Opinión

El refugiado español que impulsó la naciente televisión mexicana

El refugiado español que impulsó la naciente televisión mexicana

El refugiado español que impulsó la naciente televisión mexicana

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Hasta el último de sus días habló con el acento de su Valencia natal. Era un muchacho veinteañero cuando pisó tierra mexicana, y aquí encontró vida y destino. El señor de la televisión, o El Capitán de la Telenovela fueron sobrenombres que se ganó a pulso y no es posible navegar en la historia de la radio, del teatro y de la televisión mexicanos sin encontrar, con frecuencia, el nombre de Luis de Llano Palmer, republicano español, combatiente en los días de la Guerra Civil.

¿Cómo llegó a México? Como tantos otros, por barco, tocando otros puertos, hasta llegar al país que finalmente lo acogió. De Betxí, localidad donde nació, se marchó a estudiar Derecho. Pero no llegó a ejercer en su patria porque la sombra de la guerra civil oscureció a toda España, y el joven Luis marchó al frente de batalla.

No podía ser de otra manera. Era hijo de un militar leal a la república española, el general Francisco Llano de la Encomienda, que era masón y jefe de la IV División Orgánica de Cataluña. En el frente republicano no sólo combatió Luis; su hermano Miguel, el más joven de los hermanos, peleaba también en la sierra madrileña, donde fue capturado y fusilado. La muerte de Miguel abrió una herida enorme en el alma del general Llano de la Encomienda. Fue perdiendo el ánimo del luchador, aunque nunca dejó de serle leal a la causa republicana.

Luis siguió en el frente: tenía 20 años y era comandante de las fuerzas antiaéreas que peleaban contra la aviación franquista en la zona de los Pirineos. Después de 33 batallas, la esquirla de una granada lo mandó dos semanas a un hospital. Cuando las tropas republicanas cayeron derrotadas, el muchacho logró, en febrero de 1939, escapar a Francia. Llegó a París, donde un grupo de masones le dio refugio. Pero Francia estaba ya bajo el dominio nazi, y a la Ciudad Luz llegaba el brazo de los perseguidores de los republicanos. Luis supo que lo buscaban para arrojarlo, como a tantos otros españoles, en un campo de concentración.

Pero con ayuda de sus amigos franceses, consiguió salir de Francia en un barco mercante, el City of Alma, en el cual llegó a Londres. En el mismo barco salió para América. Cuando su padre, el general, se enteró que el muchacho estaba fuera del alcance de los franquistas, también abandonó España con su esposa, Isabel Palmer, y su hijo Francisco, para refugiarse en las cercanías de Cannes.

Luis desembarcó en los Estados Unidos, en Mobile, Alabama, donde escuchó por primera vez “Voy por la vereda tropical”.

No tenía sino un dólar en el bolsillo, y lo empleó para lustrarse los zapatos. Por uno de esos azares afortunados, el bolero era andaluz, y lo llevó a una comunidad de españoles refugiados, que hicieron una colecta para comprarle el boleto de tren con el que llegó a Laredo. La meta era la Ciudad de México, donde Luis pensaba buscar a su tío, el tenor Juan Palmer, pareja, nada menos, que de Esperanza Iris.

UN JOVEN ESPAÑOL LLEGA A LA RADIO MEXICANA… Y TRIUNFA. Cuando llegó a la capital mexicana, Luis se encontró con que Juan Palmer había muerto una semana antes. No obstante, Iris permitió que el muchacho durmiera en la gayola de su teatro. Pero la siguiente pareja de la cantante no lo vio con buenos ojos: Paco Sierra miró al muchacho con recelo. Al final, Luis consiguió trabajo como guía de turistas de un hotel muy afamado. Ganaba 75 pesos al mes. También probó suerte como abogado en una funeraria cercana al Palacio de Correos.

Como muchos otros refugiados, se iba al café Tupinamba. Allí le contaron que un catalán, Enrique Contell, trabajaba en la radiodifusora XEQ, en los altos del Cine Alameda, en avenida Juárez, y estaba buscando personal. Sin dudarlo, Luis se apersonó.

—“¿Sabes escribir?”  —“Sí, me gusta y estuve en el grupo de teatro de García Lorca”.  —“Pues tráeme ideas para nuevos programas de radio”.

Y así empezó el nuevo destino de Luis de Llano Palmer, porque el primer programa que propuso resultó todo un éxito: nada menos que El Monje Loco, interpretado por la mejor voz de la estación: Salvador Carrasco, que con su risa demencial y su voz espeluznante ponía a temblar a todo México, cuando sonaban  las 10:00 de la noche.

Producciones que dejaron huella en las emociones de los mexicanos salieron del ingenio de Luis de Llano: La Doctora Corazón, que ayudaba a la gente con sus problemas románticos, y Gracias, Doctor, donde, en forma dramatizada, se daban consejos para que las familias pudieran atender a sus enfermos. El joven español tenía trabajo y no le iba mal. Ganaba 20 pesotes a la semana.

Ahorrando, ahorrando, logró reunir lo suficiente para pagar el pasaje de sus padres y de su hermano Francisco. Los De Llano Palmer se reunieron, por fin, en México.

Luis buscó más trabajos: el dinero de la XEQ no alcanzaba para toda la familia. Llegó a la agencia publicitaria Sidney Ross, y como en aquellos días esas agencias eran las grandes patrocinadoras de la radio, el muchacho acabó frecuentando una de las estaciones más importantes del país: la XEW.

Su trabajo, allí, era proponer y supervisar programas radiofónicos. Producciones que forman parte de los recuerdos nacionales, como La Semana Taurina y una etapa de Cri-Cri, el grillito cantor, y Las memorias de Agustín Lara, forman parte de la biografía de Luis de Llano.

“ES COMO LA RADIO, PERO SE VEN IMÁGENES" En 1946, De Llano Palmer fue a trabajar a Estados Unidos, haciendo doblaje de películas. Consiguió también trabajo en la NBC, ahí se encontró con la televisión. Una noche vio un ensayo de Arturo Toscanini, para una transmisión con la orquesta de la NBC. Allí supo que deseaba con toda su alma hacer televisión. Coincidentemente, Emilio Azcárraga Vidaurreta, a quien conocía de los días de la W, le envió un mensaje: lo invitaba a hacer televisión en México. De Llano no lo pensó y regresó para integrar un equipo diminuto: Azcárraga, Luis y dos ingenieros. Era el verano de 1950.

Desde entonces, Luis De Llano Palmer vivió para la televisión: fue uno de los artífices de la XEW-TV, el canal 2. En marzo de 1951, se dio la primera transmisión del canal: un partido de beisbol desde el Parque Delta de la Ciudad de México.

Pero necesitaba personal: salía a la calle, y al que le diera buena impresión, se le acercaba: “¿Quiere trabajar en televisión? Es como radio, pero con imágenes”. Así, fue reclutando a los que serían técnicos y camarógrafos, hasta un muchacho que todavía anda por ahí y que responde por Chabelo.

Todos los programas que en la naciente televisión mexicana, como el Estudio Raleigh o la Revista Musical Nescafé, eran patrocinados por grandes marcas, fueron idea de Luis de Llano. Desde Elegancia, Moda y belleza, de Pilar Candel, hasta Visitando a las Estrellas, con Paco Malgesto, se trataba de proyectos o ideas del español que había encontrado su destino en la televisión mexicana, y él llevó a las cámaras a sus amigos actores de teatro, como Ángel Garasa, Enrique Rambal y Manolo Fábregas.

Saltó al canal 8 y se convirtió en la gran competencia de Telesistema Mexicano:  con los concursos de Juan Pirulero, las aventuras de El Chavo del Ocho y las emociones de la telenovela Hermanos Coraje, Luis de Llano, que siguió trabajando hasta muy avanzada edad, se ganó a pulso, como el combatiente que siempre fue, un lugar en la historia de los medios de comunicación mexicanos.