Opinión

El plebiscito diario

El plebiscito diario

El plebiscito diario

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

México está en peligro de deslizarse hacia una dictadura. Se sabe muy bien que las catástrofes políticas se producen porque los ciudadanos no protestan ni actúan, aunque las aberraciones ocurran frente a sus ojos. “Para que triunfe el mal, decía Edmund Burke, sólo es necesario que los buenos no hagan nada”.

Es verdad que no es fácil que el ciudadano aislado se decida a actuar. Son los partidos los que pueden hacerlo. En México probablemente el 70 % de los ciudadanos no pertenece a ningún partido y ese porcentaje tiende a crecer porque hay un divorcio evidente entre las organizaciones políticas y la sociedad.

La acción contra los excesos despóticos de AMLO deberían realizarla los partidos de oposición. Pero la debilidad de estos es palpable. Tampoco tienen ideas. La oposición organizada no alcanza a comprender que las simpatías que tiene el presidente entre la población se construyen a través de su frenética política plebiscitaria.

Por política plebiscitaria me refiero no sólo a las consultas populares, que, a veces no han tenido gran poder de atracción o, aunque pensemos que no son representativas, tienen un efecto psicológico sobre las masas que catapultan su popularidad.

La política plebiscitaria se produce día con día a través del activismo compulsivo de AMLO. No hablo sólo del viajar constante por todo el país que le permite “encontrarse con el pueblo” y que tiene una enorme eficacia propagandística, me refiero también a su permanente discurrir en “las mañaneras”.

Las conferencias diarias de AMLO se transmiten a todo el país. Son, de hecho, un ejercicio plebiscitario de una enorme eficacia. En ella repite hasta el cansancio su conocida fábula sobre el pasado negro del neoliberalismo, la corrupción generalizada que había antes de 2018, la renovación moral que se inició con su gobierno, las virtudes del pueblo, que por primera vez el gobierno se preocupa por el bienestar de la gente, que el ejército es pueblo uniformado, etc.

Es frecuente que en esa tribuna el presidente lance ataques furiosos, con groseros insultos, en contra de sus enemigos, los neoliberales. Cuando hace eso, evidentemente, incurre en inmoralidad y en ilegalidad, pues no respeta la dignidad de las personas y difama abiertamente.

También AMLO a diario expresa ideas y proyectos que son irracionales, absurdos, delirantes. Pero la perversidad o irracionalidad que guía la conducta del presidente no disminuye su popularidad.

Es absurdo tratar de encontrar una explicación lógica, racional, al vínculo entre AMLO y la ciudadanía que lo apoya. No, no la hay, lo que existe es un vínculo emocional, una empatía que nace del profundo resentimiento y agravio de las masas populares.