Opinión

El “régimen de la transición”

El “régimen de la transición”

El “régimen de la transición”

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Con esa frase lacónica se suele referir al periodo que siguió después del histórico pacto de 1996, en el cual, se acabó de consolidar un nuevo régimen político en México. Las elecciones limpias fueron la regla, ya no la excepción. Fue la estación que hizo competitivas a todas las oposiciones, dio autonomía al arbitraje electoral y en la cual por fin, la izquierda mexicana acudió y selló con su firma, un pacto político de gran calado.

El “régimen de la transición” fue tripartito, tres grandes fuerzas abrazaron al noventa por ciento del electorado y lleva (llevaba) entre nosotros alrededor de veinte años (hasta 2018). Bajo su manto ocurrió la primera alternancia en la presidencia de la República, la izquierda conquistó la capital del país y como nunca se sucedieron múltiples episodios de cambios de gobierno y de partidos en casi todos los estados del país. El pluralismo llegó de esa manera y la gobernabilidad se complicó, exigió nuevos oficios y nuevos talentos políticos dado el hecho decisivo del proceso: la dispersión efectiva del poder.

Ese periodo y su régimen asociado es hoy vapuleado y denostado porque sus gobiernos —del partido a, del b, del c— fueron incapaces de producir prosperidad económica, porque a la mitad de camino estalló una monstruosa oleada violenta y criminal y porque en él, fuimos testigos de casos de corrupción que rayan en lo inverosímil. Los gobiernos democráticos no pudieron o no quisieron resolver esas tres cosas fundamentales y la democracia paga por ello.

Estos hechos alimentan el discurso de la coalición triunfante en México en 2018, pero también el de otros sectores políticos y académicos que a querer o no nutren las mismas pulsiones antipolíticas y antidemocráticas.

Me parece que va siendo hora de hacer bien las cuentas pues el “régimen de la transición” es bastante más que tres partidos pactando y compartiendo posiciones.

Esos años son el escenario de la ampliación de las libertades públicas en el país, de expresión, asociación y manifestación. Es el periodo de la expansión de derechos civiles más allá de los propiamente electorales (como el acceso a la información); es el momento en que México por primera vez, transmitió el poder sin violencia y sin despeñarse en guerra civil luego de doscientos años de historia independiente; en ese lapso ocurrieron varias novedades civilizatorias en el país o en territorios importantes, como la interrupción legal del embarazo, el matrimonio entre personas del mismo sexo, entre otras, y fuimos testigos por primera vez de la maquinaria constitucional y federal en movimiento.

En ese régimen pudieron expresarse todas las posturas ideológicas, culturales y políticas y desfilaron como en ningún otro momento y públicamente, las más diversas expresiones por estrafalarias que fuesen. La represión gubernamental se volvió un expediente costoso del que rara vez se echó mano y salvo por la presencia de las bandas criminales, en México se hizo política sin miedo.

Lo que quiero decir con todo esto es que los pasados veinte años escenificaron mucho más que un arreglo copular y que modificaron pautas, conductas, sensibilidades y visiones para millones de mexicanos. Fue un cambio social —desordenado— pero vivido en libertad, y es esto lo que debe valorarse en primer lugar.

De modo que los discursos que tan fácilmente descalifican al “régimen de la transición” deberían ser matizados, no solo porque se vuelven el adobo en las cazuelas populistas, sino porque no dan cuenta de la otra mitad de la historia, pues a pesar de la dramática violencia, de la vasta corrupción y del estancamiento económico, hubo algo, un proceso que México hizo bien y que produjo su democracia, ni más ni menos.

Y todavía hoy el “régimen de la transición” sigue ofreciéndonos precisamente, la columna vertebral, las reglas y las instituciones, para un país que atraviesa un torvo periodo de desgarramiento. Sigue dándonos las bases gracias a las cuales nos gobernamos, vivimos, sobrevivimos y podemos discutir.

Ricardo Becerra

ricbec@prodigy.com.net

Twitter: @ricbecverdadero