Escenario

El ombligo de Guie’dani, una rebelión indígena en la historia de una niña zapoteca

ENTREVISTA. El cineasta Xavi Sala estrenó en cines mexicano su ópera prima que reflexiona, a través de la ruptura generacional, sobre cómo percibe la lucha identitaria, la discriminación y el clasismo en la cultura zapoteca.

ENTREVISTA. El cineasta Xavi Sala estrenó en cines mexicano su ópera prima que reflexiona, a través de la ruptura generacional, sobre cómo percibe la lucha identitaria, la discriminación y el clasismo en la cultura zapoteca.

El ombligo de Guie’dani, una rebelión indígena en la historia de una niña zapoteca

El ombligo de Guie’dani, una rebelión indígena en la historia de una niña zapoteca

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

El cineasta Xavi Sala nació en Alacant, Países Catalanes. Ahora tiene la nacionalidad mexicana y esto se debe a la conexión que llegó a tener con nuestro país, especialmente por la afinidad que encuentra con la comunidad zapoteca, de la cual se inspiró para filmar su primer largometraje El ombligo de Guie’dani (2018), que tras estrenarse en el Festival Internacional de Cine de Morelia y su exitosa corrida comercial, llegó hace unos días a la Cineteca Nacional y parte de la cartelera comercial.

“Hace más de 10 años conocí a la comunidad zapoteca del Istmo de Tehuantepec. Ahí edité unas piezas documentales sobre la lengua, las tradiciones y la cultura. Fue la primera vez que conocía a profundidad una comunidad originaria y de ahí hubo bastantes más, pero lo que más me asombró fue el grado de identificación y la lucha identitaria, similar a la que hay donde nací”, dijo el realizador, en entrevista con Crónica.

“La comunidad zapoteca también es una nación sin estado. Con ellos vi que el complejo de inferioridad que nos hicieron sentir era idéntico. Nos decían que hablábamos dialectos y que nuestra lengua era inferior; a nuestros abuelos los hacían hablar español porque les hacían sentir pena de la lengua, y eso ocurre hasta hoy. Tantas cosas que nos han quitado, me enervé”, agregó.

Luego de conectar con los zapotecos en su lucha identitaria, llegaron los elementos de una historia que no podía dejar pasar, “se unió el clasismo y racismo que vivo cada día en esta ciudad (México) y que a la comunidad zapoteca la conocí a profundidad por sus mujeres, porque son las más aguerridas y fuertes que he conocido en todo el país. Se trata de una mujer autónoma y con autoridad”, dijo.

El ombligo de Guie’dani es la historia de una niña de 12 años indígena zapoteca llamada Guie’dani (Sótera Cruz), que se rebela contra la negación de su lengua e identidad,  el clasismo, el racismo y el modelo de vida aspiracional impuesto socialmente. Guie’dani (flor salvaje en zapoteco) tiene singularidad, ­desenfado, irreverencia, risa. Como mujer y como empleada doméstica, el personaje es reivindicado. Se le otorga la dignidad de la burla, la indignación y el misterio. Es un personaje único e inolvidable.

“La trabajadora del hogar facilitaba mucho lo que quería contar. Se daba todo en muy pocos metros. Incluso la película llega a representar a personas más allá de ser indígenas. Que fuera una mujer zapoteca era importante porque quería un ejemplo de lucha y resistencia, pero que fuera una niña era porque hay jóvenes, niños y adolescentes que están empezando a dar un golpe en la mesa”, comentó.

“Me ha tocado verlos decir ‘nos quitaron de lo nuestro’ o ‘perdimos la lengua’. Por eso Sótera representa una nueva generación. Yo quería reflejar ese nuevo cambio en las comunidades, porque ellos son los destinados a cambiar lo que sucede y lo están cambiando todo”, agregó.

Dentro de los temas más profundos que reflexiona el filme se encuentra la discriminación y sus consecuencias en el comportamiento de las comunidades indígenas llevada a través de una ruptura generacional, “cuando Guie’dani le dice a su mamá ‘yo no quiero ser una pinche esclava como tú’, la palabra esclava engloba mucho y no sólo al trabajo doméstico. Se está negando. De hecho en zapoteco no existe el término esclava, literalmente lo que le dije es ‘no quiero ser una perra que come de la mano ajena como tú’ y eso es algo impactante”, enfatizó el cineasta.

“Intenté mostrar entre ellas dos (mamá e hija) lo que yo conozco por mi comunidad y luego por su comunidad. Porque ocurren dualidades que nos acaban convenciendo que eres inferior y de que ser una esclava es un trabajo, incluso de que debes aspirar a cambiar de color de piel; te acaban convenciendo de todo y empiezas a soltar, hasta que te conviertes en algo terrible”, agregó.

Además, la película, que está hablada en zapoteco y español, es un retrato  realista sobre la lucha de clases que persiste en las relaciones laborales entre trabajadoras del hogar y “patrones”. Un antagonismo que habitualmente es invisibilizado bajo la manta romántica de la sirvienta sumisa, agradecida y silenciosa, que apenas habla para dar las gracias y es tratada como una mascota.

“Guie’dani representa la visceralidad de alguien que todavía no tiene prejuicios sobre sí misma, se revela ante eso; mientras que su mamá, quien no es sumisa en la privacidad, ella se revela internamente, representa renegar, pero ella no puso límites, mientras que Guie’dani pone los ‘hasta aquí’, eso hace valiosa a la película porque no la hace aspiracional como ocurrió en Roma”, dijo.

“Roma es una película aspiracional, complaciente y hace una apología de la sumisión. Los medios y los críticos compraron el discurso que quiso Alfonso Cuarón y Netflix. Eso me da vergüenza. Mucha gente me ha dicho que se siente defraudada por Roma porque le hicieron creer que lo que le sucede a la protagonista era normal”, continuó.

“No quiero una confrontación contra Roma, pero sí quiero que se lleven de El ombligo de Guie’dani una historia que entra en el corazón de una parte importante de la sociedad como sus originarios. Quiero que se queden con una indígena que por primera vez tenga una voz de rebelión, y no desde el punto de vista de los conquistadores o los hijos de ellos. Ésta es una película que habla con verdad”, concluyó.