Opinión

El gran Wanna Wanna

El gran Wanna Wanna

El gran Wanna Wanna

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

“Si existe Dios tendrá que

ser un único Señor, pero

mejor sería que hubiese dos,

así habría un dios para el

lobo y otro para la oveja,

uno para el que muere y

otro para el que mata, un

dios para el condenado

y otro para el verdugo.”

El Evangelio según Jesucristo, José Saramago (1922-2010).

La semana pasada, el titular del Ejecutivo dio a conocer un memorándum mediante el cual pedía a los miembros de su gobierno ignorar los cambios constitucionales que regulan el sistema de educación pública, aprobados por dos terceras partes de la mayoría en el Congreso y por todo el aparato legislativo nacional durante la administración anterior.

Así, como por decreto divino, la voluntad individual hace a un lado la ley.

En la historia de la humanidad, hay ejemplos de sobra en los que determinada sociedad ha llegado a deificar a un personaje. Apenas el siglo pasado así sucedió con Lenin, Mao, Stalin, Hitler y Mussolini. Desde los Vedas, pasando por Buda y Cristo, ha existido el Wanna Wanna, el Gran Caballo Loco, el Führer o el señor dictador.

Me parece que éste no es el caso en nuestro país, pero en ocasiones como ésta, se juega muy de cerca esa delgada línea que divide al dogma de la razón.

En algunos parlamentos del mundo se han prohibido los debates religiosos precisamente porque se entra al terreno de lo dogmático, de aquello que no acepta cuestionamientos. La razón se puede discutir con silogismos, con razonamientos, con debate, con mayéutica, con dialéctica y esto se traduce en conocimiento.

En México, la investidura presidencial, ha sido consagrada con un halo casi religioso, pero no porque estemos esperando a ningún mesías. Siempre ha estado claro: al Presidente se le respeta, pero no se debe poner en los altares. Es un ser humano de carne y hueso, con luces y sombras, con aciertos y errores. Su firma, su palabra, no están por encima de nuestra Constitución Política y no bastan para modificar el estado de derecho.

Siempre ha habido, y siempre habrá, personas que están en busca de una figura salvadora. Pero solamente el colectivo, solamente la sociedad es la que puede hacer una historia de progreso. He ahí la importancia de proteger nuestras instituciones.

La ley es la ley. Nos guste o no nos guste, tenemos que cumplirla.

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