Opinión

El humanismo social de la nueva escuela mexicana

El humanismo social de la nueva escuela mexicana

El humanismo social de la nueva escuela mexicana

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

El humanismo social es el ordenador principal de la nueva escuela mexicana. La nueva política quiere fomentar la educación integral de la persona y, al mismo tiempo, que la escuela contribuya, en la medida de sus facultades, a disminuir las desigualdades sociales.

El centro de atención de la nueva política es la práctica educativa que ocurre en el aula. Lo que se propone es que los maestros promuevan la autonomía y el pensamiento crítico en el alumno y, junto a eso, infundan en él valores como la empatía, la paz, la compasión y la justicia.

Se busca abandonar una concepción de la educación fundada en principios economicistas que buscaban la formación de recursos humanos para la producción y la economía, para poner en práctica una educación que quiere formar ciudadanos libres, críticos y comprometidos con su comunidad.

Todo esto supone cambios importantes en la vida escolar y en la práctica docente. La escuela deberá construir un clima interior basado en el respeto, la generosidad, la participación de todos, y las conductas racionales e informadas. El humanismo social busca guiar la vida de las personas por la razón, el laicismo, la experiencia, los valores y los ideales —sin olvidar que valores y principios cambian a medida que avanza nuestro conocimiento y comprensión.

En esta perspectiva, la escuela debe abandonar sus antiguas rigideces y adoptar una organización flexible que atienda, centralmente, los intereses y gustos de los alumnos que son niñas, niños y adolescentes. La escuela debe convertirse en un recinto alegre, divertido, libre de coacciones y autoritarismos, donde prevalezca la dignidad de las personas, la libertad y la responsabilidad.

El juego, las artes y el deporte, hasta hoy desestimados, o no apreciados en todo su valor pedagógico, deben ser rasgos constitutivos de la vida escolar. En un marco existencial como éste deberán enseñarse las ciencias y las técnicas. No se trata de apartarse de la ciencia. La ciencia es el principal método de conocimiento del mundo y es factor clave para construir un desarrollo nacional con equidad y justicia.

El fin último de la educación debe ser el bienestar humano, por lo mismo se interesa en la producción de riqueza y su justa distribución social. De la misma manera, el humanismo social se preocupa por el ecosistema y el calentamiento global. En realidad, la vida sólo es plena cuando el individuo se pone al servicio de los demás.

La vida no es un sinsentido, es una construcción con un profundo propósito: la búsqueda de la felicidad personal y el bienestar de la comunidad (y de la humanidad). Esta búsqueda obliga a reconocer las alegrías y maravillas de la existencia y, asimismo, sus desafíos y tragedias.

El humanismo social es un humanismo moderno que no pregona la homogeneidad o uniformidad, sino que, por el contrario, celebra la diversidad humana y la reivindica como una propiedad histórica de la especie. En cuanto filosofía educativa, el humanismo social defiende una educación que se nutre la diversidad cultural. Los humanistas sociales nos esforzamos para que todos los hombres y mujeres—sin importar su posición social— gocen igualmente de los derechos humanos y de las libertades civiles en una sociedad abierta y laica.

Gilberto Guevara Niebla