Opinión

El engranaje perfecto

El engranaje perfecto

El engranaje perfecto

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

El mejoramiento de una sociedad es imposible

sin un mejoramiento de los individuos.

Herbert Spencer

El pasado miércoles 11 de marzo, la Comisión de Anticorrupción, Transparencia y Participación Ciudadana del Senado de la República, se reunió para entrevistar a los candidatos para formar parte del Comité de Selección del Sistema Nacional Anticorrupción (SNA). Para sorpresa de propios y extraños sólo se presentaron 4 Senadores (Clemente Castañeda, Xóchitl Gálvez, Daniel Gutiérrez y Eunice Romo), con quienes no se reunió el quórum necesario para realizar las entrevistas respectivas. De los Senadores que no asistieron 2 eran integrantes de PRI, 2 del PAN y 6 del partido MORENA.

La primera Comisión de Selección estuvo conformada por 9 personas: José Luis Caballero, Cynthia Patricia Cantero, Antonio Carlos Gómez, Edna Jaime, Sergio López Ayllón, María Elena Morera, Juan E. Pardinas, Viridiana Ríos y Pedro Salazar Ugarte.

La importancia de esta Comisión radica en su función como responsable de nombrar a los miembros del Comité de Participación Ciudadana (CPC), conformado por 5 ciudadanos con honestidad y prestigio, que se hayan destacado por su contribución a la transparencia, la rendición de cuentas o el combate a la corrupción y quienes fungen como el vínculo más cercano y directo con la sociedad civil y por ello, para mí, el órgano de representación y combate a la corrupción más importante de todo el SNA.

En octubre del año pasado, los integrantes de la Comisión de Selección, concluyeron su encargo y sin ellos el CPC no puede conformarse y, por lo tanto, tampoco puede hacerlo el SNA. En una palabra, el contrapeso (anticorrupción) está en el abandono.

Aun cuando sea posible que otros sistemas puedan subsistir e intentar alcanzar sus objetivos a pesar de ciertas debilidades o fallas, ello no es aplicable para este sistema. Y es que el SNA ha sido diseñado como un mecanismo de engranaje perfecto, en el que si una pieza falta, el sistema entero se detiene.

Además, a casi 5 años de haberse creado constitucionalmente, es complicado encontrar más pretextos para justificar que aún no haya sido posible instaurarlo completamente. Es muy extraño que, como en este mismo espacio mencionamos en ocasión pasada, el gobierno actual se haya auto distinguido con el eslogan de la “lucha contra la corrupción” y que, sin embargo, esa gran lucha sea solo discursiva.

El pasado 12 de marzo, la Fiscal Especializada en Combate a la Corrupción, María de la Luz Mijangos, presentó ante el Senado su informe anual de actividades en el que reportó que de diciembre de 2019 a marzo de 2020, se iniciaron 950 carpetas de investigación y, sin embargo, sin el tamiz del CPC el SNA sigue incompleto y adolece del contrapeso que puede legitimar por completo sus resultados.

Este gobierno debe, de inmediato, aprovechar la reforma que le fue heredada e implementar de una vez por todas la que puede constituirse en la más importante de sus metas. Cierto es que el SNA no fue iniciativa de este sexenio, pero igual de acertado es reconocer que no está empleando el arma más poderosa de que dispone para demostrarle a quienes votaron por ellos, que no se equivocaron al hacerlo.

La forma en que entiendo la corrupción es poco placentera, menos aún autocomplaciente, al contrario, es muy extensa y pisa callos, los míos, de mi vecino, de colegas porque tiene infinidad de manifestaciones. La corrupción se trata, en suma, de hacer lo correcto y no me refiero a una guía ética o a parámetros personales sobre los cuales podríamos discutir infructuosamente durante horas sino, sencillamente, a seguir la letra de la ley.

Por eso cuando la ley se incumple tan descaradamente desde los órganos de representación más importantes que, en este caso, irónicamente es de donde se gestan las normas que ellos mismos inobservan, no puedo menos que extrañarme por la ironía que tildaría de graciosa sino fuera tan dramática.