“Sin trabajo, lo único que me queda es empeñar mi televisión”, comenta Ernesto, después de perder su trabajo como valet parking en un restaurante ubicado en la colonia Roma. La realidad que vive Ernesto es como él la describe “toda una tragedia”, con la pérdida de su trabajo las deudas comenzaron a aumentar incontrolablemente, sin ningún recurso para solventar sus gastos, ahora recurre al empeño.

“Lo último que me quedaba era la TV; desde mi lavadora hasta mis anillos de Matrimonio, todo está en el empeño”, comenta Ernesto.

Lo que era algo pasajero, para él se ha convertido en una pesadilla que no tiene final, aunque ha recurrido a hacer todo tipo de trabajos, como vender gelatinas o jugos, esto no es suficiente para poder dar de comer a sus dos hijas.

Ernesto no cuenta con ningún apoyo por parte de algún familiar, él espera que esta crisis termine rápido, pues cada vez es más difícil explicarles a sus pequeñas por qué las cosas de su casa desaparecen. “La responsabilidad de un padre es cuidar a su familia, no importa el precio”, comenta antes de pasar a la ventanilla devaluadores.

Dentro del Monte de Piedad ubicado en el Zócalo capitalino, son pocas las personas que al igual que Ernesto recurren al empeño.

Los electrodomésticos, celulares o consolas de videojuegos son lo que más abunda entre las filas de empeño. Jorge Gutiérrez, gerente de una de las casas de empeño en el Estado de México, cuenta a Crónica cómo desde que la pandemia de COVID-19 comenzó, las ventas cada vez van en picada. “Con las nuevas implementaciones del gobierno, no podemos vender ninguna pieza de joyería ya que ésta no cuenta como artículo esencial”.

Comenta que los principales ingresos de la tienda dependían sobre todo de la pedrería y platería, sin esta ganancia teme que en poco tiempo la tienda tenga que cerrar.

La misma historia se repite en muchas de las tiendas de empeño de la ciudad, en donde las cosas no parecen mejorar y, por el contrario, empeoran cada vez más.