Cultura

El Plan de San Luis Potosí y la Revolución

110 años: ¿Redactó Madero el Plan de San Luis durante su prisión en esta ciudad? Acaso pensó en su contenido; tal vez hizo algunas redacciones parciales. Sin embargo, el célebre Plan fue redactado en San Antonio, Texas. Incluso se sabe que en su redacción colaboraron Federico González Garza, Enrique Bordes Mangel, Roque Estrada, Juan Sánchez Azcona y Ernesto Fernández Arteaga

El Plan de San Luis Potosí y la Revolución

El Plan de San Luis Potosí y la Revolución

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Por estos días, el país conmemorará 110 años de haber tenido lugar el levantamiento del 20 de noviembre de 1910, fecha oficial y canónicamente aceptada como la del inicio de la Revolución. A diferencia del inicio de la Independencia —el célebre ‘grito’—, que no tuvo una fecha oficial definida previamente sino que fue forzado por haber sido descubierto el plan que al respecto tenían los conjurados de Querétaro, el estallido de la Revolución fue previa y oficialmente anunciado en un Plan firmado por Francisco I. Madero y fechado el 5 de octubre en San Luis Potosí.

¿Quién era el tal Francisco I. Madero? ¿Qué hacía en San Luis Potosí? ¿Por qué convocó a la lucha armada, luego de que el país había gozado de poco más de treinta años de paz? El tal Madero era miembro de una de las familias más ricas del noreste del país. Encabezada por su abuelo don Evaristo, los negocios de la familia eran muchos: algodón y vino, varias empresas industriales y banca, entre otros.

Las relaciones de los Madero con el gobernador de Coahuila, el reyista Miguel Cárdenas, distaban de ser buenas; en cambio, su trato con los ‘Científicos’ era más que cercano y cordial.

Nacido en 1873 en Parras, cuna incuestionable de la familia, Francisco I. (¿Ignacio luego transformado en Indalecio?) estudió en Saltillo, con los jesuitas, y en Baltimore el High School, para luego hacer una ‘carrera’ de contabilidad en París y de administración agrícola en California. Una característica notable: además de su diploma, de París se trajo una gran afición por el espiritismo, y sobre todo una cabal admiración por los gobiernos republicanos, con su división de poderes —y de funciones y responsabilidades— y sus afanes libertarios y fraternales. Asimismo, de California se trajo una evidente admiración por la democracia, con su competencia partidista, desde sus convenciones internas hasta sus contiendas nacionales, pasando por los comicios locales y regionales.

De regreso en México, a finales del siglo XIX, los mayores de la familia —su abuelo y su padre— le asignaron una hacienda algodonera en el semidesértico San Pedro de las Colonias. El para muchos ingenuo y soñador Francisco I. Madero resultó un magnífico empresario agrícola: mejoró la calidad del algodón que se sembraba, introdujo maquinaria, peleó por tener más acceso al agua del Río Nazas y por mejorar el precio del algodón, a contrapelo de los intereses de la industria textil.

Lejos de ser un hacendado insensible y explotador, Madero pagaba buenos salarios y se preocupaba de que sus trabajadores y sus familias gozaran de buenas condiciones. ¿Producto de su talante bondadoso o solidaria actitud espiritista? Pudiera ser, aunque también influyó, seguramente, la escaza oferta laboral que había en la región. En efecto, la competencia por la fuerza de trabajo era muy seria: o dabas buenas condiciones a tus trabajadores, o estos se contrataban en otra hacienda vecina, o migraban a alguna ciudad cercana —Monterrey, Torreón, Saltillo— para emplearse en cualquiera de los emergentes negocios industriales, o hasta podían trasladarse a Estados Unidos.

Lo dicho, Madero fue un muy buen empresario, y dio buenas condiciones a sus trabajadores: era un hombre muy bien apreciado por todos los sectores sociales del rumbo. Recuérdese que agrupó a numerosos hacendados algodoneros de la región, para juntos lograr sus objetivos. O sea, sus inicios políticos fueron de política empresarial.

Congruente con las ideologías que había asumido, el empresario agrícola Madero comenzó a preocuparse por la política del país. ¿Qué lo motivó: un amor congénito por la democracia o varios mensajes espíritas que lo instaban a asumir ese tipo de responsabilidades? Más bien Madero percibió el declive político de Bernardo Reyes a partir de 1903, por lo que decidió apoyar la lucha contra los políticos reyistas de Coahuila, para lo que buscó el apoyo de los ‘Científicos’, tan cercanos a su familia.

Primero fue la contienda por la presidencia municipal de San Pedro de las Colonias, en 1904; al año siguiente fue a combatir contra la reelección del gobernador Miguel Cárdenas. En ninguna de estas contiendas participó directamente; en ambas fue sólo mecenas de los opositores.

Las derrotas dejan mejores lecciones que los triunfos. Madero entendió que debía involucrarse personalmente, que no debía ser sólo un instrumento en el pleito entre los ‘Científicos’ y los reyistas; también entendió que las luchas regionales no tenían futuro y que debían romper el aislamiento que padecía en San Pedro de las Colonias. Los años de 1906 y 1907 los pasó buscando relacionarse con otros opositores del país, así como leyendo todos los materiales que pudo conseguir de temática política o social. Ilustrativamente, disminuyó su participación en el espiritismo, aunque no desapareció su creencia en él.

Así llegó 1908, cuando se publicó la entrevista Díaz-Creelman. Madero era menos ingenuo de lo que suele creerse: no confió del todo en ella, pero decidió aprovecharla, pues lo dicho por Díaz servía como ‘salvoconducto’ a los que desarrollaron actividades políticas pacíficas en relación a las elecciones de 1910. Primero se puso a escribir un libro —La sucesión presidencial— en el que proponía la creación de un partido nacional, no personalista, de principios y creado desde abajo.

Desde mediados de 1909 se dedicó a la asociación del Partico Nacional Antirreeleccionista, fundado en abril de 1910 y del que sería candidato presidencial, con Francisco Vázquez Gómez como vicepresidente, lo que implicaba una alianza entre los antirreeleccionistas y los ex reyistas.

Entre mediados de 1909 y mediados de 1910 Madero realizó cuatro giras por diferentes rumbos del país: las tres primeras para promover la creación del Partido y la cuarta y última ya como candidato. Fueron giras muy inteligentemente planeadas. La primera lo llevó a Veracruz, desde donde se embarcó rumbo al sureste. Madero estuvo en varios ‘puntos rojos’: cerca de Río Blanco; en el lugar donde al inicio del Porfiriato habían sido asesinados —‘mátalos en caliente’— una veintena de partidarios de Lerdo de Tejada, y finalmente en Yucatán donde se padecían injusticias terribles contra la población maya.

Meses después la gira fue por el occidente —Jalisco y Colima— y por el noroeste Sinaloa, Sonora y Chihuahua. Esta gira la dedicó a atraerse a los numerosos militantes del reyismo, acéfalos, pues el general Reyes había aceptado una comisión oficial en Europa. La tercera gira, de principios de 1910, fue por el centro-norte del país. En ausencia de Reyes, Madero ya era el único opositor a Díaz por lo que comenzó a padecer la represión porfirista.

Aunque diferentes geográfica y políticamente, las tres giras habían sido atendidas por elementos urbanos, de clase media y trabajadores organizados. Ambos grupos conformarían los contingentes antirreeleccionistas. Una vez fundado el Partido, y ya con Madero como candidato oficial a la presidencia, éste comenzó su cuarta y última gira, diseñada para visitar el noreste.

En Monterrey fue aprehendido Madero, acusado de proteger a un orador —Roque Estrada— que había dado en San Luis Potosí un discurso incitando a la violencia. Trasladado a San Luis Potosí, pasó en prisión los siguientes meses, cruciales porque fueron los de las elecciones, en las que Díaz y Ramón Corral fueron declarados vencedores.

El Partido Nacional Antirreeleccionista elevó a la Cámara de Diputados un ‘memorial’ por el que formalmente solicitaba la anulación de las elecciones, petición que fue denegada. Por otro lado, ante la presión de diversos sectores de la sociedad potosina, desde el obispo —Ignacio Montes de Oca— hasta los estudiantes universitarios encabezados por Pedro Antonio de los Santos, y por la presencia de los delegados internacionales que habían venido a México a los festejos del ‘centenario’, el encarcelamiento de Madero fue benigno: primero se le permitió recibir numerosas visitas, y después pudo hasta pasar los días fuera del penal. Como haya sido, el 5 de octubre, un día después del rechazo de los diputados a la solicitud del Partido Antirreeleccionista, Madero huyó del país y se refugió en San Antonio, Texas.

¿Redactó Madero el Plan de San Luis durante su prisión en esta ciudad? Acaso pensó en su contenido; tal vez hizo algunas redacciones parciales. Sin embargo, el célebre Plan fue redactado en San Antonio, Texas. Incluso se sabe que en su redacción colaboraron Federico González Garza, cercanísimo antirreeleccionista coahuilense, autor del ‘memorial’ mencionado; Enrique Bordes Mangel, guanajuatense radicado en Veracruz, que primero había sido magonista; Roque Estrada, el orador culpable de su prisión; Juan Sánchez Azcona, ex reyista, y Ernesto Fernández Arteaga.

Comprensiblemente Madero fechó el Plan el 5 de octubre en San Luis Potosí para evitar ser acusado de violar las ‘leyes de neutralidad’; esto es, de organizar una rebelión contra un país con el que se tenía relaciones diplomáticas, y porque hubiera sido impolítico reconocer que se convocaba a la lucha desde una población extranjera.

La redacción del Plan es más que clara: breve, consta de once artículos, más cuatro transitorios, unos considerados iniciales y un llamamiento como epílogo. Declara nulas las elecciones y convoca a los ciudadanos a tomar las armas “el domingo 20 del entrante noviembre… de las seis de la tarde en adelante”.

Ahora bien, Madero no llamó a una revolución que buscara cambiar las estructuras sociales y económicas del país. El objetivo era —artículo 7°— más limitado: “arrojar del poder” a Díaz y a sus colaboradores”. De hecho, aseguró tener “la conciencia tranquila” de no ser él, sino el propio Díaz, el responsable de haber sumido al país en la violencia, la que según Madero pudo evitarse de haber hecho Díaz “algunas concesiones al pueblo”.

Paradójico: el Plan de San Luis Potosí no fue ni redactado ni promulgado en San Luis Potosí, y tampoco convocó al pueblo de México a hacer una Revolución. A pesar de esto, nadie puede regatearle el mérito de sí haber sido el documento que dio inicio al proceso histórico que llamamos la Revolución Mexicana.