Opinión

El relevo generacional del ejercicio de la autonomía transformadora

El relevo generacional del ejercicio de la autonomía transformadora

El relevo generacional del ejercicio de la autonomía transformadora

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Es en la XXXIII Legislatura de fecha cuatro de junio de 1929 (como lo referimos en el artículo anterior), que la iniciativa por la que se facultaba al presidente de la República expedir la ley para la Universidad Nacional Autónoma, fue aprobada por unanimidad, dando paso a la “LEY ORGANICA DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE MEXICO, AUTONOMA”, publicada así el 26 de julio de ese año en el Diario Oficial; para mayor referencia, en su segunda sección, Tomo LV, Núm. 2.

Sin embargo, la autonomía universitaria resultaba ser una autonomía limitada. Si bien significó una solución parcial a la inquietud de los estudiantes por tener una mayor injerencia en los asuntos universitarios, el gobierno federal intervendría en ellos, estableciendo en la Ley que la autonomía “quedará bajo la vigilancia de la opinión pública de la Revolución y de los órganos representativos del Gobierno”. Así, por ejemplo, el Presidente de la República estaba facultado para presentar al Consejo Universitario la terna de donde éste elegiría al próximo rector, pudiendo incluso ejercer su derecho al veto en algunas resoluciones de este órgano colegiado, como se establecía en los artículos 14 y 35 de la Ley Orgánica.

Ante esta autonomía limitada y ante las relaciones críticas que se establecieron entre el Gobierno Federal y los profesores y alumnos mediante la práctica autonómica, vendrían años de ulteriores movimientos estudiantiles nacionales y regionales que exigían la transformación de la Universidad en una institución educativa al servicio del pueblo y en particular de las clases trabajadoras (obreros y campesinos), acorde con la realidad social que pudiera orientar la formación de los profesionistas hacia las transformaciones sociales que requería el país.

Así, en 1931, en Uruguay, se realizó el Congreso Universitario Americano, siendo el primer encuentro de estudiantes con profesores para la defensa de las autonomías latinoamericanas ante la injerencia de los llamados gobiernos de fuerza que comenzaban a perfilarse en el continente. En este mismo año, en nuestro país, se llevó a cabo el Primer Congreso Iberoamericano de Estudiantes, de corte antimperialista, por la ciudadanía universitaria (elección por medio del sufragio a los elementos dirigentes de la universidad) y de lucha por la justicia social para los trabajadores del mundo.

Años después en 1933 en México se lleva a cabo el Congreso de Universitarios Mexicanos entre cuyos acuerdos se establecía la sustitución del régimen capitalista para el advenimiento de una sociedad sin clases, basada en la igualdad económica y cultural para todos los hombres, bajo un régimen de justicia social, dando origen  así, al debate entre Vicente Lombardo Toledano (adoptar el marxismo como guía de la enseñanza universitaria) y Antonio Caso (la Universidad debía profesar la libertad de catedra).

En este contexto político ideológico surge la Ley Orgánica de la Universidad Autónoma de México de 1933, y posteriormente la Ley Orgánica de 1945 en que se determina el nombre de Universidad Nacional Autónoma de México. Es desde aquí donde la Autonomía Universitaria (por ser concebida en un Estado de Derecho en constante transformación y edificada como parte de los procesos democráticos en los que han intervenido diferentes actores políticos y sociales, fundamentalmente las juventudes estudiantiles) se abrió paso hasta llegar a al artículo 3º Constitucional (con las 11 reformas que le han sido impuestas desde 1934, como parte de su evolución jurídica), por el que se rigen las principales universidades públicas de todos los estados de la República Mexicana.

Sin embargo, en esta etapa de grandes transformaciones y desafíos que se nos presentan ante un nuevo proyecto de nación, se debe plantear ahora una innovadora y creativa relación Universidad/Estado, en donde la autonomía sea entendida como la concienciación de independencia, confianza y seguridad científica, tecnológica, humanística, cultural, artística y social, en cuyos valores y principios se edifiquen los profesionistas que la nación demanda para la mejora de la condición humana.

En este sentido, parafraseando al presidente de la República, podemos afirmar que los jóvenes en pleno ejercicio de la autonomía universitaria “son el sentido de la vida, la frescura, el presente, el futuro y a quienes se les entregará la estafeta en el relevo generacional, y se harán cargo de continuar con la Cuarta Transformación.”