Opinión

El regreso a clases presencial: una decisión colectiva de corresponsabilidad

El regreso a clases presencial: una decisión colectiva de corresponsabilidad

El regreso a clases presencial: una decisión colectiva de corresponsabilidad

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

La pandemia nos obligó al confinamiento. La niñez que ingresó al ciclo escolar 2020-2021, al nivel primaria o preescolar, no tuvieron la experiencia inicial de asistir a la escuela, y, en cambio, sí la de aprender por televisión o internet, lo mismo ha ocurrido con los jóvenes de primer ingreso a secundaria y educación media superior.

Ahora se ha insistido en la necesidad de abrir las escuelas para quien desee asistir a las clases presenciales a partir de septiembre, con las todas las medidas sanitarias preventivas para evitar contagios y buscar el regreso a la normalidad.

La UNICEF recomienda la apertura de los centros escolares debido a la consideración de que existen riesgos asociados al cierre prolongado de las escuelas: interrupción de los aprendizajes; abandono escolar; acumulación de rezagos educativos y aumento en las desigualdades de aprendizaje; rezago en el desarrollo infantil; violencia contra niños, niñas y adolescentes; violencia en línea, obesidad, entre otras consecuencias negativas, que, debido a la ausencia de socialización y la vida domiciliaria permanente, han sido por demás evidentes en nuestro país y en el resto del mundo.

Todos estos males físicos y psicosociales pueden acrecentarse por la situación económica en la que viven muchas familias, donde sus fuentes de ingreso se han visto severamente afectados por la pandemia.

Por ello, el ingreso a clases o reapertura de la escuela debe verse como una decisión asociada a la reactivación social y económica para todos los sectores de la población y en especial para los más vulnerables, toda vez que ello les permite acceder a bienes y servicios para su desarrollo integral.

El gobierno encabezado por el presidente Andrés Manuel López Obrador, ha tomado la decisión de poner en marcha la apertura progresiva o gradual de las escuelas, pero respetando la decisión de padres de familias, y, tratándose de educación media superior, de las autoridades para la apertura de sus aulas e instalaciones, de acuerdo a sus contextos específicos.

Así, ante ello, resulta indispensable una campaña ordenada y profunda de reflexión sobre las tareas compartidas entre autoridades, maestros, jefes de familia y alumnos, no solamente respecto a las medidas sanitarias preventivas y de protección, sino en el aprender a coexistir y a construirnos en una época en la que la pandemia demostró la mayor fragilidad de la especie humana, y que sin embargo, nos permite ahora rectificar en muchos aspectos de la vida, y de refundar otros para una sana convivencia no solo entre pares, sino con las demás especies que habitan este planeta.

Más allá del temor a veces paralizante sobre los riesgos y peligros sobre el futuro de nuestros hijos, ahora es imprescindible el de sensibilizarnos sobre lo que hemos aprendido a lo largo de la historia de la humanidad y que ha sido uno de los pilares indiscutible en nuestra evolución y transformación individual y colectiva: la educación como blasón contra la ignorancia, la desinformación y el silencio, y una insustituible arma para el debate, la reflexión y el actuar, que nos conduzca al bienestar y al progreso total de la humanidad.