Opinión

El mundo, tan ancho, tan ajeno, tan temido

El mundo, tan ancho, tan ajeno, tan temido

El mundo, tan ancho, tan ajeno, tan temido

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

-"Las cosas que han pasao, dijo Pedro comenzando a admirar a Quiñez.

—“Y las que pasaré. Todo me dice que no han terminado mis andanzas…”

Andanzas, palabra en desuso, pero de significados más allá de la simpleza de quien anda en aventuras más o menos novelescas. Andanzas de Hernán Cortés, titula don Artemio del Valle Arizpe, gran cronista de México, genial historiador y mejor prosista, su libro biográfico del conquistador.

Andanzas de HC, por las cuales este país existe, y por cuya diversidad de tonos, se le quieren exigir, cinco siglos después, disculpas a un reino tan ajeno como Saturno a los hechos de la tierra de entones, cuando de los hombres y mujeres de aquel tiempo ya no queda ni el polvo de los huesos.

La lógica contra la historia; la dignidad ante la historieta, la cursilería de ociosos historiadores.

Y si en el inicio de este texto he citado un breve pasaje de El mundo es ancho y ajeno, del peruano Ciro Alegría; es por la extrañísima forma como el Señor Presidente de este país nuestro se relaciona con lo foráneo, con lo extranjero, con lo de puertas afuera.

Una relación compleja en la cual se mezclan, según puede ver esta columna, la admiración y el resentimiento; el miedo, el temor ante el poderoso; la condición paternal y desprendida (en apariencia), ante el centroamericano desvalido, la prolongación de los píos afanes de sembrador y protector hasta de las montañas salvadoreñas, país cuyo destino —como todos sabemos— no tiene salvación alguna porque oscila entre la corrupción y la caricatura; la sangre y la pobreza, pero como sea, no divaguemos pues se trata de hablar de cómo los de afuera, dominan, especialmente los del norte, algunas reacciones del Señor Presidente.

Veamos algunos casos en esta bipolaridad oscilante entre el respeto, el desprecio, el temor y la jactancia.

Los mexicanos vivimos desde hace mucho tiempo sometidos y sumisos ante los Estados Unidos, imperio gigantesco dueño de la Tierra y la Luna, hasta ahora. Ya veremos si pronto se apropian de algún otro cuerpo celestial o fundan en Marte —o donde se pueda—, su primera colonia de las trece con las cuales podrán adueñarse del espacio y cumplir la profecía de Víctor Hugo al general Grant, citada en bellos versos por Rubén Darío: “…las estrellas son vuestras…”.

Así pues, el hombre de firmeza inusitada, el león de todas las peleas, el jaguar de las planicies tabasqueñas, obedece de inmediato —cuando Donald Trump amenaza con gravámenes progresivos—, y convierte la frontera del sur en un muro humano de seis mil soldados vestidos de guardias nacionales, para contener, a como dé lugar, la incómoda oleada migratoria para los planes electorales del presidente de los Estados Unidos.

Ni una sola de las políticas nacionales, de contenido interno, ha sido desplegada con tan inusitadas velocidad y eficacia, como las nuevas condiciones migratorias (con el carcelero Garduño al frente), favorables —no para México— sino para el capricho ostentoso del gobierno de América, cuyas deportaciones ahora toman al cuerpo consular mexicano en aquellas tierras, desprovisto de haberes porque la proclama de austeridad no da ni para el papel sanitario.

Pero siempre hay un espacio para la arrogancia y ya se habla de un canciller todopoderoso capaz de acudir a las tierras imperiales para defender a los mexicanos en riesgo de deportación (complemento trumpiano del sellamiento fronterizo del sur mexicano), y se les reparten hojitas con el instructivo del silencio y se les advierte de no abrir puertas o ventanas y no permitir el paso de quienes lo harán a patadas si en gana les viene, porque los demonios del mal no se detienen ante las invocaciones protectoras al estilo de aquellas estampitas de los cristeros, en cuya jaculatoria se le decía a la bala “¡detente!, porque el Sagrado Corazón de Jesús está conmigo”.

De nada servirá este vade retro  jurídico, porque la historia americana es el catálogo universal de los atropellos, aunque Marcelo Ebrard anuncie cómo irá a la casa del Tío Sam a defender a los posibles deportados, mientras el obsecuente Señor Presidente anuncia su intención persuasiva ante el gobierno de la dureza inhumana para convencerlo de portarse de otra manera.

Es el último reducto de una dignidad muy medianita, muy menguadita, porque Donald Trump anuncia un millón de deportaciones, de las cuales no va a lograr ni el veinte por ciento, pero con eso hallará simpatías entre la salvajada de sus electores emocionados por la gran cacería.

Pero nos importa América aun  cuando en estéril desplante se le diga al “Gran Garrote”:

—“y, por favor, recuerde que no me falta valor, que no soy cobarde ni timorato sino que actúo por principios…”

Pero mientras los ojos voltean al campo migratorio, otras miradas hay en terrenos más cotidianos y propios: la economía, por ejemplo, cuyas condiciones de improvisado manejo y escasa ciencia, quedaron al desnudo cuando se fue Carlos Urzúa con estrépito de portazo.

Frente a los diagnósticos y pronósticos de bancos con los cuales se alaba la extensión de créditos para Petróleos Mexicanos, como J. P. Morgan, por ejemplo, los cuales miran la merma de las esperanzas de un imposible crecimiento de 4 por ciento, convertido, por obra y gracia de las circunstancias, en un raquítico y feble uno por ciento, si las cosas van como hasta ahora, se alude a la existencia de otros datos, como si estos también produjeran otra verdad, otra realidad.

Pero si alguien osa —como el Bank of América, Merrill Lynch o el Financial Times— advertir los riesgos recesivos de una economía atascada en los caprichos para desviar el gasto y la operación del gobierno en subsidios para los niños o los ancianos o quien se quiera y mande, así sean los sembradores de la vida o los servidores de la Nación, entonces se les exigen disculpas, a lo cual los ingleses responden con un desdén agrio: los sacudimientos en el gobierno de México revelan la verdadera condición del régimen.

Deben pedirnos perdón no por su diagnóstico frío y quizá preciso, sino porque antes no denunciaron la corrupción del neoliberalismo. Y eso, la verdad, no guarda relación alguna. Por eso dicen:

“…La renuncia del secretario de Hacienda difícilmente podría haber llegado en peor momento: justo cuando el presidente Donald Trump ha amenazado a México con una guerra comercial para presionar al país a que tome medidas estrictas contra la migración hacia EU, y la inversión empresarial se ha estancado.

“El rápido reemplazo de Urzúa por su subsecretario, Arturo Herrera, ordenado por López Obrador, ha evitado que se produzcan más daños. Pero el presidente debe demostrar que escuchará los consejos de Herrera y que le dará la libertad para restablecer la credibilidad en los mercados. También debe estar listo para recibir noticias desagradables, y para no seguir confiando en sus propios datos (diferentes)”.

Sin embargo el mundo gira en silencio colgado de su infinito sideral: Los días se suceden uno al otro. La vida sigue y los asuntos planetarios parecen no importarle al Ejecutivo, quien se encierra en la casa y no acude a las reuniones internacionales, ya por desinterés o por prescripción de no volar por más de cinco horas, o por cualquiera de estas causas o alguna más ignota para los mortales.

Pero los de afuera sí nos miran y nos limitan y nos cercan y nos contienen y conforman: Nos poner a bailar con su música y nos advierten, como acaba de hacer el Departamento de Estado, el peligro de jugar en la bipolaridad y el capricho:

“…Las políticas ‘contradictorias’ del presidente Andrés Manuel López Obrador inyectan incertidumbre en la economía mexicana, particularmente aquellas relacionadas con el sector energético y las finanzas de Pemex, asegura el Gobierno de Estados Unidos…”

CHIN-CHIN

Nunca es tarde, Armando, para evocar aquellos días. Ustedes —Manrique, Hernández y tú—, hacían El Ñero, periodiquito tepiteño hijo del “Arte Acá”, pequeño ahuizote, mínimo monitor de la República de Tepiscoloyo (¿mande?), y este redactor te enviaba textos  mientras tu pulías con  tu crónica interminable de chorrocientos mil días, maravillosamente rematada en el recorrido febril del autobús de la violación en Polanco, indudablemente tu obra maestra.

Chale… ¿Qué tanto es tantito? (Tocan… voy)

rafael.cardona.sandoval@gmail.com

elcristalazouno@hotmail.com