Opinión

El "Efecto Brady" o las rarezas de otro Super Bowl

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El "Efecto Brady" o las rarezas de otro Super Bowl

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Seguramente desde ayer han leído hasta el cansancio las odas a Tom Brady y su inigualable logró de ganar siete Super Bowls, una hazaña que se antoja imposible que algún jugador más la iguale en la historia. En eso estamos de acuerdo, es un fuera de serie, un gran jugador, entre los top de todos los tiempos y un ejemplo de constancia y triunfo pocas veces visto.

Sin embargo, y alejándonos de todos los comentarios que ya suenan a letanía tras otro triunfo de Brady que lo sitúan sin duda alguna en el olimpo de los dioses del deporte, qué hay de aquello que se ve pero no se razona, que sucede pero rápidamente es olvidado o borrado por una memoria que parece diseñada para sólo registrar las escenas del triunfo, del ganador en la cima, dejando a un lado los recovecos o situaciones que de una u otra manera, se acepte o no, dejan pensando sobre algo que, sin ser probado, nos ha inquietado cada vez que el llamado GOAT (Greatest Of All Time) ha levantado un nuevo Trofeo Vince Lombardi y se ha ceñido otro anillo a sus dedos.

Los logros, méritos y números de Brady ahí están y lo avalan ya desde hace unos años como una leyenda viviente de la NFL, un hombre que seguro sería inducido al Salón de la Fama sin necesidad de esperar cinco largos años para pasar por la estricta votación del jurado.

Aun así, por qué, por qué siempre nos preguntamos qué es lo que ha sucedido en cada uno de sus títulos que nos deja pensando en situaciones poco comunes (por decirlo de alguna manera amable) que hacen que los rivales parezcan como neutralizados mentalmente para reaccionar, siendo propensos a cometer errores netamente inoportunos y hasta inverosímiles, o situaciones que parecieran lejos de la realidad del momento y más cercana a una realidad alterna. ¿Acaso se trata de lo que podríamos denominar como “El Efecto Brady?

UNA LLUVIA DE PAÑUELOS

En algo complemente inusual en un equipo muy bien entrenado y disciplinado como Kansas City, no puede pasarse por alto la cantidad de castigos que le marcaron tan sólo en los dos primeros cuartos. Fueron ocho infracciones para un increíble total de 95 yardas, es decir, casi un campo completo (tiene 100 yardas). De acuerdo con NFL Research, fue la mayor cantidad de infracciones cometidas por un conjunto en sólo dos cuartos en toda la temporada 2020. Ningún equipo, ninguno estuvo siquiera cerca de esa cifra.

La razón, y quizá muy lógica es que la planilla de oficiales que sancionó el juego fue la que más pañuelos lanzó en la temporada, con un promedio de 19 castigos por encuentro.

Es verdad, los jugadores no son santos y siempre existe el colmillo y la maña en muchos de ellos, pero la realidad y, como es sabido hasta el cansancio, en la postemporada los oficiales permiten una mayor libertad a los jugadores al no ser tan rigoristas a la hora de sancionar, lo que hace que el juego sea más fluido y más atractivo para la afición. Eso, sencillamente, desapareció el domingo en el Super Bowl.

Enumerar las faltas sería tedioso, pero baste decir que muchos de los contactos o interferencias fueron tan comunes como muchos que suceden en la temporada y no se llegan a marcar. Una de esas llamadas borró una intercepción de los Jefes.

Al final, Kansas sumó 11 castigos para 120 yardas contra cuatro de Tampa Bay para 39 yardas.

Andy Reid, coach de los Jefes, simplemente se limitó a decir que eso fue algo inusual en su equipo, que fue una lástima que sucediera en el día del juego por el título y que así no se puede hacer gran cosa.

¡Perdón! ¿Y ya nada más? Lo increíble es que jamás se le vio a Reid alegar o protestar por alguna de llamadas de los oficiales, y eso que hubo algunas muy polémicas: Reid siempre mantuvo la calma, algo extraño en uno de los coaches más apasionados y emocionales desde la lateral.

SENTADO, SOLITARIO Y EN SILENCIO

Por otra parte, más que extraño fue ver que, aun a pesar de la inoperancia ofensiva de Kansas (algo realmente extraño) la banca era toda tranquilidad a la hora en que la unidad de ataque estaba en la banda lateral. El mejor ejemplo de ello fueron las constantes escenas que mandaba la cadena de TV de Pat Mahomes sentado, solitario, con su cubre boca azul y en silencio.

Para quien ha visto futbol americano por años recordará como escena recurrente que cuando un equipo esta abajo en el marcador y su ofensiva parece no encontrar la manera de moverse, el quarterback y el coordinador ofensivo charlan y hasta discuten en la banca cada vez que la unidad de ataque está fuera.

De hecho, ¿cuántas veces no vimos eso en numerosas ocasiones con el mismo Brady y el coordinador Josh McDaniels en Nueva Inglaterra cuando las cosas no andaban bien?

Bueno, eso mismo lo llegamos a ver con Reid y Mahomes en la temporada regular. El domingo, no hubo una sola toma de las cámaras en que Eric Bieniemy, el coordinador ofensivo, se acercara a platicar con Mahomes, y menos aún Reid, quien baste decirlo, es una de las mentes ofensivas más brillantes de la NFL, discípulo de Mike Holmgren, quien a su vez fue el alumno más avanzado de Bill Walsh en los 80.

De hecho, sólo a Bieniemy se le vio consultar una y otra vez las tablets (donde aprecian imágenes y hasta videos del juego), a Mahomes jamás se le vio hacerlo. Es más, por si eso fuera poco, fue muy extraño que a pesar de lo apremiante de la situación, Mahomes, líder natural del equipo, jamás charló en la banca con Travis Kelce, Tyreek Hill o alguno otro de los elementos de la ofensiva o de la misma línea para pedirles mayor protección, como si hemos visto que lo hace numerosas veces. Esas reuniones entre las estrellas ofensivas sea cual sea el equipo, siempre se dan en situaciones así. El domingo eso no sucedió. ¿Dónde quedó la chispa de Mahomes?

LA DEFENSIVA DE TAMPA BAY, ENORME, PERO

Nadie puede negar que la estrategia defensiva del coordinador Todd Bowles fue brillante en la parte profunda para neutralizar a las armas principales de Kansas (Kelce y Hill) amén de los balones que increíblemente dejaron escapar a pesar de ser dos de los mejores jugadores recibiendo el balón en la Liga. Sin embargo, y más extraño aun viniendo de un cerebro como Reid, es que no haya echado mano de sus corredores como receptores, una de las herramientas y antídotos básicos cuando el mariscal no tiene tiempo y los receptores están totalmente cubiertos campo abajo. Eso no lo digo yo, esa es una máxima de la ofensiva Costa Oeste y que muchos equipos la han usado para salir de situaciones similares en plenos Super Bowls. Si existe alguna duda ahí están como ejemplo las victorias de Indianapolis sobre Chicago en el Super Bowl XLI o Nueva Orleans sobre Indianapolis en la edición XLIV.

Muchos se preguntan ¿y dónde quedó LeVeon Bell, ex estrella de los Acereros, la explosiva contratación, gran corredor y muy buen receptor que no entró a una sola jugada en el Super Domingo? Ante una situación tan desesperada ¿no habría sido mejor meterlo al campo y ver cómo podía colaborar que dejarlo sentado?

En fin, son situaciones sin respuesta y que quedan en ese infinito limbo del “Y si hubiera”.

LA TORMENTA PERFECTA EN KC

De todo lo anterior no podemos pasar por alto algunas situaciones que podrían explicar las conductas de algunos de los protagonistas del encuentro. La semana no fue fácil para la organización de los Jefes. Días antes, Britt Reid, hijo del coach y entrenador de linebackers externos, se vio involucrado en un aparatoso choque de autos donde hubo lesionados y se dijo que el hijo de Reid presentaba un ligero aliento alcohólico, situación que fue aceptada por el mismo Britt.

A pesar de que el coach Andy Reid dijo que el incidente no lo distraería de su enfoque en el juego, la realidad pareció ser otra. Reid se mantuvo muy sereno, por no decir pensativo. De hecho, fue extraño que no se acercara al mismo Bieniemy o a Mahomes para tratar de enderezar el rumbo del juego.

Y es que cuántas veces no hemos visto a un entrenador en jefe, y más siendo ofensivo, tomar las riendas, sentarse a platicar con su mariscal y buscar una solución. Ejemplos sobran: Sean McVay de los Carneros, Kyle Shanahan de los 49ers, y hasta el mismo Bill Belichick ( de tendencia netamente defensiva) con pizarrón en mano frente a la defensiva en la banca en pleno juego.

No obstante, Reid no hizo nada de eso, y aunque parezca exagerado, no fue algo normal.

MERAS CURIOSIDADES

La realidad es los Bucaneros son los campeones de la ya de por si extraña temporada 2020 y que Brady obtuvo su séptimo anillo de Super Bowl.

Para cerrar y dejarlos pensando un rato al respecto, hemos seleccionado tres jugadas o acciones en triunfos de este icónico mariscal de campo que nos hablan mucho del llamado “Efecto Brady”.

-En el Super Bowl XXXVIII y con el juego empatado a 29 puntos entre Patriotas y Panteras, con el reloj ya expirando, John Kasay, uno de los mejores en su posición, mandó el balón por la banda lateral tras hacer el kickoff. Resultado: En vez de que los Patriotas empezarán la ofensiva en su yarda 25, lo hicieron desde medio campo, aprovecharon la situación y con un modesto avance intentaron y anotaron el gol de campo de la victoria.

-Al final del SBXLIX, Seattle estaba en la yarda uno y bastaba con darle el balón al corredor Marshawn Lynch, quien estaba en su mejor momento y era prácticamente imparable en esa situación. El coach Pete Carroll decidió mandar una jugada de pase que fue interceptado. Resultado: Nueva Inglaterra conservó la ventaja y acabó el juego.

-Super Bowl LI. Con muy poco tiempo en el reloj, Atlanta sólo debía consumir el tiempo restante con acarreos para no detener las manecillas. Inexplicablemente decidieron lanzar. Resultado: pases incompletos, entregó el balón y le dio vida al regreso de Nueva Inglaterra para forzar el tiempo extra y posteriormente ganar.

En fin, dejémoslo como situaciones que quizá son provocadas por un misterioso hechizo o conjuro llamado “Efecto Brady”.