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En 45 días se cuadruplican casos de COVID que habían sido descartados

Falsos negativos. “Estaba mal, en el lugar donde estoy me dieron dos pases para la prueba y, en ambos casos, salió negativa, pero comenzó a darme fiebre y deficiencia respiratoria y me hicieron una tercera prueba en el IMSS y...dio positivo”, cuenta a Crónica un pasante médico. En Ixtapaluca se desbordaron las historias idénticas: Ángeles, Nicolás, Lucy, Julia, Patricia, Luisa, Marisol, Sofía, Daniel… El número de sospechosos negativos al 1 de mayo se reportaban sólo 55 mil registros, y a mediados de junio ya sobrepasan los 210 mil

En 45 días se cuadruplican casos de COVID que habían sido descartados

En 45 días se cuadruplican casos de COVID que habían sido descartados

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Primera parte

Detrás de una cifra olvidada por autoridades y población en general se ocultan casos adversos como el de Alfredo, un residente del Hospital Regional de Alta Especialidad de Ixtapaluca -perteneciente a la Secretaría de Salud Federal-, quien fue cercado por la muerte pese a exhibir dos pruebas con resultado negativo a COVID-19 practicadas en el sector público. Debió someterse de urgencia a un tercer reactivo en laboratorio privado para obtener, al fin, un diagnóstico positivo, aunque era ya demasiado tarde para evitar la hospitalización y las horas inciertas…

Por si algo faltara en esta atmosfera sanitaria de caos e incertidumbre en el país, los relatos de falsos negativos han comenzado a despuntar, en especial entre el personal de salud abocado todos los días a pelear contra la pandemia.

El número de sospechosos negativos se ha cuadriplicado en el último mes y medio: al primero de mayo se reportaban sólo 55 mil registros, y a mediados de junio ya sobrepasan los 211 mil. Esto, con base en los 415 mil enfermos estudiados hasta ahora por las instancias públicas de sanidad. Pero, ¿el total de resultados en las pruebas son fiables?, ¿está descartado algún margen de error? No, a las luz de los testimonios…

Crónica documentó casos en diversas unidades médicas de la Ciudad de México y el Edomex, tanto federales como locales: desde el Hospital Juárez de México al Hospital General de Chimalhuacán, o el San Agustín, en la misma localidad; desde el Belisario Domínguez, en la CDMX, hasta el ya citado Regional de Ixtapaluca, donde las experiencias brotaron en bloque.

Ahí, entre enfermeras, médicos y residentes, se exhibieron una decena de expedientes extraños, sin certidumbre y, a la par, irregularidades en la aplicación de pruebas: muchos han debido deambular en busca de la comprobación, ante la negativa de sus propios hospitales por realizar el diagnóstico.

“Salieron dos pruebas negativas en el trabajo. Fue hasta la tercera cuando salió positivo, pero ya cuando estaba mal, y por eso tuvieron que internarme e intubarme. Pensé que iba a morir, en la incertidumbre laboral. Fueron falsos negativos: las tres pruebas se aplicaron en un corto periodo de tiempo. Lo mismo ha ocurrido en otros casos”, es la experiencia de Alfredo, quien carece de base administrativa.

La de Daniel, enfermero, fue una vivencia similar: con negativos continuos, pese a una sintomatología ascendente y acorde por completo con el cuadro clínico del COVID. Debió esperar una tercera valoración, para encontrar certeza.

ERRANTES. “Tenía sudoraciones extremas, diarrea y fuerte dolor de cabeza, subía las escaleras y me cansaba, o recorría el pasillo y me faltaba el aire. Sabía que estaba mal y eran las manifestaciones de otras de mis compañeras. Coincidimos en iniciar con los malestares desde el sábado 9 de mayo", relata Mary, enfermera de este nosocomio mexiquense con más de tres meses en el área COVID.

“Es común contagiarse en el trajín hospitalario, porque intubamos a muchos pacientes con tos extrema, catéteres, aspiración, succiones, contacto directo con las mucosas, y la mayoría del tiempo hemos trabajado con caretas y googles chinos. Nos dieron un N-95, pero luego lo quitaron porque salió defectuoso. Además, contrataron a personal nuevo que no está habituado a los procedimientos: cuando varios nos sentimos mal acudimos a revisión, nos tocó un médico novato y me di cuenta que nos exploró con los mismos guantes. Si alguien no tenía COVID, ya se había contaminado. A algunos incluso nos dieron tratamiento contra el virus”.

Junto a otras dos amigas, Mary empezó a investigar dónde podían hacerse las pruebas, porque en su hospital, les informaron, se habían terminado. El ISSSTE no era opción: tampoco las hacían y la única oferta era la incapacidad.

“Nosotras no queríamos irnos a casa y aislarnos, adelgazando aún el personal disponible. Queríamos saber si éramos positivas”.

—¿Y qué hicieron?

—El lunes fuimos a un Centro de Salud en Agrícola Oriental, pero nos dijeron que sólo hacían la prueba para los de la zona; luego a otro por Iztapalapa, donde sí se la hacían a todo mundo, pero la fila era larga y, ya cuando íbamos a llegar, se acabaron, sólo les mandaron 80. Otra compañera nos habló del Centro de Salud de Tlalmanalco y el martes nos trasladamos hasta allá: la doctora a cargo se enteró que trabajábamos como enfermeras y fue muy sensible. Nos hicieron el triage respiratorio para identificar los signos y concluyeron que sí éramos candidatas, pero el resultado estaría listo en 5 días.

—¿Dejaron de trabajar en ese lapso?

—No, los jefes dijeron que mientras no saliera el resultado oficial debíamos trabajar con normalidad, como si nada pasara, porque además había muchos enfermos y poco personal. Estábamos todas achacosas, ¿quién sabe a cuántos contagiamos?

Vencido el plazo, de manera sorprendente los resultados arrojaron negativo.

En Ixtapaluca se desbordaron las historias idénticas: Ángeles, Nicolás, Lucy, Julia, Luisa, Marisol, Patricia, Sofía, Daniel…

Y en otros hospitales. “Estaba mal, en el lugar donde estoy me dieron dos pases para la prueba y, en ambos casos, salió negativa, pero las molestias no bajaron y comenzó a darme fiebre y deficiencia respiratoria. Fue entonces cuando mis padres, que trabajan desde hace muchos años en el Seguro Social, dijeron que esas pruebas no servían y me ayudaron para hacérmela en el IMSS, con todo el cuidado. Fue hasta entonces cuando dio positivo”, cuenta Arturo, un pasante médico del Hospital de Chimalhuacán.

En el Juárez de México también se han detectado falsos negativos…

“Presentaba mucha tos, me dolía la garganta y los músculos, pero no tenía fiebre —narra Ricardo, de profesión enfermero—. En la institución me negaron la petición de prueba porque, dijeron, mi temperatura se encontraba estable. Le pedí a un compañero que me tomara una placa, porque así es como se está diagnosticando el COVID aquí. No existe la prueba, y estamos recurriendo a radiografías y tomografías, y los diagnósticos dicen: ‘probable COVID-19´, ninguno está comprobado. O se toman las muestras y las mandan a otro hospital para que se procesen, pero el resultado tarda de 2 a 3 días. Así estaba el mío: como probable”.

Como en otras unidades, la alternativa obligada e impostergable de Ricardo fue recurrir a un laboratorio privado, donde pagó tres mil pesos. Y arrojó positivo…

En el Juárez, dice, “han sido muy comunes los falsos negativos, que terminan por corroborarse en los análisis particulares. ¿Por qué están saliendo negativos en el sistema de salud pública? Es porque no cuentan con las pruebas reales, porque no quieren dar incapacidad, porque no las cuidan bien o porque no las manejan adecuadamente. No hay más”.

Son las causas sobre la mesa, los motivos a esclarecer…