Opinión

El desarrollo humano en locke y en rousseau

El desarrollo humano en locke y en rousseau

El desarrollo humano en locke y en rousseau

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Durante siglos, prevaleció la creencia que el desarrollo humano se explicaba por una idea preformista según la cual los niños eran pequeños adultos completamente formados. Pinturas medievales ilustran esta teoría. Lo niños sólo se distinguían de los adultos por el tamaño.

No fue sino hasta el siglo XVII que la teoría preformista comenzó a declinar y a dar lugar a ideas más modernas. John Locke (1632-1704) formuló la idea contraria de que los niños, no estaban preformados, sino que se hacen adultos mediante la crianza y la educación.

Locke sostuvo que los niños no nacían de manera innata malos o buenos. Al nacer, dijo, la mente de los niños es una tabula rasa, una pizarra en blanco, y que lo que la mente adulta resulta es efecto casi completamente producto del aprendizaje y la experiencia.

El pensamiento de Locke era coincidente con el gran movimiento liberal y democrático de la ilustración: si los niños nacen como organismos con una mente en blanco, ergo, todos han nacido iguales.  Si ciertas personas son mejores que otras esto es debido a las mejores circunstancias en las que crecieron.

Locke dijo —contra Platón y Descartes— no hay ideas innatas, anteriores a la experiencia. Si los niños y los idiotas no saben nada de matemáticas o lógica, esas ideas no podían ser virtudes que traían consigo los recién nacidos. La mente de éstos, dijo, por así decirlo, es un papel en blanco desprovisto de toda característica y de ideas.

Las personas tienen diversos temperamentos, pero eso se debe a las circunstancias, sobre todo las que se experimentan en la primera infancia. Según él, las formas de influencia que el medio ejerce son la asociación, la repetición, la imitación y, finalmente, la más importante, los premios y los castigos (obsérvese que Locke fue el antecesor histórico del conductismo de Skinner).

La primera posición no ambientalista sino desarrollista fue la que formuló Jean Jacques Rousseau (1712-1778) que refuta la idea de que al nacer los hombres son unas pizarras blancas; él dice, en cambio, que la diferencia entre los hombres adultos se explica por el plan de la Naturaleza que los conduce a desarrollar ciertas capacidades y modalidades en diferentes etapas de su vida.

Rousseau nos pide que demos a la Naturaleza la oportunidad de guiar el crecimiento de los niños. Él no cree en los poderes del ambiente y que una persona bien desarrollada deba depender de la opinión de los otros. Rousseau se rebela contra la sociedad (y esa rebelión se vincula estrechamente a las vicisitudes de su vida personal).

De esa rebelión personal surgieron sus dos obras estelares: El contrato social y el Emilio. Pensamientos obre la educación (ambas de 1762). El Emilio es el principal libro de Rousseau sobre el desarrollo y la educación y se trata de un niño imaginario que es entregado a un tutor para que los eduque conforma al plan de la Naturaleza. La historia culmina cuando el joven Emilio se dispone a casarse con una joven llena de virtudes.

Tanto Locke como Rousseau elaboraron un esquema para el desarrollo humano basado en etapas que exigen, cada una de ellas, una determinada experiencia.

Gilberto Guevara Niebla