Opinión

El dilema del Boeing 737 MAX

El dilema del Boeing 737 MAX

El dilema del Boeing 737 MAX

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

A partir de mediados de abril la armadora de aviones más antigua del mundo, la estadunidense Boeing, reducirá la producción de sus nuevos 737 MAX, el modelo que protagonizó el escándalo del año no sólo por acumular dos accidentes en menos de 6 meses, que acarrearon la muerte de más de 340 pasajeros, sino por las implicaciones que se han derivado de las primeras investigaciones y que apuntan a un problema de diseño que quiso solventarse con un software que —a la hora de la verdad— parece no haber funcionado correctamente.

Más allá de los detalles técnicos, los cuales se irán dando a conocer en la medida en que avancen las investigaciones, lo realmente preocupante es el daño reputacional y financiero que está sufriendo la empresa. Es cierto que el tema se está acotando al modelo MAX del muy exitoso Boeing 737, quizás el modelo más usado en la historia del transporte aéreo, pero los datos que se han dado a conocer acerca de los detalles del desarrollo de este modelo han causado alarma en un entorno en el que las potencias tradicionales —y Estados Unidos lo es— están perdiendo su peso en favor de las emergentes, como China, que también quiere disputar protagonismo en el mercado de aviones.

Además, esto se da en un entorno un poco más complicado, donde el avance de las tecnologías para los vehículos que vuelan están empujando fuertemente hacia la sustitución del factor humano en favor de la máquina. Sucesos como los ocurridos en Lion Air en octubre del 2018 y Ethiopian Airlines el pasado marzo retrasarán, sin duda, la confianza de los consumidores en estas opciones, pero a la larga es muy posible que se impongan.

Volviendo a la armadora estadunidense, ya hay indicios de que su ritmo de producción será más lento. Aunque sólo Garuda Indonesia ha anunciado formalmente la cancelación de su pedido por 49 aeronaves, la arrendadora China Aircraft Leasing Group Holdings (CALC) anunció una pausa en su orden en firme de 75 aparatos y 25 opcionales.

Pero mientras los analistas esperan que estas noticias sean sólo una reacción —pasajera— frente a los acontecimientos, fue evidente la reacción de la Agencia Federal de Aviación (FAA) de los Estados Unidos, ya que si con anterioridad había sido sumamente blanda con la certificación del nuevo modelo (y la aplicación del software MCAS para atenuar los efectos del cambio de configuración de los motores bajo el fuselaje), ahora se ha mostrado mucho más severa con las modificaciones al software mencionado y otros sistemas que no tienen qué ver con este dispositivo.

Sin duda que en esto jugó el aireado reclamo del senador estadunidense Ed Markey al jefe de la FAA, por la aparente falta de rigor en la certificación del programa MAX de la Boeing.

Es de esperarse que en el futuro la FAA se muestre mucho más exigente y que Boeing entre en una etapa de actividad menos febril pero de profunda reflexión. Pero de la crisis puede salir una excelente oportunidad.

Lo oí en 123.45: Además, se debe investigar y hacer justicia en el caso de Mexicana de Aviación: anular las irregularidades, castigar a los responsables, resarcirle a los trabajadores su patrimonio y dejar de culparlos por el quebranto.

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