Opinión

El Mar de los Sargazos y Cristóbal Colón

El Mar de los Sargazos y Cristóbal Colón

El Mar de los Sargazos y Cristóbal Colón

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

La aparición de toneladas de sargazo que abarcan grandes extensiones marinas y que se deslizan sobre las costas del Caribe, en franca amenaza a la belleza natural de nuestras playas, y que perjudica al turismo que es una importantísima fuente de ingresos y da empleo a miles de personas, nos lleva a la reflexión de esta alga marina, que fue vista desde el primer viaje de Cristóbal Colón, justamente cuando regresaba a España.

El hallazgo tuvo lugar entre el domingo 13 y el miércoles 16 de enero de 1493, según narra don Hernando, el hijo del Almirante, quien escribió: “Cerca de tierra, a poco fondo, brotaba mucha de aquella hierba por el mar Océano, por lo que conjeturaron que nacía toda cerca de tierra, y que después de madura se desprendía y era llevada por las corrientes del mar a mucha distancia”.

Ya en voz de Cristóbal Colón, entre el 19 y el 20 de enero: “La hierba seguía moviéndose con las corrientes de este a oeste. Ya habían sabido que las corrientes llevan muy lejos esta hierba, como quiera que no sigan siempre el mismo camino, pues unas veces van hacia una parte y otras hacia otra. Y esto sucedía casi todos los días, hasta casi pasada la mitad del Océano.”

Historiadores contemporáneos, como Samuel Eliot Morison, al estudiar la vida y las rutas que siguió Colón, señala: “Desde el 31 de enero hasta el 3 de febrero,… se encontraban a la mitad misma del Mar de los Sargazos. El 1 de febrero fue noche de luna llena, y el efecto de su luz en un océano cubierto de sargazos, con un viento fresco y favorable que impulsaba los navíos a través del ondulante prado a gran velocidad y las hierbas que hacían un peculiar y suave ruido a medida que eran cortadas, tenían una exótica y mágica belleza”.

Pero esa “mágica belleza” fue la responsable del posterior naufragio de varios navíos de vela, y en sí, inspiraba miedo en los navegantes.

En el escenario poco usual del Mar de los Sargazos, Colón enfrentó mal tiempo y las naves se perdieron de vista en medio de la oscuridad nocturna, y “encomendándose a las oraciones y a la religión”; hicieron votos y echaron suertes para determinar quién cumpliría esas promesas. Cristóbal Colón se comprometió a ir al santuario mariano de Extremadura; otro juró ir “como peregrino para Nuestra Señora de Loreto, y le tocó la suerte a un marinero de Santa María de Santoña, llamado Pedro de Villa. Luego echaron suertes sobre un tercer peregrino, que fuese a velar una noche en Santa Cruz de Moguer, y le tocó también al Almirante, pero creciendo aún más la tormenta, todos los de la carabela hicieron votos de ir descalzos y en camisa de hacer oración en la primera tierra que encontrasen una iglesia de la advocación de la Virgen.”

El Mar de los Sargazos ha sido tema de autores como Horacio Quiroga, en Los buques suicidantes; Julio Cortázar en La Prosa del Observatorio; Jean Rhys en Ancho mar de los Sargazos, y Julio Verne, entre otros. Un nuevo capítulo se escribe ahora sobre el tema, y éste puede cambiar el rumbo de nuestra historia económica.