planeta.

En este contexto, llama poderosamente la atención el crecimiento incontrolado de prejuicios y estereotipos, así como de actitudes racistas y xenófobas, contra los indocumentados, como acontece en estos momentos en países como Chile, Perú y Bolivia, donde surge la violencia contra la migración proveniente de países vecinos al grito de: “cierre de fronteras ahora”.

Lo mismo se observa con los guardias fronterizos de Estados Unidos quienes hace unos días hicieron retroceder con látigos y montando a caballo a los indocumentados caribeños que buscaban pasar a Texas desde territorio mexicano. El odio antiinmigrante se sustenta en la idea de que son invasores que deben ser tratados como enemigos.

Los migrantes sufren la doble espiral del miedo y la exclusión. Es frecuente su muerte mientras cruzan las fronteras. Quien se ve obligado a abandonar su país, se convierte fácilmente en un enemigo de la comunidad donde establece su nueva morada. El surgimiento de grupos antiinmigrantes cada vez más agresivos, así lo demuestra.

Estos enormes desplazamientos humanos representan un llamado de atención a la comunidad internacional para brindar ayuda urgente a los países emisores de refugiados. La migración internacional se explica por la mayor interconexión económica, social y cultural entre países, así como por su desempeño económico desigual.

Es un fenómeno que experimenta profundos cambios cualitativos que deben ser considerados en la agenda regional. Son modificaciones que impactan la geografía migratoria de origen y destino, así como la mayor presencia de zonas urbanas como punto de partida. Igualmente se transforman los patrones migratorios relativos al sexo, escolaridad, posición en el hogar, tiempo de estancia y ahora la edad.

Aumenta significativamente el número de personas que huyen de su país de origen, ya sea por situaciones estructurales de extrema violencia social generada por la delincuencia, la pobreza o la persistente desigualdad, por la precariedad o ausencia de salud, vivienda y educación, y por temores fundados de que su vida peligra sin que pueda ser garantizada por las autoridades.

En la actual coyuntura, el tema migratorio es el más relevante por su impacto internacional y por la relación que guarda respecto a la vigencia de los derechos humanos. Tampoco es militarizando las fronteras como el problema encontrará solución.

En México carecemos de una política de Estado en temas migratorios y de derechos humanos. Los burócratas encargados son insensibles, folclóricos e ignoran aspectos centrales del problema. En un hecho inédito se informa que el gobierno mexicano expulsó, solo en la frontera con Guatemala, a cerca de diez mil personas entre el 22 de agosto y el 22 de septiembre pasados.

Recordémosles que muchas familias mexicanas conocen el significado de la migración, ya sea porque se presentó como una solución frente a las recurrentes crisis económicas de nuestro país o porque definitivamente, una parte significativa de ellas se vio obligada a establecerse en los Estados Unidos como principal destino. El tema de los derechos humanos de los migrantes involucra múltiples realidades, necesidades, motivaciones y riesgos, sobre todo aquellos que se relacionan con la grave situación de las niñas, niños y adolescentes no acompañados en su tránsito por México.

isidroh.cisneros@gmail.com

Twitter: @isidrohcisneros

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