Opinión

El regalo de Navidad: las vacunas.

El regalo de Navidad: las vacunas.

El regalo de Navidad: las vacunas.

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

El 24 de diciembre, en un acto de propaganda política, como parte del espectáculo mañanero del Palacio Nacional, el Subsecretario López-Gatell y la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, atestiguaron la aplicación de la primera vacuna contra el Covid-19. Destaca el uso del cubrebocas en la fotografía difundida.

“La jefa de Enfermería en la Unidad de Terapia Intensiva del Hospital "Rubén Leñero" fue la primera persona a la que se le inyectó la vacuna contra COVID en el país. La ceremonia se llevó a cabo en el Hospital General de México” (La Crónica de Hoy, 25-12-2020)

En un mensaje navideño, el Presidente López Obrador, con un extraño discurso laico-religioso, sin el uso de cubrebocas, declaró que era un “milagro” que se tuviera, antes de un año, la vacuna que ayudaría a controlar la pandemia. Esta dosis es la primera de 50 mil más que llegarán el 29 de diciembre al país conforme a lo informado en la conferencia de prensa.

La vacuna es un regalo navideño único en América Latina, según declaró el Canciller Marcelo Ebrard, y es un rayo de esperanza, sin duda, ante la incertidumbre que hemos vivido este año generado por el virus y la inconsistencia del discurso oficial. Pasamos de una gripa leve sin mayor importancia a la mayor acción de salud de los últimos años que llevará las dosis gratis a lo más recóndito del territorio nacional. Ambos extremos son exageraciones de la propaganda política.

Visto con optimismo el escenario, afortunadamente, un gran porcentaje de la población tiene fe en el presidente, lo que les permite sentirse más tranquilos frente a la adversidad que padecemos. Esperemos, hagamos votos, que este programa funcione o no sea otro más que se queda en un acto propagandístico del autollamado gobierno de la 4T.

El discurso presidencial se funda en un lenguaje profundamente anticientífico y antimoderno. Apela a la fe y al “tradicional” aguante del pueblo mexicano frente a las calamidades que ha resistido por su fortaleza espiritual. El fatalismo es uno de los elementos del mensaje vinculado con la idea -cuestionable- que la obra de Jesús Cristo es de transformación (revolución) por los pobres y que lo que mueve a los líderes es la fe en el porvenir con la imagen de un Juárez creyente.

La fe que mueve montañas es la propuesta presidencial y es lo que pide en esta Navidad a los mexicanos. Tal vez sea el arranque de su campaña por obtener la mayoría para su alianza electoral en el 2021. El trabajo de los científicos y la habilidad de Ebrard son un milagro. Hoy. como hace tres años apela a la fe en su figura política para obtener el voto. La diferencia es que los resultados no avalan esta fe.

Todos estamos esperanzados que la campaña de vacunación logre disminuir los contagios en el próximo año y que en el 2021 volvamos a la normalización de la vida económica. Todos hacemos votos porque el programa diseñado por las autoridades sanitarias sea eficaz y eficiente, pero no todos esperamos milagros, ni tenemos fe ciega en el gobierno.

El regalo navideño es bien recibido. La propaganda política en torno a éste es comprensible y ha sido un denominador común en el mundo, pero hay que advertir que no es suficiente. Es un placebo más para los seguidores incondicionales, no una realidad.

No haber alcanzado con un año de transformación del sistema de salud los estándares nórdicos es la crónica de una mentira política anunciada con efectos muy negativos en grupos de enfermos como los niños que padecen cáncer y un rezago en los procesos de extensión de la cobertura universal que avanzaba lentamente, pero con rumbo. La desaparición del seguro popular todavía no muestra sus efectos negativos en las estadísticas, pero sería un auténtico milagro que no cayeran los indicadores de salud en las zonas más desfavorecidas.

Fue un milagro que alguien haya convencido al presidente que se declarara la emergencia sanitaria en el Valle de México. Sería un milagro que alguien lo convenciera de que el uso del cubre bocas por las figuras políticas en actos públicos es un mensaje que ayuda a prevenir contagios. López-Gatell no pudo y se resignó a utilizarlos él.

Los que tuvieron fe en la fuerza moral del presidente para domar la pandemia hoy debieran estar arrepentidos, pero la propaganda política es mas fuerte que el debate racional de las ideas. El regalo navideño no debiera emplearse como parte de la campaña electoral porque está prohibido por la Constitución y porque las dosis de vacunas, conforme a la programación gubernamental, no serán suficientes para inmunizar a toda la población el próximo año. No esperemos milagros, cuidémonos y mantengamos la sana distancia.

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