Opinión

El sínodo del Amazonas

El sínodo del Amazonas

El sínodo del Amazonas

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

En octubre de este año tendrá lugar en Roma un nuevo sínodo, es decir, una nueva reunión de obispos de distintas partes del mundo, que acuden a la ciudad eterna a discutir soluciones para algún problema clave de la Iglesia católica. Luego de los sínodos que el papa Francisco convocó para analizar la realidad de las familias y los jóvenes, don Jorge Mario Bergoglio, convocó a otro, para analizar la situación en el Amazonas, una región mayormente ubicada en territorio brasileño, pero que también toca porciones importantes de Venezuela, Colombia, Perú, Ecuador, Bolivia y Paraguay.

La prensa católica se ha centrado excesivamente en el asunto de si, luego del sínodo, el Papa permitirá o no que hombres casados sean ordenados como sacerdotes. Ese es un asunto importante, que pudiera tener consecuencias clave para la iglesia a escala global, pero no es la razón principal que mueve al Papa.

Esto se dice no porque se tenga acceso especial a los pensamientos o deseos del santo padre, sino porque basta ver cuáles han sido las prioridades del antiguo arzobispo de Buenos Aires en la capital argentina, y a lo largo de los casi seis años y medio que ha ocupado la cátedra de San Pedro. Al revisar esas prioridades es imposible perder de vista la publicación de Laudato Si, un documento en el que Francisco ha dejado muy claras tanto sus preocupaciones personales, como habitante del mundo que advierte las consecuencias de la deforestación, de la sobreexplotación de mantos acuíferos y de la torpe necedad de apostarle todo a la producción de soya, como sus prioridades pastorales.

En este sentido, uno de los grupos más notoriamente opuestos a la celebración del sínodo Panamazónico son los empresarios que han deforestado grandes extensiones de terreno en el Amazonas, quienes ven con recelo el posible fortalecimiento de la presencia de la iglesia allá.

En la actualidad hay regiones del Amazonas, especialmente en Perú y Brasil, en las que los pocos sacerdotes católicos presentes sólo llegan a asistir una o dos veces al año en los pocos templos que hay allá. Al permitir la ordenación de varones casados, la Iglesia estaría en condiciones para difundir—entre otras ideas—las tesis que el papa Francisco defiende en Laudato Si, que no se limitan a pequeñas iniciativas aisladas que ya desde antes de la publicación de ese documento se hacían a escala parroquial en distintos países. Laudato Si habla de la necesidad de impulsar iniciativas de alcance global para resolver el más grave reto de la humanidad: el calentamiento global y todo lo que ese fenómeno implica, para impedir nuevas catástrofes, que pudieran tener como una de sus consecuencias más inmediatas la emigración de grandes grupos de personas.

Los problemas que enfrenta el Amazonas son, además, muy parecidos a los que enfrentan grandes regiones de África y Asia amenazadas por la devastación generada por la sobreexplotación minera, agrícola, ganadera o pesquera. Quizás la decisión de plantear el problema de la ordenación de varones casados como una cuestión amazónica,  tenga que ver con el mayor conocimiento que el Papa tiene de las realidades latinoamericanas y para evitar los ataques de las alas más conservadoras de la Iglesia, que actualmente asedian a Francisco un día sí y el otro también, pero—incluso de ser así—las decisiones que se tomen ahí tendrán repercusiones a escala global y van más lejos de quien puede o no puede celebrar misa, pues implicarían una revitalización de la presencia de la iglesia en temas que se abandonaron durante décadas, y una ética de defensa de la vida más consistente.

manuelggranados@gmail.com