Opinión

El peso de las elecciones en la paz y la seguridad internacional

El peso de las elecciones en la paz y la seguridad internacional

El peso de las elecciones en la paz y la seguridad internacional

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

El próximo 7 de junio, la Asamblea General de la ONU (AG) elegirá a los cinco nuevos miembros no permanentes del Consejo de Seguridad (CS), los cuales iniciarán su mandato el 1 de enero de 2020 y servirán hasta el 31 de diciembre de 2021 (dos años como lo establece la Carta de las Naciones Unidas). A primera vista, la elección podría parecer precipitada por el amplio periodo que supone entre la elección y el inicio de funciones, pero en realidad los seis meses de anticipación les permitirá a los países elegidos adentrarse paulatinamente en los trabajos del CS y profundizar en el entendimiento de sus dinámicas internas, ya que podrán participar en todas sus reuniones, públicas y privadas. Y si bien no tendrán ni voz ni voto durante dicho periodo, lo cierto es que la curva de aprendizaje les facilitará desarrollar un conocimiento profundo de la agenda multitemática de paz y seguridad globales y, sobre todo, les dará una posición privilegiada, comparativamente con el resto de los Estados miembros de la ONU, respecto de las posiciones y las visiones de los miembros permanentes del CS (China, Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Rusia) en esta compleja coyuntura por la que atraviesan las relaciones internacionales.

Dadas las complejidades involucradas en esta elección, en relación con la distribución regional de los asientos a ser ocupados, cabe anotar que este año corresponden dos espacios al grupo africano, ocupados actualmente por Côte d’́Ivoire y Guinea Ecuatorial; un escaño al grupo de Asia-Pacífico, que posee Kuwait; un asiento al grupo latinoamericano y caribeño, en manos de Perú, y un último sitio para el grupo europeo oriental, que tiene Polonia.  De tal suerte que el grupo regional restante (Europa Occidental y otros Estados) no postulará candidatos este año, ya que los dos asientos que le corresponden están ocupados por Alemania y Bélgica hasta el 31 de diciembre de 2020.

Otro dato relevante es que son seis candidatos compitiendo por cinco vacantes (Estonia, Níger, Rumania, San Vicente y las Granadinas, Túnez y Vietnam). En virtud de lo explicado anteriormente, se entiende que solamente Estonia y Rumania están realmente en competencia electoral por el único sitio que le toca a Europa Oriental; los otros cuatro candidatos van solos en la elección del sitio que le corresponde a su respectiva región. Ello obedece a que han logrado el endoso de sus candidaturas en el interior de sus grupos regionales. La Asamblea General no hará sino sancionar dicha decisión. No obstante, la contienda para esos candidatos versará, entonces, sobre la posibilidad de obtener el mayor número de votos de los 193 posibles, para asegurarse la mayor legitimidad posible en su participación de dos años en el CS. Resulta claro que el número de votos obtenidos refleja el grado de confianza otorgado por la comunidad internacional en una candidatura determinada, además del éxito que representa la campaña desarrollada por un país, como sucede en cualquier proceso democrático de elección.

Datos que revelan el creciente interés de los Estados miembros de la ONU por participar en el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales, es el hecho de que Estonia y San Vicente y las Granadinas nunca antes han participado en el CS, en tanto que Níger y Vietnam solamente lo han hecho en una ocasión; Túnez y Rumania han participado en tres ocasiones anteriores. Los cinco países que resulten elegidos por la AG se unirán a Alemania, Bélgica, República Dominicana, Indonesia y Sudáfrica para integrar el grupo de 10 miembros no permanentes del que se conforma el CS. De manera que países tan pequeños como San Vicente y las Granadinas o Níger, tendrán voz y capacidad de decisión en los problemas mundiales que afectan a la paz mundial a la par de las potencias presentes en este foro de gran trascendencia en las relaciones internacionales.  La dimensión del reto es tan grande como la responsabilidad misma que asume cada miembro —permanente y no— del CS en lo individual y en lo colectivo. Basta con considerar la magnitud y la complejidad de algunos conflictos en curso y los intereses en juego, para darse cuenta en el acto de que la participación en el CS es todo menos un día de campo: la cuestión palestina y el plan de paz que el gobierno estadunidense prepara para Oriente Medio, los conflictos en Siria y Yemen, el futuro del acuerdo nuclear con Irán y el deterioro de su relación con Estados Unidos, lo mismo que las negociaciones para la desnuclearización de la península de Corea, la crisis en Venezuela y un largo etcétera de situaciones y tendencias apremiantes a lo largo del mundo.

Un último apunte. La última ocasión en la que México participó en el CS como miembro electo, fue en el periodo 2009-2010, en lo que fue apenas la cuarta vez en su historia.  Sería deseable ver pronto a nuestro país de regreso a ese foro, participando y aportando en las soluciones de los grandes problemas que aquejan a la paz y la seguridad global, así como en su prevención.  Dicen además, que no hay quinto malo.

gpuenteo@hotmail.com