Opinión

El método comparado y la lucha contra el COVID-19

El método comparado y la lucha contra el COVID-19

El método comparado y la lucha contra el COVID-19

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy
Ángel Mundo López*

Reza la sabiduría popular que “las comparaciones siempre son odiosas”, afortunadamente esto no aplica al campo de la ciencia, pues, como dice Sartori “[…] en toda la ciencia política subyace, aunque sea de modo implícito, un marco de referencia comparado” (1984, 261). Este marco de análisis resulta crucial en estos momentos, pues, permite confrontar las estrategias en el combate a la pandemia ocasionada por el virus SARS-CoV-2, ofreciendo la oportunidad de adaptar los aciertos y corregir los errores.

Los estudios comparados cobraron relevancia recientemente por los parangones que personas cercanas al Gobierno Federal, realizaron para equiparar los resultados alcanzados por México hacia finales de mayo con los de Alemania (http://bit.do/fGzos). No obstante, ese anticipado triunfalismo se vio confrontado con el crecimiento en términos absolutos de contagios y fallecimientos que llevaron al país a superar a otras naciones como Francia, España e Italia.

Ante la alarma generada por esta situación, diversas voces recomendaron no realizar ese tipo de comparaciones por considerarlas de “mal gusto”, como mencionó el presidente de la República el día 7 de julio. En ese mismo foro, el subsecretario de Salud recomendó que, para hacer comparaciones era necesario “[…] considerar los tamaños poblacionales [pues, desde el punto de vista técnico] el número de personas afectadas o el número de personas fallecidas es siempre proporcional al tamaño de la población” (http://bit.do/fGzoH).

Si bien estas aclaraciones resultan pertinentes, resulta necesario señalar que el criterio poblacional no representa la única opción en este tipo de análisis, de lo contrario, por qué el mismo subsecretario presentó gráficas que muestran la evolución de la enfermedad en otros países usando como criterio ¡la vecindad próxima!, con casos como Belice (398,000 habitantes), Honduras (casi diez millones de habitantes [mdh]) o los EU (331 mdh) (http://bit.do/fGzrm); es decir, países que, salvo la ubicación geográfica, no presentan mayores similitudes con el nuestro.

No obstante, veamos qué información arroja un análisis con los criterios recomendados.

Los países que tienen una población parecida a la de México son: Bangladesh, con casi 165 mdh, que se ubica en términos absolutos en el lugar 27º de personas fallecidas con 2,352 casos; Rusia, con casi 145 mdh, ocupa el 11º con 11,335 defunciones; Japón, con 126.5 mdh, aparece en el lugar 41º con 982, y, por último, Etiopía, con 115 mdh, se coloca en el lugar 80º con 127 fallecimientos. Aunque el caso más cercano a México es Rusia, este país contabiliza una tercera parte de los fallecimientos que reporta México, que se ubica en la quinta posición.1

Si utilizáramos la tasa de muertes por millón de habitantes (mmdh), en donde México ocupa la 17º posición, los países antes mencionados se ubican en las posiciones 108º, 43º, 125º y 173º, respectivamente.

Ahora bien, usando sólo el criterio de la tasa de mmdh, los países que se ubican en posiciones cercanas a las de México son muy disímiles (y no sólo en términos poblacionales), por ejemplo, Ecuador (16º con 17.6 millones de habitantes), Sint Maarten (lugar 15º con casi 43,000 habitantes), Isle of Man (lugar 18º con 85,000 habitantes) o Channel Island (lugar 19º, con 174,000 habitantes).

Ante estos resultados es necesario mencionar que si bien los análisis comparados pueden realizarse por similitudes (en donde la variable discordante es la que puede explicar la evolución de un determinado fenómeno), también existe la posibilidad de hacer comparaciones por diferencias, en las que es, justamente la variable en la que concuerdan las entidades bajo estudio la que explicaría el desarrollo del fenómeno.

Es importante tener presente esta particularidad para reconocer lo difícil que resulta encontrar casos semejantes para realizar comparaciones. Pero incluso si se pudieran encontrar unidades semejantes, se debe considerar lo dicho por Sartori: encontrar dos entidades iguales en todo sería “como si fuesen la misma entidad, y todo termina[ría] ahí” (en Sartori y Morlino, 1994, p. 35).

Ante esta precisión, podemos mencionar que una alternativa más que ofrecen los análisis comparados es la que permite confrontar una misma entidad en diferentes puntos en el tiempo. Nuevamente, si utilizamos la tasa de mmdh, México, entre el 8 y el 15 de julio pasó de una cifra de 254 a 286, es decir, un avance de 32 puntos en sólo siete días, que implica un considerable y acelerado aumento en pérdida de vidas humanas.

Las voces que descalifican las comparaciones hechas sobre la base de las cifras totales pierden de vista las múltiples variantes que ofrece el método comparado pero, incluso utilizando sus criterios, los resultados obtenidos no colocan al país en una posición aceptable, por ende, es necesario cuestionar la estrategia adoptada por el gobierno, que se enfocó en mitigar los contagios y apertrechar la infraestructura sanitaria para contar con espacios disponibles en caso de ser requeridos, en lugar de buscar reducir tanto el número de contagios como de fallecimientos, pues, esto de lo que nos habla desde una perspectiva de política pública, es de una mala identificación del problema público, delimitándolo en relación con la infraestructura, en lugar de definirlo por las posibles afectaciones a la población.

Es necesario resaltar que, independientemente de que se reconozca la existencia de un sector de la población que busca magnificar cualquier error del gobierno para proclamar su fracaso, tampoco se debe abdicar de la capacidad de análisis que permita señalar las fallas y rediseñar la estrategia, más aún si consideramos que desde que en el mes de mayo se anunció el “aplanamiento de la curva”, los contagios y las muertes mantienen una tendencia ascendente.

Un último asunto que se debe tener presente es que, si bien es cierto que existen condiciones que colocan a la población mexicana en una posición vulnerable, o que el sistema de salud heredado de pasadas administraciones se encuentra mermado en sus capacidades, también se debe reconocer que dichas condiciones ya se conocían (PND 2019-2024, pp. 44 y 58) y, por ende, obligaban al gobierno a diseñar una estrategia que permitiera preservar la mayor cantidad de vidas posibles, una batalla que, como muestra la tendencia actual, se está perdiendo.

* Profesor-investigador del Departamento de Política y Cultura de la Unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM)