Opinión

El periodista y el presidente

El periodista y el presidente

El periodista y el presidente

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

La tentación del poder siempre es fuerte para los periodistas. Jean Daniel tuvo que decidir entre la dicotomía de tenerlo o de narrarlo. Escogió lo segundo.

Françoise Mitterrand, el presidente de Francia, pudo tener a Daniel como su consejero en 1981. Habían vivido muchas cosas juntos y, quizá, más importante, habían compartido ideas y proyectos, que se reflejaban en lo que el periodista hacía desde la dirección de Le Nouvel Observateur que era, ya desde ese entonces, uno de los semanarios más respetados e influyentes.

Para Daniel hacerse amigo del secretario del Partido Socialista fue una batalla extenuante, pero el logro le significó despertar con que un día era familiar al Príncipe recién elegido, pero no a su círculo cercano, ni al primero ni al segundo, manteniéndose en la periferia, pero desde un punto de observación privilegiado.

Por eso, entre otras cosas, pudo escribir un libro: Les religions d´un président (1988, Grasset), que desvela las contradicciones, los anhelos, las apuestas y las frustraciones de Mitterrand, uno de los políticos más poderosos del siglo pasado y que supo aprovechar también la tradición católica y su compromiso social. Daniel optó por el papel de testigo y cronista, no negando la cercanía, pero haciendo un ejercicio de reflexión notable.

Eligió una de las tradiciones del periodismo francés, que es la de inmiscuirse hasta el fondo de los asuntos públicos, para discutirlos en inclusive debatirlos.

Michel Schifres escribiría que “Daniel logró admirar sin adular.”

Esto importa porque el libro es un ejercicio periodístico profundo, en el que al final del día persiste un diálogo, entre quien ejerce el poder y el que lo observa.

No sería fácil el tránsito por aquel acuerdo, entre el presidente y el cronista, porque los problemas que agobian a los gobiernos suelen reflejarse en los diarios y las revistas, en una tensión constante, donde ni el buen político ni el reportero pueden renunciar a su naturaleza. Es en esas horas difíciles cuando se ponen a prueba las amistades y se concluye que solo lo son las que se atreven a enfrentar la adversidad.

Además, la victoria de la izquierda se había dado contra la corriente ideológica en marcha y había una hostilidad que ilustraba muy bien esa anomalía.

Daniel entendió que el sueño, el deseo más grande del presidente, radicaba en cambiar a Francia, en hacer que la llegada de la izquierda al poder significara un cambio y sobre todo frente al dinero y a la gran burguesía. Esto tuvo un costo y alto.

Les Religions d´un président son apenas una muestra del trabajo de uno de los periodistas más notables de Francia y del mundo, que supo hacer del reporteo una labor inteligente, en la que había que moldear y dar sentido a la información, con rigor y verdad.

Mitterrand y Daniel, a fin de cuentas, son perfiles que definen el siglo XX, el de una política sustentada en tradiciones ideológicas y la de un periodismo influyente y comprometido.

Las relaciones de Daniel con el poder y los poderosos son apenas una ventana a un mudo mucho más profundo, en el que no hay que olvidar a Argelia, a Medio Oriente y a las zozobras que devienen del terrorismo, pero permiten situar al periodista en los grandes momentos de la historia y de su historia, de la que escribió, día con día.

Daniel murió a los 99 años y su trayectoria es el reflejo de tiempos interesantes y de grandes trasformaciones, no todas como debieran. Nació en Argelia y falleció en Francia, otra señal del torbellino que lo acompañó siempre.